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—¿Qué fue lo que hiciste?—me dolía el pecho, sentía mi cuerpo temblando y unas náuseas horribles. No podía casi hablar, sentía que me faltaba el aire.

—Si hubieras ignorado tu maldita curiosidad, no hubiera tenido que decírtelo.

—¿Cómo pudiste, Akira?— retrocedí, y quise irme de ahí, pero Akira me sujetó fuertemente el brazo.

—Estoy cansado de que solo actúes de esta manera, lisa. Deja de sentir lástima por todos, nadie jamás tuvo lástima de ti.

—Eres un monstruo, ¡te odio! —quise golpearlo, pero Akira me aguantó ambas manos.

—Akira, detente— Mr. Jefferson intervino.

—¿Por qué no le dices a lisa como me entrenaste, padre?

—La estás lastimando, suéltala— le pidió, pero no lo hizo.

—Te dije que no interfieras— gritó Akira.

—¡Suéltame!

—No sé cómo pude casarme con alguien como tú, eres una cobarde. Una madre se supone que haga todo por sus hijos, ¿Así dices que quieres tener más hijos conmigo? Ni siquiera puedes hacer algo tan simple como esto. Sientes lastima por los demás. El hombre que mataste es una escoria, nadie necesita personas como él. ¿Quieres que te diga sus delitos?

—Nada justifica matar a alguien, Akira. ¿Cómo pudiste engañarme así?

—¿Tratas de decir que Kanji, Keita y Kaiza no merecían morir? Luego de todo lo que te hicieron y sigues pensando de la misma maldita manera, ¿Qué mierdas te pasa, mujer?

—¿Como te atreves a mencionar eso? ¡Eres un desgraciado!— no podía parar de llorar, sus palabras me hirieron demasiado.

—Odio cuando te pones así por todo. Llorando no vas a lograr nada. Si vas a seguir con esta maldita actitud tan estúpida y de no querer aprender a defenderte, ni siquiera por nuestros hijos, sera mejor que dejemos las cosas hasta aquí.

—¿Eso que quiere decir?

—Que no quiero estar al lado de alguien tan débil, que no es capaz de hacer lo que sea por defender a sus hijos. Cuando escogiste esta vida a mi lado, debías estar conciente que no todo iba a ser color de rosas. Sabías que tenía enemigos y también habías experimentado de lo que son capaces, aún así sigues con la maldita idea de que nadie merece morir,  ¡Pues si lo merecen! No conocías a ese viejo de ahí y aún así sientes lástima por él, ya lo mataste y no hay forma de que regrese a la vida, lisa. Así es este negocio, o matas o te matan; y si no estás dispuesta a comportarte como mi mujer y la madre de mis hijos, entonces no te necesito— me soltó.

—¿Qué es lo que vas a hacer, Akira?— dije en llanto, casi sin voz.

—Estoy terminando contigo, a eso me refiero.

—¿Cómo puedes decirlo tan despreocupado?

—Te amo, pero si tu forma de demostrar amor por mi y por nuestros hijos es esta, no lo necesito. No quiero volver a verte sufrir de la forma que lo hiciste, ni tampoco quiero que mis hijos sufran, y tú no puedas hacer nada. No siempre estaré ahí para defenderte, lisa.

—No soy una asesina como tú.

—Ya lo eres. Acabaste de matar a alguien, ¿Lo olvidas?— escuchar eso me dolió.

—¡Cállate!— grité molesta.

—Acéptalo, ya no hay nada que puedas hacer. Si no vas a actuar como madre protectora y buena esposa, será mejor que me lleve a Kaori conmigo, estará mucho más segura que contigo— Akira dio la espalda para irse.

—¡Tu no puedes hacerme esto!— agarré su brazo para evitar que se fuera—. Tu no puedes quitarme a mi hija.

—Si puedo, y eso haré— la mirada indiferente que me dio, me acabó de matar por completo.

—Te lo suplico, por favor, no me quites a mi hija. Tú no puedes ser tan cruel—se giró y me miró.

—¿Eso crees?— sacó su arma y me apuntó.

—¿Qué haces? Baja esa arma— mi cuerpo era un manojo de nervios.

—Ahora mismo no somos nada, ¿Por qué debería tener piedad de ti? No eres más que una simple niña, que no piensa en el bienestar ni protección de nuestros hijos, ¿Por qué tendría que sentir lástima de matarte ahora?

—Entonces ¿serías capaz de matarme?

—Si, no me temblará la mano como a ti. ¿No ves que soy un monstruo? — como pude ser tan tonta.

—¿Así que serías capaz de hacerme daño y a tu hijo también?— se quedó en silencio sin desviar su mirada—. Que estúpida fui al pensar que habías cambiado, Akira.

—Sal de aquí, Jefferson— ordenó, y Jefferson salió. Se acercó, aún con el arma en la mano—. ¿Así que no serás capaz de defenderte, aún si soy yo tu enemigo? — se detuvo justo en frente de mi—.  ¿Significa que no te importa que los mate en este momento?

—¡Eres lo peor!

—Ahora mismo soy tu enemigo, ya no soy más tu esposo o padre de tus hijos. ¿Por qué te cuesta levantar el arma y apuntarme?

—Porque no soy como tú.

—Entonces ¿aún embarazada dejarías que haga contigo lo que quiera, y no harás nada al respecto para proteger a bebé? —Akira bajó el arma, pasándola por mis muslos y subiendo a mi vientre—. Si quiero jalar el gatillo ahora, ¿no harías nada para evitarlo? ¡Eres una cobarde!

—No hagas más esto, Akira. No me alejes a mi hija, te lo pido— sus palabras dolían más de lo que creí que lo harían.

—Llorando no vas hacer que tu enemigo sienta lástima, solamente eres la única que viendo su vida en peligro y la de su hijo le da igual. Me llevaré a Kaori conmigo, y tú te quedarás aquí, hasta que entres en razón de que mierda harás con tu vida de ahora en adelante.

—¡No puedes hacerme esto!— su frialdad me estaba irritando. No puedo dejar que se salga con la suya. No quiero a mi hija lejos.

—Esa expresión me está gustando más. ¿Te sientes molesta o más bien frustrada? No volverás a ver a tu hija, debes sentirte devastada, ¿Cierto?

—No te metas con Kaori, ella no tiene la culpa de esto.

—Tiene mucho que ver. Es su vida la que estaría en riesgo, ¿Crees que no sería capaz de alejarla de ti? Si eso es algo que le hará bien y va a garantizar su seguridad, soy capaz de eso y más.

—¿Y crees que estar lejos de mí le hará bien? ¡Eres un maldito infeliz, Akira!— cogí el arma, pero mis manos estaban temblando, lo peor es que no podía ni siquiera apuntarle por los nervios.

—Si, que este lejos de ti será lo mejor. Podría conseguir una mejor madre para ella— ¿cómo se atreve a decir eso tan despreocupado?

—¿Cómo te atreves a decir eso? Prefiero matarte antes que eso pase— la ira me estaba consumiendo. Imaginar a Kaori en los brazos de otra mujer me causaba rabia. Levanté el arma, aún con las manos temblorosas, pero con más fuerza.

—Solamente levantando el arma y apuntándome, no lograrás que cambie de opinión sobre Kaori.

—No te dejaré alejarla de mi, Akira— sujeté el arma con mis dos manos.

—¿Sabes cual es tu error? Confiarte demasiado. ¿Crees que un enemigo dejará que le apuntes de esa forma tan vaga?—Akira golpeó mis manos haciendo caer el arma al suelo—. ¿Eso esto lo que tienes?— intenté coger el arma del suelo, pero Akira la pateó.

—¿Qué debería hacer con una niña insolente e indefensa como tú?— Akira volvió a apuntarme, pero esta vez tenía el dedo en el gatillo. ¿Así que está dispuesto a dispararme de verdad?

—¿Por qué no lo haces de una vez?— al gritarle eso, Akira disparó sin pensarlo. Mi cuerpo estaba temblando, creí que me había disparado a mi por la corta distancia en la que estábamos.

—Oh, ¿Cómo pude fallar eso?— se acercó, y puso el arma en mi cuello—. Ahora no tengo por qué fallar, ¿Cierto?— sonrió.

—¡Te odio! — diciéndole estas palabras, se acercó a mi cuello y lo besó.

—Ya que el odio es mutuo, ¿Debería divertirme contigo antes de matarte?

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