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—Haremos un plan, pero tú no vas a volver con él. Vamos a recuperar a nuestro hijo y le haremos pagar todo lo que ha hecho. Tenemos que actuar rápido, no vaya a ser que se entere de que estás conmigo y trate de huir. No podemos perder rastros de él. Hablaré con los hombres de Akira para que le demos una visita.

—Pero si hacemos algo mal, puede hacerle daño a nuestro hijo.

—No vas a arriesgarte más, te vas a quedar conmigo y punto, no se discute. Buscaremos una forma de encontrarlo y de atrapar a ese cabrón. Quiero que me digas dónde vive, qué lugares frecuenta, con cuánta gente cuenta, en definitiva, todo. Vamos a trabajar juntos, Daisy. Imagina que es algún trabajo que te encargan, si tanto te cuesta trabajar en conjunto conmigo.

—No es eso, John.

—Entonces no protestes tanto y pensemos en un forma de atraparlo. Dos cabezas piensan mejor que una.  

—Serán tres cabezas— reí al notar su erección.

—Esa no cuenta, aunque se levante y diga presente. La noche será larga, muñeca, así que necesito que te prepares— dijo, y miré mi reloj.

—Se supone que hace cinco minutos le hubiéramos avisado del encargo que me pidió.

—Llámalo, y hazle creer que lo hiciste, que ya vas para la casa.

Sebastián

—Mataron a Pol y a la gata— me avisó el empleado.

—¿Qué?

—Me lo acaba de informar el detective León; al parecer Alma negra pudo escaparse. Alguien le habrá avisado o estaba preparado ya.

—Lo más probable preparado, ese tipo no es idiota.

—¿Qué hacemos, señor?

—Más adelante nos encargamos de ese tipo, continúen en lo que estaban.

—Sí, señor.

Maldición, Gata. ¿Cómo te dejaste matar por ese hijo de puta?

En el precioso momento que iba a mirar el reloj, sonó mi teléfono y era Daisy.

—¿Terminaron el trabajo? ¿Dónde están?

—Vamos de camino a la casa, el trabajo está hecho.

—Muy bien. Date prisa— colgué la llamada.

Ni siquiera me tratas bonito, Daisy. Ya no encuentro cómo llegar a ti. Nos conocimos hace muchos años. Recuerdo cuando nos conocimos en ese bar y como nos divertimos esa noche con tus compañeras del trabajo. ¿Quién diría que la persona que tanto te rechazaba, y te trataba tan mal era ese imbécil de Alma? A pesar de haber hablado de tantas cosas esa noche, ni siquiera me recuerdas y me tratas muy mal, cuando solo deseo ayudarte. Pasé tantos años buscando a esa chica que me robó el corazón esa noche, con tan solo una sonrisa y esa dulce voz, pero ahora me encontré con una mujer rebelde, necia e imprudente. Como quisiera poder retroceder el tiempo, y poder volver a conocer a esa chica que eras. Que nostalgia siento. Poco a poco haré que me ames y que solo tengas ojos para mí, porque ese tipo no te merece y solo te ha hecho sufrir, y como pendeja enamorada le permites todo. Si hubiera actuado esa misma noche, quizá las cosas serían diferentes ahora.

Daisy

—Seremos solo nosotros, no hay tiempo para organizar y llamar a más gente. ¿Tu amiga está dispuesta a ayudar?

—No lo sé, quizá tenga temor de hacerlo, aunque no se sentía del todo cómoda en ese lugar.

—Habla con ella, mientras yo me encargo de buscar el equipo.

—Está bien— me levanté de la cama, y John me agarró la mano.

—Realmente estoy feliz de saber que aún queda algo de esa mujer que escogí como esposa. Pensé que esta vez sí te había perdido— bajó la mirada—. Siento mucho haberte arrastrado a esto conmigo. No hubiera querido que ensuciaras tanto tus manos y has tenido que hacerlo.

—Eso lo escogí yo, tú no tienes la culpa de eso. No me pusiste un arma en la cabeza o me obligaste a quedarme contigo, lo hice porque quise y porque te amo, John. No pensemos en nada malo, veamos el lado positivo; ahora podemos trabajar en equipo y acabar con todos esos que quieren destruir a nuestra familia.  

—No pensé que oírte hablar de esta manera, iba a alterar mis hormonas.

—Tú siempre te alteras por todo.

—¿Y yo qué culpa tengo?— se quedó serio, y reí.

Me acerqué, y le di un beso en la mejilla.

—¿Otra vez tratándome como si fuera tu padre, y no tu esposo? Eso te lo cobraré cuando regresemos, cosita.

—¿Buscando excusas para atacarme?

—Sí. Tenemos que irnos, princesa.

Salimos de la habitación y fuimos a hablar con mi amiga y Alexa, para preparar un plan adecuado e ir a la casa de Sebastián. Solo espero que las cosas funcionen.

Sebastián

—Encontraron la motora de su señora en el lugar donde mataron a la gata y a Pol. Me acaba de llamar y avisarme de nuevo el detective.

—¿Estás seguro que era la de ella?

—Sí, aquí está la foto— al mostrarme la foto, efectivamente era la motora de Daisy.

—Ella dijo que venía para acá, significa que no va a venir caminando, que alguien la va a traer. Preparen a los hombres, nos vamos de aquí ahora.

—Sí, señor.

Parece que te está rebelando en mi contra, bonita. Veamos con qué me sales ahora.

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