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Capítulo 25 - Castillo Triturador del Caos y algunos acuerdos

En estos momento Kain va vestido con una túnica blanca, cortesía de la mujer alada. Ella se refirió a sí misma como Sylvaril, la cual le informo que el gran hombre, Perugius Dola, lo quería conocer. Así que sin su consentimiento, lo invocaron al castillo del cielo. Lo que no esperaba Sylvaril es que Kain se tomara esto como un paseo turístico. Reviso los pisos y murallas con si apreciara una obra de arte, toco los muros y los examino como si supiera de que estaban hechos. Paso un rato por el pasillo que conectaba la habitación de invocación con el supuesto trono del rey. Aunque habían todo tipo de mobiliario y un enorme ventanal que te permitía ver el espacio aéreo. Kain no estaba en lo más mínimo interesado en eso. El observaba la infraestructura.

-No esperaba que un bruto pudiera apreciar una obra maestra- dijo Sylvaril

-No lo hago- respondió Kain -solo analizo la forma en que lo construyeron. Ves aquí- apunto Kain. Toco la muralla y coloco parte de su energía del alma. Un centenar de pequeños hexágonos y círculos se iluminaron como si fueran figuras fosforescentes -este castillo fue creado con inscripciones en forma hexagonal con dos proporciones de fuego, dos de tierra y agua. El fuego iba intercalado entre los otros elementos. Sin embargo, a algún genio se le ocurrió parchar la superficie con inscripciones en forma de circulo ocupando los cuatro elemento. Me sorprende que esto siga funcionando-

-Eso- trato de refutar Sylvaril

-No es necesario que digas nada- le dijo Kain con una sonrisa amigable -aunque esto sea una aberración mágica, sigue siendo lo mejor que se pudo hacer. Se necesitarían muchas manos para cambiar la infraestructura. Sin contar el material y el mana-

Después de eso, Kain siguió apreciando el resto del pasillo, mientras Sylvaril y las otras cuatro criaturas convocadas se miraban con estupor.

Una vez que llegaron al final del pasillo, se abrió la puerta y un hombre similar a Orsted estaba sentado en un trono al final de una gran habitación. Tenía una barba blanca bien cuidada. Muy diferente a Orsted, él no emitía ese aire intimidante, pero tenía unos ojos amenazantes. Si Kain tuviera que decir algo al respecto, es que parecía un hombre aburrido, alguien con mucho tiempo. Kain entro a la habitación siendo escoltado y cuando llego al centro. Todos los sirvientes se dispersaron posicionándose alrededor del trono. Cabe destacar que Arumafi y Sylvaril eran los más cercanos.

Nadie hablo en ningún momento. Por otro lado, todos los sirvientes de Perugius usaban mascara. Sin embargo daba la impresión de que miraban a Kain, como si esperaran algo. A lo mejor querían que él mostrara sus respetos. Que se arrodillara como si estuviera frente a un gran rey. Sin embargo, no eran conscientes de sus propias faltas.

Kain al ver que nadie decía nada, creo un trono de tierra y se sentó frente a Perugius. Ambos se miraron durante un minuto sin que sonara ningún palabra. Entonces al final de ese breve momento. Sylvaril se acercó a Kain y le dijo -deberías mostrar tus respetos-

Kain le dio una sonrisa amigable y le dijo -ya lo he hecho. Me trajiste hasta aquí sin mi consentimiento. Rompiste mis cosas y el muchacho de allá- apunto con el índice -el con mascara de gato me amenazo en mi propia casa. No te he matado. Deberías darte por satisfecha-

-Deberías cuidar tu lengua- dijo Sylvaril en un tono profundo

-No provoques tu suerte. Ya te lo dije, mostré mis respetos. No pidas mas-

-Suficiente- dijo una voz grave. Perugius continuo -Sylvaril, vuelve a tu posición-

Una vez mas se instalo un silencio en medio de la sala. Kain algo molesto porque el gran rey dragón blindado no decía nada le pregunto -¿Por qué me llamaste?-

Perugius examino a Kain. No parecía ser de su tribu. Sin embargo, por la inteligencia que había recogido, se suponía que era un gran peleador. Según lo que le contó su sirviente, Clearnight of Thunder (capaz de escuchar todo lo que se dice en el castillo) este hombre entendía la infraestructura del castillo. En estos momentos no parecía ser una amenaza. Su sonrisa era lo más sincera posible, como si estuviera aceptando la situación sin llegar a enojarse.

-¿Quién te enseño a crear círculos de transferencia?- pregunto Perugius con su voz grave. No era el tono de una amenaza, pero se sentía la coerción en su voz

-Ni siquiera estabas pensando cuando lo aprendí- respondió Kain con una sonrisa llena de confianza. Perugius entrecerró sus ojos. Sentía que le estaba diciendo la verdad, pero su sorpresa vino con la siguiente declaración.

-Tú y Orsted no son los únicos seres reencarnados-

-¿Eres de la raza dragón?-

-No, para nada-

-¿Entonces?-

-¿Eso importa?-

Un nuevo silencio se instaló entre los dos. Parecía que se comunicaban con la vista. Entonces Perugius asintió y le dijo -nadie puede utilizar los círculos de transferencia-

Kain torno los ojos al cielo y le respondió algo molesto -no sé de qué círculos de transferencia hablas, pero yo cree el mío. Soy el dueño y tengo la total potestad de utilizarlo cuando se me dé la gana. Además ¿Por qué tanto problema? No es como que sea un lugar público. Yo lo ocupo para ir a ver a mi mujer y mi hermano-

-No es tan sencillo. Hace cuatrocientos años, en medio de la guerra, fueron utilizados como una forma de transporte entre continentes. Por eso nadie debe utilizarlo-

-¿Y porque no crear un sistema de control? De esa manera si alguien ocupa los círculos de transferencia, puedes saber el lugar y el destino-. Como este tipo estaba lleno de excusas, Kain le trataba de dar respuestas. En el peor de los casos lo mataría, pero lo mejor sería que se hicieran conocidos. De esa manera puede sacar más información.

Perugius miraba a Kain, evaluando sus propuestas. No obstante, si él mismo lo pudiera hacer, ya lo hubiera hecho. El mismo disco de transferencia era una herramienta fuera de su alcance. Una cosa era la magia de invocación y otra muy distinta era vincular dos espacios a través de un objeto.

Viendo que Perugius estaba metido en su mundo, Kain se levantó y camino hasta un extremo de la habitación. Había un gran ventanal por el cual podías ver el espacio aéreo. -Una vista única- murmuro. Desde aquí podías ver toda la región de Asura. Si no hubieran tantas nubes en el sur, se podría ver el Reino del Rey Dragon, pero eso sería pedir demasiado. En la región este se veían nubes negras y por encima de ellas sobrevolaban enormes Wyvern. Salvo que desde acá, parecían pequeñas moscas. Kain de repente pensó en traer a sus hijos, a lo mejor cuando estén más grandes. De esa manera podrían apreciar mejor este espectáculo. De repente se escucharon pasos firmes y Perugius se paró al lado de Kain. Su ojos seguían siendo feroces, pero su presencia no emitía ningún sentimiento de hostilidad. Miró a Kain de soslayo y le pregunto -¿Qué opinas de esta nave?-

-Un gran artilugio- respondió Kain en un tono calmado

Perugius soltó una risita y continuo -¿Qué opinas de su desempeño?-

-La infraestructura esta como al cuarenta por ciento de su capacidad. ¿Tú lo reparaste?- pregunto Kain. Miró a Perugius y este asintió. Entonces Kain continuo -para no contar con el conocimiento y los materiales lo hiciste muy bien-

-¿Puedes decirlo?-

-Sí. Principalmente porque utilizaste el elemento de viento para estabilizar la inscripción. Eso le quita potencia a la energía. Si eres conservador, ocuparías inscripciones equilibradas de tierra, agua y fuego, en las paredes. Tratando siempre de dejar el fuego entre el agua y la tierra. Si tienes la suficiente energía. Entonces sería inscripciones en forma de octágono. Con cuatro inscripciones de fuego, dos de agua separando el fuego y en medio dos de tierra. Para darle el equilibrio y firmeza-

-Ven, acompáñame- dijo Perugius

Kain lo acompaño, seguido por todos los sirvientes. No le quitaban los ojos de encima. Pero considerando que Perugius le estaba mostrando su casa (por decirlo de alguna manera), no le dio tanta importancia. Con este gesto, Kain estaba teniendo una mejor impresión del dragón blindado. Caminaron por el pasillo de la izquierda, justo al lado del trono y bajaron por unas escaleras. Se escuchaba un traqueteo, no era fuerte hasta que llegaron frente a una puerta al final de las escaleras. Una vez que abrieron la puerta, el ruido se volvió insoportable. Sin embargo, fue lo de menos. Los ojos de Kain se iluminaron con asombro, como si hubiera encontrado algo maravilloso. Eran maquinas que controlaban la energía del castillo y al fondo podías ver un conjunto de seis cúpulas. Tan altas como casas de un piso. El encendió sus ojos, los familiares reaccionaron poniéndose en guardia, pero Perugius los detuvo levantando su mano. Este último miraba a Kain preguntándose ¿Qué estaba viendo?. Sin embargo, con el ruido ensordecedor del traqueteo, era imposible intercambiar alguna palabra. Kain miro a Perugius y le hizo una señal con la mano, como preguntándole si podía pasar. A lo que Perugius respondió asintiendo. Kain entro al sala de máquinas. Todo estaba hecho de metal. De un metal precioso que no esperaba encontrar en este mundo. La gran pregunta era ¿de dónde vino esto?. Eran grandes cantidades de titanita centellante. Los núcleos de las cúpulas en su interior emitían una energía similar a las piedras del mundo de Orario. Cabe destacar que eran piedras mágicas del tamaño de un hombre adulto.

-o-

Una vez que Kain y Perugius salieron del cuarto de máquina, fueron a una terraza "al aire libre". Aunque podías ver el cielo azul y no se veía un techo, estaba resguardados por una cúpula transparente. Había pasto a los alrededores y todo el patio era bordeado por calas amarillas. En el centro había una mesa y dos sillas. A su lado un carrito perfectamente provisionado con todo tipo de exquisiteces. Kain y Perugius se sentaron mientras eran atendidos por Sylvaril. Ella les sirvió una porción de kutchen acompañado de té verde con aroma a jazmín.

-Excelente- dijo Kain mientras disfrutaba del agradable aroma. Después de probar el té, miro a Perugius y espero a que terminara su té -¿Qué es lo que quieres?- pregunto

-Digamos que necesito mejorar esta nave. Me faltan manos- respondió Perugius

-Y el conocimiento- agrego Kain con una sonrisa

Perugius sin la más mínima incomodidad asintió y continuo -así es. Entonces dime ¿Qué quieres a cambio?-

-Primero, que tus sirvientes no me molesten. Mi círculo de transferencia esta fuera de su alcance. Segundo, ¿tienes una biblioteca?- Perugius asintió y Kain continuo -entonces que me des libre acceso a ella. Tercero, que me permitas traer a mis hijos. Solo quiero mostrarles este lugar-

-Este no es un lugar para niños- dijo Sylvaril. Parecía molesta

Kain la miró y le respondió -no te preocupes, mis hijos son pequeños. No los pienso traer ahora. Además, ellos son bonitos y gorditos, hasta una mujer rígida como tú los amaría-

-Todo está bien, pero tengo ciertas salvedades con la biblioteca- intervino Perugius

Kain lo volvió a mirar y le pregunto -¿Cuáles son?-

-No te conozco, no sé que tipo de persona eres-

-Pero puedes decir que no soy un mal tipo- Perugius asintió y Kain continuo -por ahora aceptare dejar fuera de nuestro acuerdo, las cosas que consideres conocimiento peligroso ¿trato?-

-Trato- respondió Perugius -además quiero aprender-

-Ok, pero eso te costara un extra. Nada especial. Solo quiero que me ayudes con unos pequeños viajes rápidos-

Perugius levanto la ceja y le pregunto -¿adonde?-

-Al abismo del dios dragón y al continente del cielo-

-o-

Una vez que llegaron a un acuerdo, Kain fue devuelto a su casa en Asura. Todo el lugar estaba en completa calma, no parecía faltar nada. Sin embargo, no alcanzo a dar más de tres pasos en el primer piso y una mujer se abalanzó sobre él. Reida estaba al borde de la histeria, sobre todo porque cuando se despertó, no lo encontró. En un principio pensó que a lo mejor, Kain había ido al baño. Así que continuo durmiendo. Pasaron las horas y cuando volvió a despertar ya era tarde. Por lo menos las diez de la mañana. No lo encontró por ninguna parte, así que lo salió a buscar a la calle. Paso toda la mañana en eso y cuando llegaron las dos de la tarde, supuso lo peor. Volvió a la casa esperando que solo fueran ideas locas que pasaban por su cabeza. Pero no había nadie. Ahora, solo faltaban unos cuantos minutos para las tres, cuando por fin Kain apareció.

Una vez que conversaron, Reida traspiro frio. Se pregunto si había elegido mal. Este hombre estaba loco. Tomándose a la ligera al rey dragón blindado, haciendo tratos y prometiendo cosas. Una vez que terminaron de conversar soltó un suspiro. Sentía que todas sus extremidades carecían de fuerza. Ella perdió toda su elegancia y prácticamente se desparramo en la silla mientras se tapaba los ojos.

-¿Estás loco?- le pregunto Reida con una voz cansada

Kain soltó una risita y le respondió -para nada, solo hice algunos tratos que nos beneficiaran a futuro. ¿Algún problema?-

Reida negó y con los ojos aun cerrados, estiro sus brazos, como pidiéndole que la llevara a su cama. Este hombre no tenía remedio, pensó Reida. Kain por otro lado, hizo su parte. La cargo hasta la cama y la dejo descansar.

Una vez que llego la tarde, a eso de las ocho de la noche, el sol estaba rojizo, la briza agradable y el aire limpio. No hay que malentenderlo. El aire en Asura era limpio, pero de vez en cuando, el viento soplaba en ángulos extraños atrayendo el olor a humo de las chimeneas. Como la tarde estaba tan agradable, Kain ordeno bajo el árbol de naranjas una mesa y dos sillas. Acompaño el mobiliario con algunos regalos que trajo del castillo de Perugius (sobre todo ese té tan bueno) y lo acompaño con algunos dulces. Después llamo a su diosa del agua y juntos disfrutaron la tarde.

Una vez que terminaron de tomar el té, el cielo se estaba oscureciendo y se iban a levantar. Kain miró a Reida con un toque de seriedad y le dijo -mañana voy a ir a Millis. Quiero que vengas-

Reida como con un efecto reflejo tirito. Temió lo peor. Que a lo mejor, su sueño de amor que había vivido durante todo un mes, de repente terminaría. Ella miro a Kain y le respondió -Kain, yo, no, no me siento preparada-

Kain negó y le dijo -es mejor que afrontemos esto ahora. No te dejare, pero es algo que hay que conversar entre todos. Ahora ya no eres solo Reida, La Dios del Agua. Eres Reida, esposa de Kain. Ven conmigo, veras a mis esposas. Ellas son más maduras que cuando las conociste. También puedes ver a mis hijos. Ellos son adorables-

-Déjame, déjame pensarlo un poco. Por lo menos hasta mañana-

Kain asintió de buena gana, pero Reida forzó una sonrisa y una vez más se fue a dormir. Paso toda la noche en vela. Ayer el abrazo de Kain le daba confort. Sin embargo ahora, parece que había perdido su poder. Se sentía inquieta, a lo mejor triste. Sin saber cómo irían las cosas, pensó en muchos tipos de finales y ninguno bueno para ella. El manto de oscuridad de la noche se disipo. Dio paso a un día increíble, pero Reida aún no se sentía mejor. Se levanto algo angustiada, vomito en el baño y solo después de una hora salió. Kain la trato de consolar. Le preparo varios tipos de infusiones de té para que se tranquilizara. Reida respondió tomando el té y mostrando una sonrisa forzada. Al final Kain le dijo que no era necesario forzarse a nada, que no era necesario que fuera.

-Es necesario que vaya- respondió Reida

Kain no la escucho muy convencida, así que le pregunto -¿Segura?-

Reida trato de reconstruir una sonrisa y lo abrazo mientras asentía. Ella misma no sabía porque se presionaba a esto. Sin embargo, acepto que esto era inevitable. En algún momento tenían que reunirse y acordar hasta donde llegarían. Ella misma se sentía incapaz de dejar a Kain, pero sabiendo que del otro lado del portal, están sus hijos. Es inevitable que él viaje.

-Vamos- dijo Reida con una voz cansada

Entonces Kain asintió y viajaron a Millis.

-o-

Al igual que en Asura. En Millis había un cuarto subterráneo reforzado con magia de tierra. Este lugar tenía algunas diferencias, cortesía de Catalina. Ella se había quejado de Kain y su diseño simplista. Así que le agrego algunos detalles, como un piso dividido en cuadros perfectamente cubicados y el emblema de Kain en las paredes. Por la forma en que se veía, cualquiera diría que es el lugar de un ritual demoniaco, pero no. Solo era el lugar de un círculo de trasferencia. Algo que ni el único héroe vivo en la actualidad, dominaba.

-Este lugar, se ve un poco tétrico- comento Reida

-Mas o menos, pero no le des tanta importancia. Vamos. En estos momentos, los tres grandes deben estar comiendo- Respondió Kain

-¿Los tres grandes?-

Kain soltó una risita tonta y le dijo -mis hijos-

Reida no supo que responder a la forma tan particular de llamar a unos bebes. Siguió a Kain por un pasadizo, subieron por un ascensor movido por un sistema de poleas y llegaron al primer piso. Era impresionante el diseño de esta casa. Todo se veía tan pulcro, como si el polvo y la suciedad no pudieran entrar. Los muebles barnizados, los hermosos candelabros y algunas luces extrañas. Parecía que utilizaban una fuente de luz desconocida. Lo más probables es que si hubiera ido al castillo del cielo, no lo encontraría tan impresionante, pero como no era así. Para Reida fue impresionante.

El pasillo que pasaba desde la entrada de la mansión hasta la cocina estaba deshabitado. Sin embargo, se escuchaban pequeñas risas desde la cocina. Unos pequeños duendecillos estaban muertos de la risa. Kain con una gran sonrisa camino y Reida lo siguió. Mientras avanzaban, Kain miró a Rieda con un rostro tan feliz y como un efecto reflejo, ella no puedo evitar imitarlo. Nunca había visto esa cara. Era como si Kain se hubiera llenado de pura felicidad.

Una vez que llegaron al final del pasillo, Kain asomo una pequeña parte de su rostro por el dintel de la puerta. Miró y vio a los tres grandes sentados en sus sillas. Catalina y Lilia los alimentaban. Solo estaban los cinco. Mientras les daban comida, Catalina hacia algunas caras divertidas que sacaban risas. Incluso la misma Lilia no podía dejar de reír. Kain los miró desde el dintel, pero de repente los bebés dieron un grito lleno de alegría. Elías y Ars se pusieron a llorar y Kain jr golpeaba su silla como exigiendo algo. Al rato después también empezó a llorar y Catalina y Lilia miraron hacia atrás. Estaba Kain y cerca de él, Reida. Algo más tímida pero igual de feliz de ver a los pequeños elfos, gorditos y bonitos.

-¿Cómo te fue querido?- pregunto Lilia en un tono calmado. Sus ojos estaban posados en Reida, como si ya supiera que algo era inevitable y tratando de aceptarlo. Por otro lado, Catalina camino hasta Kain, le dio un beso en los labios y lo llevo frente a los tres bebés. Kain beso a Lilia y se dedicó a sus hijos. Todos alegaban en un llanto ininteligible. Así que los tuvo que tomar a todos en brazos. Los bebés estaban sucios con comida, por lo tanto Kain también quedo sucio. Él solo se reía, besaba y abrazaba a sus tres hijos. Era como si una parte de él volviera a estar completa. Después se volvió para mirar a Reida y los llevo junto a ella.

-Ves a este pequeño orejas cortas de en medio. Se llama Kain igual que yo. Este de la derecha y más pequeño se llama Elías. Es el hijo de Victoria. Este de la izquierda es Ars, hijo de Lilia. Catalina, la persona que está al lado de Lilia es la madre de Kain-

Reida asintió con una gran sonrisa -son hermosos- dijo

-¡Verdad!-

Kain soltó una carcajada y por alguna razón, tanto Ars como Kain jr lo imitaron, ganado las risas de todos.

-Kain- dijo Lilia en un tono calmado -porque no vas a arriba a jugar con ellos. Mas tarde los bañamos. Lo necesitan-

-Ya lo creo- respondió Kain -no sé si comen por el pelo o por la boca. Tiene comida en la cabeza-. Entonces Kain entendiendo el mensaje y dejo a las mujeres conversar. Le dio un pequeño giño a Reida y se fue.

Una vez que las risas de los bebés apenas se escuchaban. Reida miro a Lilia y Catalina. Era un difícil momento. Al menos para Reida. Se sentía como una intrusa. Sin embargo, Catalina rompió el tenso momentos.

-Por dios, gracias a dios que llego. La falta de sueño me estaba matando- dijo Catalina

-Y que lo digas- respondió Lilia. Ella miro a Reida y haciendo un suave gesto le dijo -ven con nosotras. Yo creo que tenemos que conversar-

-Así es- respondió Reida algo más calmada

Una vez que se sentaron. Catalina se presento -mucho gusto, me llamo Catalina-

-Mucho gusto, Reida-

-Nosotras ya nos conocemos, así que no creo que sea necesario, pero por si acaso, me llamo Lilia-

Una vez que se cruzaron las miradas entre Reida y Lilia el ambiente se volvió tenso. No existía la animosidad, pero era una sensación semejante a no saber cómo abordarse. Cuando se conocieron, Lilia era solo una jovencita y su temperamento estaba muy por debajo de lo que es hoy en día. Un fuerte aplauso se escuchó entre Lilia y Reida. Miraron en la dirección del sonido y vieron a Catalina sonreír.

-Chicas- dijo Catalina con una gran sonrisa -si siguen mirándose así, dudo que esta conversación avance. Sería mejor que compartamos un poco de vino. Así se les aflojara la lengua-

Lilia la miro con duda y le pregunto -¿no es un poco temprano para beber?-

Catalina negó -nunca es demasiado tarde o temprano para compartir-

Reida soltó una risita y asintió.

Una vez que Catalina ejecuto su plan, comenzaron a conversar de todo tipo de cosas. Lo primero fue saber que habían hecho durante todos estos años. Una cosa fue escuchar los sucesos de la boca de Kain y otra muy diferente desde el punto de vista de sus esposas. Las cosas no eran tan simples como las presento el elfo. No eran tan comunes como las hacía ver. Mas parecían las proezas de alguien que se va a volver rey algún día. Sobre todo su lucha con Orsted. No se sabe hasta qué punto llego el combate, pero el solo hecho de volver vivo, ya significaba mucho.

Cuando llegaron las cinco de la tarde, Catalina se mantenía imbatible, firme como un roble y riéndose de Reida y Lilia. Par de borrachas. Cada una hablaba de cómo estaban enamoradas del apestoso elfo. De como querían permanecer a su lado. Lilia le pidió perdón a Reida. Ella la había alejado del hombre que amaba solo por los celos. El trago hacia muchas cosas, sobre todo sacar las penas del corazón. Compartieron algunas copas más y a eso de las seis de la tarde, Reida y Lilia estaban fuera de combate, ambas apoyaban la cabeza en la mesa y murmuraban algunas cosas, pero nada relevante. Solo los delirios de un borracho. Por otro lado, Catalina se mantenía firme, algo colorada por el calor que le daba el vino, pero nada más allá de eso.

-Bien, la chusma esta fuera de mi camino- dijo Catalina con una sonrisa mala. Dejo a las dos borrachas en la mesa, subió por las escaleras y llego a la habitación de los bebés. Para su suerte, también estaban fuera de combate. Habían estado jugando durante varias horas. Por otro lado, como sus esposas estaban ocupadas, Kain se tomó el lujo de bañar a sus hijos. Cosa que no fue fácil, pero le trajo algunas alegrías. En estos momentos Kain los miraba desde un silla, a unos dos metros de las cunas. Catalina camino hasta él y lo abrazo por detrás. Lo comenzó a besar en el cuello. Después paso al frente y se sentó a horcajadas.

Kain la detuvo de empezar cualquier cosa y le pregunto -¿Lilia y Reida?-

-Fuera de combate. Podrán ser grandes luchadoras, pero no fueron rivales para un poco de vino- comento Catalina mientras pasaba sus manos por debajo de la camisa de Kain. Ella continuo -dame lo que es mío sucio orejas largas. Tu te divertiste con esa mujer, pero aquí yo estoy pasando sed-

Kain soltó una risita. Reviso que los tres grandes no se despertaran y llevo a Catalina a su habitación. Cerro la puerta y durante dos horas, solo se escucharon gemidos.

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