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Apocrifo - Gods land - Viggo

En un callejón de la grandiosa Orario, un muchacho pelirrojo había sido acorralado. Gracias a sus constantes incursiones en en la región de Dedalus castigando a los maleantes, estos se habían aburrido de recibir una palizas detrás palizas. Así que ahora lo habían atraído a un lugar apartado para enseñarle una lección que jamás olvidaría. Por otro lado, este grupo era el remanente de Evilus, no se confunda, no son los miembros del grupo original, solo son parte de una de las pequeñas bandas que se habían puesto bajo su paraguas. "Ya había pasado su época de oro" decía la gente en las calles. Gracias al esfuerzo continuo de las dos grandes familias de Orario, Evilus, al menos en apariencia, había sido erradicado. Así que el remanente del grupo seguía haciendo sus negocios, pero ahora de manera muchísimo más reservada.

No obstante, nada puede escapar de los ojos del Gran Viggo (autoproclamado) que viendo la injusticia, se decidió a eliminar a los malos elementos. Ya lleva un año haciendo la tarea de corretear a los vendedores de drogas y a los maleantes que cobran protección, pero sus manos no dan abasto. Mucho menos si su estúpido padre lo envía a entrenar en cosas sin sentido. El Gran Viggo ya es fuerte, le dijo a su padre en la mañana y salió corriendo sin las intenciones de escuchar las reprimendas. Sería estúpido que él, el Gran Viggo, de diez años de edad, entrenara. Ya tiene la fuerza de un aventurero de nivel 2 sin hacer nada. El entrenamiento es para los pequeños e inútiles humanos, algo innecesario para él.

Así que el Gran Viggo, que hace solo un momento estaba castigando a un desalmado, ahora estaba rodeado por quince matones de la zona límite entre Dedalus y el barrio Rojo. Era uno de los peores lugares de la ciudad, ya le había advertido su amorosa madre. Pero un hombre de verdad, si es que quiere hacer justicia, debe andar en donde el mal deambula con impunidad. Incluso si le dijeron que lo castigarían durante un mes si se acercaba a la región. Los inocentes lo necesitan, así que el Gran Viggo tiene que moverse y estar en donde el mal anida.

-¿Qué pasa Viggo?- pregunto un mantón de pelo rubio y mohicano. Se hizo paso entre la multitud y se ganó al frente de todos. Era unos tres palmos más alto que Viggo y solo llevaba puesto un pantalón mientras que el resto de su cuerpo quedaba al descubierto. Por otro lado, estaba cubierto de tatuajes que empezaban desde su espalda hasta su enorme barriga. Sin embargo, independiente de su abultado estómago, sus brazos se veían enormes y musculares.

Sonreía con descaro mientras mostraba varios agujeros en su dentadura.

-Nada, maldito cerdo- contesto Viggo mientras se cruzaba de brazos -ya le dije a tu gente que no anduvieran en mi territorio, pero ellos siguen deambulando y repartiendo su mierda-

-Jejejeje, los niños como tu son divertidos. El otro día nos hicimos cargo de un pequeño imbécil como tú. Creía que porque era hijo de un acaudalado comerciante estaría a salvo-

-Menos charla y dime que es lo que quieres, dudo que hayas traído a todos estos mierdas porque sí-

El matón se rio de buena gana -no eres muy diferente- dijo -no te preocupes, como eres hijo de ese monstruo, te mantendremos vivo, pero te enseñaremos una buena lección- el tipo miro hacia los lados y ordeno -¡macháquenlo!-

Viggo sonrió y se lanzó de frente como una flecha de punta roja contra los maleantes. Golpe que daba, golpe que noqueaba a cada uno de los mierdas. Nadie lo podía parar hasta que llego a los últimos cinco maleantes en pie. Ellos se habían quedado quietos para ver como luchaba el muchacho. Una vez seguros de cómo afrontarlo, se lanzaron hacia adelante con poderosas patadas. A su vez, Viggo esquivaba, pero sentí el peligro rosar su rostro y su cuerpo. Le dio la impresión que si uno de estos obesos maleantes lo golpeaban, le arrancarían la cabeza. No obstante, mientras pensaba eso, se descuidó y le llego un patada en el estómago que lo lanzo contra un muro de concreto. Viggo, choco y cayó al suelo, solo para después empezar a vomitar todo lo que había comido en la mañana.

-¿Qué pasa con el Gran Viggo?- dijo el gordo del mohicano, lanzo una estruendosa carcajada y después continuo -¿Dónde está tu seguridad? Ahora, dime ¿Qué hacemos contigo? Llevas fastidiándonos durante meses. Nos has cagado un gran negocio, dime, hijo de puta ¿Cómo nos vas a compensar?-

-Nadie te va a compensar- dijo una voz femenina y burlesca -mi viejo sabe que este mocoso esta haciendo problemas y dijo que le podías dar una pequeña lección, pero de ahí a compensarte hay un gran trecho-

Los cinco maleantes miraron hacia atrás y vieron al principio del callejón a una mujer asiática de ojos rasgados. Tenía la piel morena y una contextura esbelta. Por otro lado, les regalaba una sonrisa burlesca y en ningún momento detuvo su avance. Paso por al lado de ellos y uno de los cinco la tomo de un brazo. Sin embargo, al momento de tocarla, la mujer reacciono con su otra mano y le planto un puñetazo en pleno rostro. El tipo cayo desmayado.

-No me molestes, ya se desquitaron- dijo -solo vengo por este mocoso, es mi hermano y a Hephaestus-sama le preocupa su bienestar-

-Nuestro negocio- grito el gordo del mohicano

-Ya te lo dije, nadie te va a compensar tu cochino negocio. Mi viejo entiende que la mala yerba nunca muere, yo también lo creo así, por eso los deja operar, pero deja de tentar tu suerte. Basta con que mi viejo le diga a los tres idiotas que tiene por discípulos y vas a tener a las dos grandes familias de Orario peinando la zona-

La mujer asiática, más conocido como Tsubaki, llego frente a Viggo que estaba entre inconsciente y despierto y se lo echo al hombro. Después se dio la vuelta y miró a los tipos -ahora dime ¿todavía quieres una compensación?-

El tipo gordo del mohicano negó mientras arrugaba la nariz.

-Bien, entonces eso es todo, que les vaya bien-

Tsubaki camino de vuelta y cuando paso por al lado del gordo del Mohicano, se giró y lo miro a los ojos. Asintió y le dijo -este muchacho es mi hermano, me gustaría dejar las cosas así, pero ya ves, lo vi crecer y llegar a ser así de estúpido-. Entonces Tsubaki le puso un puñetazo que lo mando contra la muralla de uno de los costados del callejón. El tipo cayo inconsciente y los otros cuatro solo pudieron mirar a Tsubaki con miedo.

Por su parte, Tsubaki siguió su camino y desapareció del callejón. A plena luz del día, camino como si no pasara nada con un niño de diez años al hombro. El muchacho no despertaba nunca, así que después de media hora de cargarlo, Tsubaki sonrió. Busco un abrevadero para caballos y una vez que lo encontró, vio que el agua estaba verde de lo sucia. Incluso lo mismos caballos que estaban a un lado, evitaban beber de ella. Tsubaki tomo al pequeño revoltoso y lo lanzo al agua.

Viggo soltó un grito mientras emergía del agua y tragaba agua maloliente en el proceso. Después se apoyó en la orilla del abrevadero y se empujó fuera del agua apestosa.

-Maldición, hermana ¿Quieres matarme?- dijo Viggo, después empezó a escupir cualquier residuo que pudiera haberle quedado en la boca.

Tsubaki frunció el ceño y le pego un coscorrón -¿Qué pasa con esa boca muchacho del demonio?- pregunto molesta -¿Hephaestus-sama no te enseño a ser respetuoso con tus mayores? Maldición, hasta yo misma te lo he repetido hasta el cansancio-

-¿Por qué me pegas?- pregunto Viggo agarrándose la cabeza

-Porque eres un sin respeto y últimamente estas dando muchos problemas-

-Eso, eso- dijo Viggo mirándola a los ojos y buscando una excusa -los chicos malos…- iba a decir, pero esta vez, Tsubaki le tiro de las orejas.

-¿Qué mierda estas diciendo? Repítelo, mocoso, quiero ver que me digas semejante estupidez-

-¡Aí!, ¡Aí!, hermanita, no me pegues, me portare bien, te lo prometo-

Tsubaki le dejo de tirar las orejas y le dijo -palabras vacías, te he escuchado decir eso muchas veces, pero cada día estas más desobediente. Ya ni siquiera le haces caso a papá. Todos en la casa están preocupados por ti, pero tu andas aquí perdiendo tu tiempo-

-¡No estoy perdiendo mi tiempo!- grito Viggo -estoy ayudando a las personas, estoy ahuyentando a los malos, eso no es perder tiempo-

Tsubaki se enojó y le puso una poderosa cachetada que lo envió al suelo -bonitas palabras, pero el gran héroe hubiera muerto sino fuera por papá- dijo -el gran héroe ni siquiera tiene la fuerza para poder defenderse de pequeñas escorias ¿Y sabes que es lo peor de todo? Eso pasa solo porque el gran héroe no quiere estudiar ni quiere entrenar junto con sus hermanos. Lo único que quiere es divertirse y andar dándose de golpes con otras basuras. Ottar ya es un nivel tres, Tatsumi y Flora ya son nivel dos. La gran ventaja que tenía el gran Viggo desapareció hace medio año. Mal por ti, bocón-

-Eso es por ahora- murmuro Viggo con la mano sobre su mejilla inflamada por la cachetada -mi potencial es ilimitado-

Tsubaki se calmó y le dijo -pero todo ese potencial no sirve de nada si no se entrena. Solo eres un trozo de metal bueno, a lo mejor, de acero de damasco, pero sin pulir, sin forjar. En pocas palabras eres tan inútil como una piedra- Tsubaki soltó un suspiro y le tendió la mano para que se pusiera de pie. Viggo acepto el gesto de mala manera, pero dejo que lo jalaran. Una vez Viggo de pie, Tsubaki comenzó a caminar con dirección al centro de la ciudad y Viggo la siguió.

-El viejo está cansado de tu mal comportamiento- dijo Tsubaki -así que te enviara a entrenar, buena suerte con eso-

-Lo dudo- respondió Viggo seguro de sí mismo -papá le tiene miedo a mamá y no hará nada que ella le prohíba, y mamá nunca me enviaría a un lugar lejano-

Tsubaki se detuvo y se volteo para ver a Viggo a los ojos -¿Realmente piensas eso?- pregunto en un tono de voz fría. Ella adoraba a Kain desde niña y que este mocoso hablara de él así, le dolía -¿Realmente crees que el viejo le teme a Hephaestus-sama y por eso no te lleva a entrenar?- Tsubaki negó decepcionada y continuo -Ni siquiera puedes entender los sentimientos de los demás. Suerte con eso, te lo has ganado de principio a fin-. Después de eso, Tsubaki siguió caminando y Viggo se quedó de pie choqueado por las palabras.

-Es mentira ¿verdad?- pregunto Viggo una vez que se recuperó de la impresión y la comenzó a seguir -mamá nunca me enviaría fuera de Orario, no dejaría que papá me diera uno de esos entrenamientos demoniacos de los que tanto se queja Jason-

-No lo sé- respondió Tsubaki con indiferencia -es tu problema-

-Estas mintiendo, eso es mentira-

Tsubaki se dio la vuelta y le dijo con una amplia sonrisa -Hephaestus-sama ya le dio luz verde a papá. Ella endureció su corazón y va a dejar que papá trate contigo, suerte con eso-

Viggo tirito al sentir un terrible escalofrió por su cuerpo. ¿Qué hago ahora? Se pregunto mientras se quedaba parado en medio de la calle sin saber que hacer.

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