Quisiera poder ver a mis padres. Mi mamá debe estar muy preocupada.
Dejé escapar un suspiro, cuando la puerta se abrió de repente.
—Me iré en un viaje de negocios por unos días. Te quedarás aquí y no quiero ninguna queja de ti mientras no esté.
—Sí, Sr. Akira—asentí con mi cabeza.
No encontraba la manera de preguntar, pero no pierdo nada intentando.
—Sr. Akira, ¿Podría pedirle un favor? — junté mis manos y bajé la cabeza.
—¿Qué quieres? — preguntó con un gesto molesto, mientras equipaba su maleta.
—¿Me permite ir a mi casa? Prometo no hacer ninguna estupidez.
—¿Me ves cara de idiota?
—Mi mamá debe estar preocupada por mí. Permítame ir, aunque sea por unos minutos, se lo suplico—me arrodillé suplicándole que me dejara ir.
—La única manera de que permita esa estupidez, es que vayas acompañada de dos guardaespaldas y, si no estás de acuerdo con mi condición, te quedarás aquí— cerró su maleta.
—Estoy de acuerdo. Confíe en mí—respondí sin titubear.
—No confío ni en mi propia sombra, ¿Por qué debería de confiar en ti? Si tanto quieres que confíe en ti, gánate mi confianza— me levantó de un halón del suelo.
—Lo siento, daré mi mejor esfuerzo.
—Demuéstrame con hechos, no con palabras— sujetó mi mentón obligándome a mirarlo.
—Que tenga un buen viaje, Sr. Akira — le dije para evitar su acercamiento, pero él solo dio la espalda y se fue.
Necesito mantenerlo lo más lejos posible, mientras logro salir de este problema. ¡Quiero salir de este infierno ya!
No transcurrieron más de diez minutos, cuando dos empleados vinieron a buscarme.
—Srta. Lisa, hemos venido a llevarla a su casa— incluso los guardaespaldas de esta casa parecen criminales.
Llegué a la casa de mi mamá, pero ellos estaban muy cerca, no podré hacer ni decir nada.
—Lisa, ¿Dónde has estado? — preguntó mi madre al verme.
—Mamá, te extrañé mucho— la abracé mientras que lágrimas bajaban por mis mejillas.
Tal parece que hubiera pasado mucho tiempo desde que la vi por última vez.
—¿Dónde has estado, querida? — dijo mi madre en lágrimas.
—¿Por qué no vamos dentro, mamá? — le pregunté para intentar hablar con mi mamá sin la presencia de los guardaespaldas.
—Srta. Lisa, no podemos dejarla sola. Fueron órdenes del Sr. Akira— dijo el guardaespalda.
Mierda, ¿Cómo voy a poder hablar con mamá a solas? No puedo poner objeción o sospecharán de mí.
—Está bien, entren con nosotras — sonreí para evitar sospechas.
Al entrar, nos sentamos en el sofá de la sala.
—¿Quiénes son ellos? — me agarró la mano.
—Son empleados del Sr. Akira — intenté evitar más preguntas.
—¿Cómo te tratan hija? ¿Estás a gusto? —dijo en un tono melancólico.
—Sí, mamá. Me tratan muy bien —sonreí.
—Cuando tu padre me dijo que estabas de acuerdo en trabajar en ese casino de mala muerte, solo para pagar sus deudas, realmente me molesté. Te llamé, pero no respondiste mis llamadas. Estaba muy preocupada. Te fuiste sin despedirte de mí.
¿Cómo se atreve a mentirle a mamá de esta forma? Él fue quien me presionó con tal de quedarse con su vicio de mierda. No puedo decirle eso a mamá. Si ella supiera que papá me vendió por no perder la casa, sería un problema y un golpe muy fuerte para ella; además de que el Sr. Akira me mataría.
—No te preocupes, mamá. Yo estoy muy bien. Me siento cómoda en mi nuevo trabajo. El Sr. Akira es una buena persona.
Si mi mamá supiera la clase de demonio con el que estoy viviendo, no podría soportarlo. No puedo perdonar a mi padre luego de lo que le dijo, todo con tal de quedar bien ante los ojos de mi mamá.
—¿Estás segura, hija? Si algo te llega a faltar, no dudes en decírmelo, por favor— sujetó mis manos fuertemente.
Me siento mal engañando a mi mamá, pero es por su bien. No es algo que se pueda discutir en un momento como este. Buscaré otro momento en el que pueda sacar a mi mamá de este lugar y llevarla lejos conmigo.
—Sí, mamá. ¿Dónde está papá?
—Salió hace unas horas para un almuerzo con sus colegas.
Lo más probable este en el casino tomando como siempre hace.
—Mamá, ya me tengo que ir. Volveré otro día para que pasemos el día juntas— traté de sonar lo más convincente posible.
—Pero ¿Ya tan pronto? ¿Por qué no esperas a tu padre? — preguntó preocupada.
—Otro día me quedaré más tiempo, te lo prometo —me levanté, y caminamos a la entrada.
—Cuídate, por favor. Al menos una llamada podrías darme de vez en cuando, hija.
—Así será, mamá. Te amo —me subí al auto.
No sé hasta cuando no podré volver a verla, pero haré todo lo posible por sacarla de aquí, lo juro.
Han pasado varios días desde que el Sr. Akira se fue de viaje. La casa se ha sentido más cómoda, porque no he tenido que lidiar con sus caprichos, ni tener que fingir estar a gusto en un lugar como este. Por más que he intentado buscar en la casa no he encontrado nada acerca del Sr. Akira. El único lugar que me faltaba buscar era en el estudio, pero es muy arriesgado. Tiene varios guardaespaldas cuidando de ese lugar. No dudarán en matarme si me encuentran ahí. Será mejor que piense en otra manera de entrar sin que me vean. Buscaré una cuchilla que vi en el cuarto y, traté de esconderla porque sé que podría ayudarme en algún momento dado. De alguna manera debo recaudar información de esté sujeto. Nadie en esta casa se atreve a hablar de él, debe tenerlos amenazados también.
Nunca he abierto ninguna puerta, pero todo sea por tratar de salir de aquí; quizá deba intentar por el patio trasero de la casa, aunque hay demasiados guardaespaldas ahí. ¿Qué debería hacer? No puedo cometer ni un mínimo error, pero no sé hasta cuando tenga oportunidad de hacerlo. El Sr. Akira no dijo cuánto tiempo estaría fuera. Será mejor que me dé prisa.
Estaba buscando la cuchilla, pero no la encontré donde la había puesto. Me pareció haberla colocado en este lugar, ¿Acaso me equivoque?
—¿Buscabas esto? —dijo una voz escalofriante en mi oído.
—¡Sr. Akira! — grité del susto, y me levanté.
—¿Para qué pretendes usar esto? Tienes 5 segundos para responder— acarició mi rostro con la cuchilla.
—No es lo que usted piensa, Sr. Akira. Yo solo estaba limpiando la habitación— en mi voz se podía notar los nervios.
—Para eso tengo sirvientas que limpian diariamente todas las habitaciones. Inventa una excusa mejor, corderito— empezó a contar.
Sentí tanto miedo, que no tuve de otra que responder su pregunta. Si digo que buscaba información suya, me mataría.
—Lo iba a utilizar para escapar —cerré los ojos preparándome para lo peor.
—Te vez mucho más linda cuando eres honesta—me haló del pelo hasta tirarme en la cama —. No hay cosa que más odie en la vida que las mentiras, corderito—cortó lentamente mi ropa con la cuchilla.
—Tenía mucho miedo. Perdóneme, por favor. Solo déjeme ir— grité, mientras forcejeaba intentando escapar.
—Si no te quedas quieta, podría cortarte, ¿Eso quieres? — acarició mi vientre con la cuchilla, y tuve miedo de moverme.
—Por favor, no lo volveré a hacer. Perdóneme — supliqué en lágrimas.
—Me excita verte llorar. Solo me entran ganas de hacerte llorar más. Llora para mí— metió sus dedos violentamente dentro de mi vagina, y con su otra mano colocó la cuchilla en mi cuello.
—¡Duele! ¡Detente, por favor!— me retorcía del dolor al sentir sus dedos de esa forma tan brusca dentro de mi.
—¿Puedes decir eso aún estando tan húmeda? No es justo que solo tú disfrutes— tiró la cuchilla al suelo, y bajó el cierre de su pantalón.
—¡Detente, por favor!— lo empujé a un lado e intente salir de la habitación, pero el haló fuertemente mi pelo y me tiró nuevamente a la cama.
—Eres una perra. Debería matarte— gruñó molesto, mientras forcejeaba obligándome a abrir las piernas.
Por más fuerza que ponía, no podía soltarme. Todo su peso estaba sobre mí.
—¡Alguien ayuda! — grité con todas mis fuerzas, pero ¿quién podría ayudarme?
—Nadie va a venir y, mientras más resistencia pongas, peor serán las cosas. Sé obediente y quizá te dé una oportunidad de vivir — logró abrir mis piernas y me penetró violentamente.
—¡Duele mucho! ¡Sácalo, por favor! — supliqué con todas mis fuerzas,
Sentí que el dolor se extendía por todo mi cuerpo; mientras más lo empujaba, el dolor consumía cada parte de mí.
—Se siente muy bien dentro de ti. No pensé que podrías ser virgen. Sígueme mostrando esa dulce expresión — lamió mis senos y tapaba mi boca con su otra mano.
Mi cuerpo no sentía fuerzas de luchar más. El dolor en mi vagina y vientre, consumían mis energías. No podía moverme, no podía gritar, no podía casi respirar, no podía hacer nada. Totalmente indefensa en los brazos de un demonio.
¿Qué hice para merecer esto?
—¡Eres mía! —quitó su mano de mi boca, y robó mi primer beso.
Unió sus labios a los míos y usó su lengua, mientras que con la yema de sus dedos jugaba con mis senos.
Aún si trato de quitármelo de encima, no llegaré muy lejos. Estoy en su propiedad, con toda esa gente que solo siguen sus órdenes y, me estaría arriesgando a que termine matándome por desobedecerlo. ¿Por qué tiene que pasarme esto?
No le importó mis lágrimas, mis súplicas, mi dolor, no le importó nada. Pensé que mi pesadilla jamás llegaría a su final. El tiempo parecía eterno. Mi dolor era tan fuerte, que sentía mi mente en blanco. Mi cuerpo dolía, mi respiración cada vez era más corta. Él me quitó todo, robó lo más preciado que tenía. Acabó con mis ilusiones, mis sueños y esperanzas.
—Eres una buena chica— me miró fijamente, con una expresión que jamás había visto en su rostro.
—Haz que se detenga — le pedí en una voz baja en repetidas ocasiones, sin nada de energía restante.
—Me vendré en tu interior. Deberás sentirte satisfecha luego de esto. Espero lo pienses mejor antes de provocarme, corderito —sentí que mi vientre se contrajo y, muy dentro de mí, una sensación de calor recorrió.
Hizo de mi cuerpo lo que quiso. Hizo un desastre de mí. No podía pensar claramente en nada más que odio. Mi cuerpo se sentía muy cansado y adolorido. ¿Por qué me sucede esto a mí? ¿Por qué?
Entre tanto pensar en ello, quedé profundamente dormida.