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Capítulo 30 - Campeona de la ceniza

En medio de la noche, Elizabeth y Kain se abrazaban. Mientras ella pasaba sus manos por el cuerpo de él. Recordaba como acordó probar el fruto prohibido. Kain en un principio no estuvo de acuerdo, pero después de ser convencido, accedió. Él le había dicho que con todo lo que paso con Yorshka sería mejor esperar. Sin embargo, Elizabeth insistió. Dijo que era la campeona de la ceniza. Puede que hoy muera, quizás mañana o tal vez pasado. No se sabe, por lo tanto, le dijo que prefería pasar este momento con él.

-Eso dolió un poco- susurro Elizabeth

-¿Arrepentida?- pregunto Kain

-Nunca, quiero hacerlo muchas veces-

Kain la miro, vio que esos ojos tenían miedo. Entonces él asintió y la beso. Siguieron así por un buen rato, hasta que una cosa llevo a la otra y continuaron.

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-¿Y?¿Qué tal?- le pregunto Yennefer a Elizabeth. Esta última se sonrojo y la llevo a otra habitación. Kain quedo en el comedor con Layla. Ella le regalo una suave sonrisa. Él por otro lado la saludo con un beso. Como Yennefer y Elizabeth se fueron a otro lado, le toco a él preparar el desayuno. Layla lo acompaño en esta empresa. De vez en cuando compartían uno que otro beso, sin embargo mantuvieron todo a raya.

Pasado ya media hora, las muchachas volvieron cuando ya tenían todo preparado. El ambiente se sentía un poco más armónico hasta que Yennefer dejo caer un comentario -¿Cuándo lo vas a hacer Layla?-

Kain dejo escapar una tos, mientras que Layla algo ruborizada agacho la cabeza. Ella quería dar ese paso, ya lo había hablado con las chicas. Incluso con la anciana mercader. Layla solo dudo porque nunca supo de estas cosas hasta este momento. Sin embargo, no quería decir que no tuviera interés. Ella hizo una tos falsa y le dijo -no te preocupes, cuando me sienta lista, lo haré-

Yennefer asintió, le dio una sonrisa y un guiño de complicidad. Ellas continuaron comiendo, Kain también lo intento. Así paso el desayuno, en relativa paz.

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Kain estaba sentado en las escalinatas que daban a la hoguera del santuario. A su lado lo acompañaba Layla que le tomaba la mano. Mientras él miraba la hoguera, empezó a soñar con todo lo que había sucedido.

Ya habían pasado dos meses desde el incidente con Yorshka. Elizabeth se había recompuesto de alguna manera. Yennefer por otro lado, estaba casi lista para emprender su "viaje". Sin embargo, de Orbeck no se sabía nada. Kain estuvo mirando todo el tiempo por si volvía, pero nunca volvió. Él negó en su mente hasta que fue sacado de sus pensamiento.

A su lado Layla, le tomo la mano. Ella se la acarició y en un suave tono le pregunto -¿Qué te preocupa?-

Kain sonrió, le beso la mano y le respondió -nada- y después siguieron contemplando la hoguera.

Alguien que en todo este tiempo no estuvo feliz, fue Ludleth. No le gusto que Kain le diera los ojos a la guardiana. Sin embargo perdió un trozo de su trono como advertencia. Kain todavía recuerda como el hombrecillo despotrico por tal osadía. Le pregunto ¿Cómo se atrevía a darle los ojos a la guardiana?. Él y otros sabios lo habían designado así. ¿Qué cómo se atrevía a ir en contra de la ley?. Pero Kain no lo escucho, levanto su mano, creo un fragmento, lo imbuyo en luz solar y de un golpe, devasto el trono del "gran señor".

Kain le dijo en ese momento -solo eres un pequeño señor. En estos momentos podría matar juntos a todos los señores. Así que, si me sigues fastidiando, los señores ya no serán cinco, sino cuatro ¿entendido?-

Ludleth se calló. No hablo más, no amenazo a nadie pero nunca más le dirigió el habla a nadie. Kain quedo conforme con tal acción. Ya era bastante hilarante escuchar a un timador. Él sabía la verdad, con tal minúscula alma debería haber un error. Este pequeño ser, de ningún modo podía ser un señor de las cenizas.

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-Dime Layla ¿Qué pasa cuando cazan a todos los señores de la ceniza?- en medio de la noche, Kain pregunto.

Ella por otra parte, cuando escucho esto frunció el ceño y lo regaño -suena tan mal cuando lo dices así. Ellos son traídos devuelta a sus asientos. Se espera que los señores de la ceniza no quieran acudir al llamado. Por eso está la guardiana y el adalid. Después de pasar por diferentes pruebas, el adalid se fortalece. La guardiana le ayuda, y de esa manera alcanza el nivel necesario para reavivar la primer llama-

Kain asintió, le dio dos besos y le pregunto -¿Qué pasa después con la guardiana?-

Layla agacho la mirada y dijo -somos consumidas por la llama junto a nuestro adalid-

Kain asintió y abrazo a Layla. Hicieron el amor una vez más y ella se durmió. Kain por otra parte, quedo despierto. Tenía muchas ideas sobre este mundo. Pero sinceramente no sabía por que hablaban de reavivar y enlazar una llama. Acaso ¿algo le faltaba a esa llama?. Él, como herrero, sabe que se necesita carbón para mantener la fragua a una buena temperatura. Pero eso pasa porque el fuego de la fragua es artificial. Sin embargo, el mundo o la naturaleza no necesitan esas cosas. Todo se regenera de forma natural. No se desperdicia nada. Incluso los animales que mueren de viejos se convierten en el alimento de la nueva generación. Como un ciclo eterno de nacimiento y muerte. Nada cambia, solo se transforma. Entonces ¿Por qué la llama que le da vida a este mundo, necesita ser alimentada?.

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Kain se despertó al día siguiente. La guardiana estaba durmiendo con una respiración suave. Ella se acurrucaba a su lado mientras él la miraba. Le dio algunos besos en la frente. Le acarició el pelo que ahora estaba suelto. Ella sintió el tacto y forzó sus párpados para abrirse. Layla lo miro a los ojos, le dio una sonrisa y con un beso lo saludo. Una cosa llevo a la otro y bien temprano en la mañana, hicieron el amor.

Kain y Layla después de sudar, fueron al baño. Allí se encontraron con Elizabeth y Yennefer. Ellas le sonrieron y Layla se sonrojo. Fue a una esquina, tomo agua y jabón. Allí se trato de lavar en silenció pero Elizabeth no se aguanto y le comento -fuiste un poco ruidosa en la mañana-. Layla no pronuncio palabras pero sus orejas se volvieron rojas como tomates.

Kain sonrió y les dijo mientras se enjuagaba -voy a ir al pantano. Según tengo entendido hay algunas cosas buenas-

Elizabeth miro a Yennefer, ellas asintieron y Yennefer hablo mientras se enjuagaba el cabello-yo te acompaño- . Se dejo caer una buena porción de agua. Después se apartó su mojado cabello del rostro y continuo -dime ¿Qué hay de bueno ahí-

Kain se echó champú en el cabello y mientras se refregaba, le respondió -hay algunas setas gigantes. Tengo entendido que puedes imbuir las armas con eso-

-¡Ooooh, quiero ir!- dijo Elizabeth toda emocionada. Pero Yennefer le dio una mirada y rectifico sus palabras -mejor no. Tengo algunas cosas que hacer-. Yennefer asintió. Esto no quedo fuera de la vista de Kain pero no dijo nada. No sabe que trato tienen estas dos mujeres pero espera que no sea nada muy oscuro.

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-Ponte esto- dijo Kain mientras le entregaba unas botas a Yennefer.

Ella a su vez frunció el ceño y dijo -son feas, no me gustan-

-No son para que te gusten. Son para que no te hundas en el barro-

Yennefer asintió. Entonces la pareja camino hasta llegar al pantano de Farron. El aire era fétido, tóxico como mínimo. El fango y el veneno eran lo que más había en el lugar. Los árboles eran altos, pero tenían hongos y criaturas que colgaban de sus ramas. La poca construcción que se veía estaba derruida. Solo eran trozos de construcción como puentes, cúpulas y edificios a medio derruir. Si alguna vez fue un lugar para vivir, ya había pasado hace mucho tiempo.

A lo lejos, cerca de unos cadáveres crucificados. Kain vio a un enjambre de babosas carcomiendo el cuerpo. Yennefer lo tomo de la mano, sin embargo, Kain pudo notar la intoxicación en su mirada. Saco de su anillo una pastilla y se la dio. Ella al comerla exclamo con alivió -esto es bueno. Ya no me duelen los ojos ni la garganta-. Kain asintió y caminaron por todo el pantano de Farron. Decirle bosque era darle un honor que hoy en día, no se lo merecía.

En el camino hubieron muchas criaturas. Bestias que con algo de raciocinio, empuñaron cuchillos y lanzas para defender su territorio. No fueron un problema. Sin embargo, Kain tomo nota de no utilizar caos en este lugar. Adquiría una fuerza difícil de controlar. Pensó que debía ser por la emanación de gases venenosos. Después de eliminar a un centenar de babosas, varias docenas de bestias y matar a un tipo con una máscara de calavera. Kain encontró lo que buscaba.

Para bien o para mal, las setas humanoides estaban muertas, eran gigantes, tal altas como una persona o aún más. Lo que encontró peculiar fue que tenían manos y pies. A Yennefer, esto le causo asco. Ella espero a Kain a unos metros, mientras este último diseccionaba las setas. Él las abrió y al revisarlas, se dio cuenta de que eran como una seta normal. Sin embargo cuando llego al cerebro hubo algo raro. Era como la parte más primitiva del cerebro. Kain formulo que estas setas antes eran humanos. Sin embargo, algo las había transformado en estas cosas. Después de eso, Kain se dedicó a cortar y almacenar lo que necesitaba. "Resina de pino dorada" le decían a esta cosa. La gente no sabía que solo ocuparon la sangre de otro ser humano, porque aunque transformados en setas, seguían siendo humanos.

Cuando Kain termino ya era la tarde. Yennefer lo miraba, tenía curiosidad, pero el asco que le daban esas setas con manos y pies, nadie se lo quitaba. ¿Cómo un vegetal podía ser así?. ¿Cómo podía tener manos y pies?. En su mundo también habían criaturas humanoides. Pero no eran de la naturaleza. Muchas veces se producían por maleficios o maldiciones. Y las criaturas de la naturaleza que tenían manos y pies, era porque imitaban a los humanos.

Kain termino, miro a Yennefer y moviendo su mano para limpiarle la cara le dijo - tienes suciedad en esta mejilla-.

Sin embargo Yennefer dio un paso atrás y le dijo -no me toques, no mientras no te hayas lavado las manos. Esa cosa, esa seta, me causa cierta repugnancia-

Kain asintió y le dijo -es entendible, antes eran humanos. Lo más probable es que con magia se transformaron en esto-.

Yennefer siguió mirando a la seta después de que le dijeron eso. Kain se lavó las manos, se acercó a Yennefer y le dio un beso. Ella algo molesta le dijo -no creo que sea el mejor lugar para tener una cita-

Kain asintió, le dio un último beso y emprendió el viaje. La llevo hasta una larga escalera. Subieron a lo más alto de una torre. Dentro de la torre había un enorme lobo durmiendo. A su alrededor habían espadas clavadas en el suelo. Según el ojo de Kain ninguna era la gran cosa. Pasaron de ellas y subieron a un elevador. Allí siguieron subiendo hasta llegar a un mirador. Todo el pantano de Farron era visible. Más allá se veían unas murallas y más allá de eso se veía un enorme y amplio océano.

Yennefer se apoy�� en la barandilla y miro hacía el horizonte. Encontró que era un bonito lugar. Se veía limpió, no tan sucio ni tan toxico como abajo. Se pregunto si esto era parecido a conocer a una persona. Por otro lado, Kain la tomo de la cintura y le planto un beso.

Yennefer se dio vuelta y se abrazó al cuello de Kain. Él sonrió a su vez y le pregunto -¿Qué te preocupa?-

Ella miró esos intensos ojos lazuli y le dijo -muchas cosas. Estaba… ¿estaba pensando si quedarme sería buena idea?-

-Este no es un buen mundo y si Elizabeth no estuviera tan inmersa en enlazar esa llama, te pediría que te la llevaras-

Yennefer entendió. Le dio un gran beso, uno propio, uno egoísta y le dijo -quisiera quedarme-

-No seas testaruda. Yo me quedare hasta que Elizabeth complete su tarea y después me iré. Si es por vernos de nuevo. Bueno, técnicamente yo no puedo morir. Así que si sigues viajando por las dimensiones puede que nos encontremos de nuevo-

-Eso es demasiado difícil. Sería imposible-

-Sería destino- dijo Kain cambiando su rostro a uno serió y le prometió mientras le besaba una mano -la próxima vez que nos veamos serás mía. No será solo sexo, seremos familia-

Yennefer se quedó estupefacta. Quería articular alguna palabra, pero solo alcanzo a decir -yo, yo, yo no sé si podré cumplir con tus expectativas- entonces agacho la cabeza.

Kain negó con una sonrisa, le dio un beso en la otra mano y le dijo -no tienes que decir nada. Ya te lo dije, si es destino, entonces serás mía-

Yennefer levanto la cara, miro esos ojos y asintió. En esa hermosa tarde, en ese mirador, compartieron esa promesa.

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Otro mes se fue sucesivamente. En estos momentos, Kain miraba a Elizabeth delante de él. Ella vestía una hermosa armadura plateada. Kain le cambió los colores al pectoral y los brazos, ahora tenían un color verde claro. Ella estaba agradecida. Miro a Kain y le dio muchos besos. Tantos que Yennefer y Layla la comenzaron a molestar. Elizabeth se sonrojo pero sonriendo les mostró como se veía. Yennefer le dijo que le tenía envidia, que se veía poderosa. Layla por otra parte, le dijo que cada día se veía más como una señora de la ceniza. Elizabeth asintió sería y miro a Kain.

-Dime- dijo Kain mientras le acariciaba el rostro. Esta niña se veía increíblemente dulce. Sin embargo era la campeona de la ceniza. Se pregunto ¿Por qué tenía que dejarla sufrir tal destino?. Él negó, saco esos pensamientos de su cabeza y la escucho.

Elizabeth se paró sobre las puntillas de sus pies, le dio un tierno beso y le dijo -empezare mi viaje a la Ciudad Profanada. Lo haré sola-. Kain asintió, bajo el rostro algo triste. Ella le dio un último beso y se fue a preparar sus cosas. Kain quedo cuestionándose porque permitía tal cosa.

Sin embargo, Layla le susurro al oído -esto es importante. No es como muchas iglesias dicen. Esto no es por los dioses. No es por la gloria como piensa Ludleth. Esto es por el mundo, en toda su expresión-. Kain la miro a los ojos, supo que esta mujer sabía algo, pero no la cuestiono.

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Elizabeth paso la última noche con Kain. Ahora estaba en el baño. Se enjuago el jabón y se fue a su habitación. Después de pertrecharse su armadura, se ciñó su espada y salió de su habitación. En el comedor la esperaban sus tres amigos. Kain le ofreció asiento. Ella lo tomo y se sentó entre Layla y él. Comieron sin mucha conversación. Al llegar el momento de la partida, Layla y Yennefer le dieron un último abrazo. Entonces, Elizabeth y Kain se quedaron solos.

-¿Estas segura?- pregunto Kain

-Estoy segura. Es momento de que la campeona de las cenizas pelee por su propia cuenta- dijo Elizabeth con convicción

-En este anillo- dijo Kain estirando su mano -he vertido todo el conocimiento que he acumulado. Te ayudara-

Elizabeth asintió, se lo coloco y lo miro a contraluz. Después de apreciarlo le dio un último beso a Kain y le dijo -Adiós-

-Adiós-

-o-

Kain paso los dos meses siguientes estudiando los diversos anillos y supuestos potenciadores de magia. Esto incluía piromancias, milagros y maldiciones. Tuvo que fundir casi toda su escama de titanita y la titanita centellante. Después de eso se dedicó a modelar varios anillos. Uno que restauraban la salud, otros la estamina, otros que potenciaban la magia y así sucesivamente. Los primeros cien anillos fueron un fracaso. Hubo momentos en que tomo sus invenciones y las lanzo por el acantilado. Después fue regañado por Layla y Yennefer. Ellas le dijeron que no anduviera botando los preciosos materiales por una simple rabieta. Fue una buena lección. También le hizo sentir a Kain que esta relación estaba avanzando. Que lo qué él hacía no quedaba en el limbo. Que había alguien que se preocupaba por él. Por otro lado, en todo este tiempo no supó nada de Elizabeth. Esto fue algo que le quito el sueño durante varias noches.

Ahora, estaba en el pequeño salón de estudios de la casa. Estaba puliendo su última invención. Un anillo que llevaba tres "bendiciones" de manera simultánea. El anillo fue hecho con escamas de titanita. Ya en este punto, había intentado ocupar otros materiales, sin embargo ninguno conducía la energía mejor que este metal. Kain miró el anillo a contraluz. Relucían tres hermosos colores. Azul, verde y rojo. Este "bebé", podía regenerar la vida, la estamina y potenciar la magia. Kain soltó una carcajada de satisfacción. Le saco lustre una vez más y lo dejo sobre la mesa. No obstante, un sonido lo interrumpió, tok tok sonó la puerta y él respondió -pasé-

-¿Qué haces?- pregunto Yennefer mientras abría la puerta. Ella mostro una sonrisa, se acercó y miro lo que había en la mesa. Lo hayo lindo, así que exclamo -¡eso se ve bien!-

-Gracias-

-¿Cómo funciona?-

-Bueno, veras. Potencia la regeneración de vida, de estamina y mejora la magia ¿increíble o no?-

Yennefer lo miró encantada, le dio varias miradas a contraluz y asintió -es increíble y muy bonito- dijo

Kain se paró, tomó el anillo y se lo colocó a Yennefer. Ella lo quedo mirando algo asustada. Se sintió nerviosa, algo confundida. Se lo devolvió y le dijo -yo, no es que no quiera tu favor. Sin embargo, esto es muy pronto para mí-

Kain asintió, tomo una gran respiración, guardo el anillo en un cajón y le dijo -no te preocupes. No lo hacía con esa intención. Ese anillo te podría ayudar. Cuando lo quieras, sácalo, estará en ese cajón para ti-

Yennefer asintió y tratando de cambiar el tema, le pregunto -haz estado metido por mucho tiempo en esto ¿Cómo funcionan las bendiciones?-

-No son bendiciones en sí- respondió Kain de forma relajada -veras, al igual que con las magias, milagros, piromancias y demás. Los anillo que supuestamente recibieron la "bendición de los dioses", no recibieron bendiciones tan sagradas como la gente piensa. Esto funciona así: hay cierto lenguaje que los dioses manejan, este es antiguo y más viejo que ellos mismos. Este lenguaje o runas resuena con la energía corporal. Entonces crea un bucle que hace circular la energía y la devuelve al cuerpo amplificada varias veces. Es como si tu tuvieras que gastar cinco manzanas para sanarte una herida. Solo metes una manzana a una bendición y después de procesar la manzana, la bendición te devuelve seis manzanas-

Yennefer quedo confundida pero respondió un -mmm-

Kain la quedo mirando con una sonrisa y sin aguantarse la tomo por las caderas y la beso. Se besaron en un prolongado intercambió, hasta que Yennefer lo detuvo y le dijo -yo no vine por esto. Siéntate, tenemos que hablar-. Kain asintió, se sentó y trato de poner un rostro serió. Yennefer por otro lado le dijo -yo creo que en un mes me iré. Quisiera que fueras a buscar a Elizabeth para despedirme. Iba ir yo pero Layla me relato algunas cosas de la ciudad Profanada que me dio miedo ¿puedes ir?-

-Bien, me iré en un rato más-

Entonces Yennefer asintió con una sonrisa, lo tomo del brazo y lo llevo a la cama.

-o-

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Kain había atravesado unas celdas antes de llegar a la capital profanada. En el borde de un acantilado pudo ver un puente de piedra que lo llevaba a una torre. A la derecha de esa torre se veían las ruinas de algo que parecía ser una ciudad. A la izquierda, varios cientos de metros mas abajo, se veía una especie de templo. En su entrada habían sacerdotes y un cáliz que contenía una misterioso fuego. Kain utilizo su visión espectral. No era fuego lo que había ahí. Eran cuatro almas.

Sin embargo Kain no pudo seguir mirando, una gárgola voló por los cielos y estrello su lanza contra él. Kain evito el golpe, produjo cuatro fragmentos de cristal imbuidas en luz solar y abatió a la gárgola. La gárgola cayo generando un estruendo. Kain fue a ver de qué estaba hecha. Al revisarla, considero que el material era bueno pero nada fuera de lo común. Si se ponía serió y lo derretía, Kain pensó que cuando mucho, podría sacar un kilo de titanita centellante, por lo cual, no valía la pena tanto esfuerzo. Kain dejo la gárgola y cruzo el puente de piedra. Camino hasta la torre y se dirigió a lo que parecía ser, el único piso que no se había desmoronado. Ahí encontró a un hombre, no había muerto hace mucho, pero al parecer, la codicia lo había matado. A su lado tenía varías cosas interesante. Algunos documentos históricos, joyas y monedas de oro. Kain pudo ver que los pergaminos estaban hechos de oro. Él sonrió y le dio una ojeada. No era nada relevante, solo la biografía de algunos pretenciosos reyes. Como no tenían ninguna cosa que hacer, mandaron a algún idiota a relatar sus vidas.

Kain dejo los pergaminos y se dirigió al templo. Camino por lo que parecía ser un puente a punto de caerse. Otra gárgola lo quiso atacar, sin embargo esta vez estaba preparado. Así que la abatió en el aire antes de que se acercara. Kain siguió su camino en total calma. Llego a una de las dos entradas del templo. Adentro había un espectáculo grotesco. Un centenar de cuerpo humanos calcinados. Los acompañaban todo tipo de objetos de oro. También vio diez cadáveres de no muertos, por su vestimenta intuyo que eran sacerdotisas. En la otra entrada de la habitación había dos gárgolas destrozadas. Kain bajo las escaleras que conectaban la entrada con el piso del salón. Reviso por todos lados, sin embargo no encontró nada bueno. Solo oro y otras baratijas. Camino por un pasillo que lo llevo frente a la vasija con cuatro almas. Habían ocho sacerdotisas no muertos. Así que mientras él no se acercara lo suficiente, no lo atacarían. En la posición opuesta al fuego había una habitación. Ahí se escuchaban gritos de dos guerreros. Una era mujer y el otro un gigante. Kain fue corriendo a ver qué pasaba.

Cuando llego a la puerta vio como las dos cenizas se enfrentaban en combate. El gigante estaba prendido como si el fuego lo poseyera. Movía un enorme machete de izquierda a derecha. En medio de esta acción, de vez en cuando se agachaba lo suficiente para que su oponente, lo golpeara de lleno en la cabeza. Kain se apretó los puños, miro como las dos cenizas luchaban. Hubo momentos en que casi salta para ayudar a la mujer. Pero cuando eso sucedió, la mujer se recomponía y emitiendo un grito colérico para volver a la carga.

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Finalmente, después de dos horas de intensa lucha. El gigante recibió el golpe de gracia. La guerrera clavo su espada en el ojo del gigante y le abrió la cabeza. Al haber sido herido de gravedad, el gigante cayo generando un pequeño temblor. Después de unos instantes, su cuerpo empezó a emitir una luz y se desvaneció. La guerrera por otra parte jadeaba en el suelo, cualquiera que la viera diría que se estaba quedando sin aire. Ella levanto la mano al cielo, miro algo en su mano y le dio un beso, como quien besa su amuleto de la buena suerte. Ahí se quedó, en el frio suelo hasta que la persona que tanto anhelaba, la saco de sus pensamientos.

-Ese fue un buen combate- dijo Kain

Elizabeth se levantó en un súbito movimiento. Pero al hacer eso se sintió mareada y se tumbó de nuevo. Ella sentía que la cabeza le daba vueltas hasta que se vio envuelta en una luz dorada. Puso una sonrisa y dijo -gracias Kain. Te extrañe-

Kain se arrodillo y le dio un beso en los labios. Entonces ella lo abrazo, lloro y le contó todo por lo que tuvo que pasar. Le dijo contra que abominaciones lucho. Como peleó contra las gárgolas y guerreros locos que buscaban solo pelear. Cómo habían carceleros que botaban un miasma que la ahogaba. Cómo casi muere varias veces. Kain la escucho en completo silenció, le daba besos cuando ella parecía que se iba a romper. Al final de una hora de conversación. Kain le dijo -vamos a casa. Tomemos el alma y las cenizas-. Ella asintió, tomo los objetos y los guardo en su bolsa.

Cuando llegaron a la entrada donde estaba el fuego. Kain tuvo una idea y le dijo -espérame aquí, descansa-. Ella asintió y se recostó contra una muralla.

Entonces Kain camino, emitió fragmentos de cristal y se las disparo a las sacerdotisas no muertas. Ellas cayeron al instante y el fuego que parecía tan vivido hace solo un instante, se tranquilizo. Entonces Kain entendió que este fuego solo tenía la voluntad de arder, no tenía emociones, ni deseos, ni pensamientos. Él se acerco a la vasija y salto al interior. Saco una de las almas. Su cuerpo comenzó a arder pero a su vez, el alma de fuego comenzó a ser aprisionada en cristal. Fue una terrible lucha entre dos voluntades pero al final Kain prevaleció. El alma de fuego fue aprisionada en un cubo de cristal no mas grande que la cabeza de un adulto.

Elizabeth al escuchar la lucha fue corriendo y pillo a Kain con el cuerpo carbonizado. Se horrorizo, pero Kain en un tono calmado le dijo -ve, a, descansar, Elizabeth. No te, preocupes, meditare, y, me rege, nera,re-

Elizabeth algo molesta frunció el ceño. Sus ojos estaban acuosos y le dijo -más te vale. Mas te vale volver a mi-

Kain no respondió, solo se sentó y comenzó a meditar.

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Elizabeth fue a ver a Kain. Habían pasado dos horas desde que él hizo tal locura. Lo vio con sus propios ojos, como él tomaba un fuego y se inmolaba a sí mismo. Se pregunto ¿cuán tonto podía ser alguien para hacer tal cosa?. Ahora ella llego a donde estaba Kain. Él meditaba, estaba sereno y su piel se veía como si nada le hubiera pasado. Sin embargo, el cáliz y el fuego ya no estaban. Elizabeth se acercó hasta Kain y le dio un coscorrón.

Este último no se inmuto y le dijo -no tienes para qué golpearme. Sé lo que hago. Si mis cálculos son correctos, esto servirá para terminar con el estúpido ritual de sacrificio-

Elizabeth lo abrazo mientras lloraba y le dijo -no hagas más, eso. Idiota, ¿sabes lo que se siente, ver cómo te inmolas?-

Kain salió de su estado de meditación y le respondió en un tono profundo -¿Qué crees que sentiré yo cuando te vea arder junto a la primera llama?-.

Ella lo abrazo y no dijo más. Compartieron ese momento, en la entrada al trono de la Ciudad Profanada. El dolor de ver a alguien morir es insoportable. Incluso cuando nosotros no queremos que los demás se sacrifiquen por nosotros. Sin embargo, si nosotros nos sacrificamos, ¿Cómo se sentirán nuestros seres queridos?. Como Kain le dijo a su hija Magdalena "Todas esas cosas que hacen los héroes en los cuentos se ven muy hermosas y poéticas. Pero cuando ellos mueren, los que quedan vivos son los que sufren".

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