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—Ya no sigas con esto, ¿No te cansas?

—No, ¿Cómo puedo cansarme de algo que me gusta?

—Haz cambiado demasiado, no eres el mismo Akira de siempre.

—¿Qué pretendías? ¿Que siguiera siendo el mismo idiota y cobarde que tanto despreciabas? Eso se acabó, corderito.

—Me das lastima. Te has vuelto una persona horrible, peor de lo que ya eras. ¿No te da pena tener que llegar a estos extremos?

—No, mientras pueda tenerte así de cerquita.

—No hagas las cosas más difícil, y ya detente. Regresa a donde estabas y déjame tranquila.

—Me rehúso. No te dejaré hacer lo que te dé la gana, ¿Acaso ya tienes a alguien más? Antes no deseabas que te dejara, y ahora me estas rogando para que lo haga, eso hace que sospeche de algo.

—No te quiero cerca, eso es todo. ¿No te sientes satisfecho con todo lo que has hecho?

—No, me sentiría satisfecho si regresas conmigo.

—No voy a regresar contigo, Akira. Ya no te quiero cerca y tampoco te quiero ver. Vete al lado de esa fulana de la que te enamoraste y dejaste a tu familia. Déjanos la vida en paz— me haló por los dos brazos acercándome a él.

—Parece que no has entendido lo que acabo de decir. Eres una niña muy necia. ¿Vas a decirme ahora que ya dejaste de amarme?

—Sí, ya lo hice. ¿Tanto te cuesta aceptarlo?

—Dile esa mentira a alguien que pueda creerte, porque a mí no me convences.

—El necio eres tú, ya acéptalo de una vez, nos perdiste.

—¡Cállate! ¡Eso jamás lo permitiría!— me besó a la fuerza y traté de empujarlo. Extrañaba sus besos, pero no de esta manera; lo empujé con todas mis fuerzas.

—¿Quieres seguir destruyendo todo? Eso estás logrando con tus impulsos. ¿Crees que así puedes conseguir que vuelva contigo? Solo consigues que me aleje más. Tu forma de hacer las cosas me molestan. Había deseado verte de nuevo, pero ahora me arrepiento. Con esto compruebas que fue un error el haberme enamorado alguna vez de ti.

—Esa necedad que acabas de decir te va a costar, lisa. Tu no puedes dejar de amarme así como así, y si lo haces voy asegurarme de lo que vuelvas hacer, o si no prefiero que no existas.

—¿Te das cuenta de lo que dices? ¿Dónde esta el amor o el respeto que tanto juraste? Has perdido la cabeza. Eres un ser egoísta. Tu si puedes hacer tu vida y ser feliz al lado de otra, ¿Y yo tengo que aceptarlo, y hacer de cuenta que nada está sucediendo? Maldigo tu estupidez y egoísmo.

—Tú eres mía, y si no eres mía, no serás de nadie. Espero te quede esto bien claro, tómalo como una advertencia.

—No quiero verte más. Déjame salir.

—No, te vas a quedar aquí conmigo y arreglaremos cuentas como se supone— Akira se puso como loco y me agarró las dos manos de vuelta.

—¡Suéltame!

—¿Por qué no gritas? ¿Tienes miedo de que nos encuentren juntos?

—Ya detén esto, no quiero provocar un escándalo en la oficina. ¡Ya vete, por favor!

—No haré nada de lo que dices —me empujó contra el lavamanos y sujetó mi mentón, obligándome a acercar mi cara al espejo—. Mírate, quiero que observes la expresión que haces cuando estás conmigo, y aún así dices que no sientes nada por mí ya. ¡Que estupidez! Mírate bien, observa con detenimiento cada gesto que haces al yo tocarte o besarte— no quiero gritar y que todos se enteren de esto, muy en el fondo soy una tonta, que ni siquiera se atreve a hacerle daño después de todo lo que ha hecho y sigue haciendo.

Removió el pelo de mi cuello y lo mordió, cerré mis ojos para no verlo. Me odio a mi misma. Maldigo el día que me enamoré de él, si no lo hubiera hecho, nada de esto estaría pasando. Luego de tantos años sigo sintiendo lástima por ese monstruo. Mis lágrimas comenzaron a bajar, todas las emociones se mezclaron y no pude contener mis lágrimas.

—Maldita sea, ¿Porqué haces eso?— me soltó y llevó su mano a la cabeza. Aproveché su descuido y me dirigí a la puerta, pero me agarró la mano—. No olvides lo que hablamos, corderito.

—¡Déjame en paz!— abrí la puerta y salí corriendo de ahí.

Quiero irme de aquí, lo quiero lejos. Tenerlo cerca solo me hace daño. ¿Por qué deseé tanto verlo? Esto me pasa por estúpida. Lo peor es que de nada me vale huir, si trato de hacer algo como eso, no dudará en matarme como dice. No tengo escapatoria, si él no desiste de esto, tenerlo de enemigo sería una mala decisión. ¿Qué se supone que haga en esta situación?

Fui a mi oficina para buscar mi cartera y me fui al auto, no quería estar más ahí en la oficina. No quería encontrarme con él nunca más. Me fui a la casa y me acosté en la cama, necesitaba estar sola y descargar todo lo que estaba sintiendo por dentro. Lo peor del caso, es que aún amo ese maldito desgraciado. Si pudiera borrar todo lo que siento lo haría, si tan solo fuera fácil olvidar y dejar de sentir. Que doloroso es enamorarse, de haberlo sabido, lo hubiera impedido a morir.

La tarde pasó rápido. Me bañé y me arreglé para salir con Kanji. Estoy segura que es una mala decisión, pero no puedo fallarle luego que acepté e hice ese compromiso con él. Solo espero que esto no traiga problemas. Me quedé un rato con ellos hablando y les avisé de mi salida, no les estuvo mal la idea.

Kanji llegó y nos fuimos juntos a cenar. Siempre vestido de una forma elegante, que lo hace ver muy guapo. Llegamos al restaurante y noté a Kanji extraño.

—¿Te sucede algo?— le pregunté.

—Fue Akira, ¿Verdad?

—¿Qué cosa?

—Tu cuello— llevé mi mano a mi cuello para taparlo, aunque de nada sirve ahora, olvidé por completo la mordida. Debe estar pensando lo peor de mi.

—Lo siento — Kanji se levantó de la silla y se acercó a mí, poniendo ambas manos sobre el respaldo de la silla, removió mi pelo y acercó su boca a mi cuello.

—Es un animal, vaya forma de marcar territorio. Como se ve que no le enseñaron a tratar una mujer— me besó esa área donde Akira dejó la marca, y mi cuerpo se estremeció al sentir sus suaves labios en mi cuello—.  ¿Quién podría sentir ganas haciendo una marca así? Es tan torpe— rozó su dedo en mi cuello y volvió a besarlo.

—Kanji… — solamente con sus caricias hace que mi cuerpo se estremezca de una forma inmediata.

—Lo siento, sé que no es el lugar, pero no soporto la idea de que te haya causado esto. No te dejaré sola, lisa— se detuvo y volvió a sentarse en la silla. Mi cuerpo se estaba sintiendo sumamente caliente con solo sentir sus delicadas caricias. Jamás imaginé que Kanji tuviera ese lado tan dulce.

Cenamos juntos y me trajo a la casa.

—Gracias por haber salido conmigo hoy, mi diosa.

—Gracias a ti por invitarme.

—Me gustaria poder besarte, pero sé que no es el momento. Espero puedas descansar. Enviaré a mis hombres según los organize en la casa. ¿Te parece?

—Gracias, Kanji.

—A ti, hermosa. Buenas noches.

—Buenas noches.

Me despedí de Kanji y subí a mi habitación. Me bañé y antes acostarme quise ir a tomar algo a la cocina, luego subí de nuevo las escaleras y quería dirigirme al cuarto de los niños para darle el beso de buenas noches. Sé que debían estar dormidos y no quería despertarlos, así que abrí sigilosamente la puerta y me encontré con una escena fuera de este mundo. Me encontré a Lin sobre Kaori, y estaban teniendo relaciones.

—¿Qué es esto?— quedé petrificada viendo a mis dos hijos en una situación de este tamaño.

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