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16 -{Miel}

Daphne se deshizo de su lencería, delicada, pegadita a su cuerpo. Con un color vino intenso. Mientras se desnudaba sentada en el borde de la bañera, recordaba sus caricias, sus besos su forma de hacerla sentir mujer. El agua estaba tibia, se adentró despacio, dejando que su piel se mojara lentamente. Tarareaba un canción mientras se enjabonaba toda. Al acabar, se puso su informe ; la camisa blanca, su falda un poco arriba de sus rodillas, medias del mismo color que la camisa y por último la fina chaqueta azulada. Después de terminar con su higiene dental, sonrió mirándose en el espejo. El motivo de susonrisa era él. Era Jason. Se quedó con ella hasta que cayó en un profundo sueño.

— menuda descarada eres, hija — Daphne, se giró para ver a su madre sentada en la mesa desayunando mientras la miraba con desdén. Alexander no hizo otra cosa que darle la razón a su esposa, al observar a su hija llevar su cabello suelto ondulado.

La joven se sentó en la mesa ignorando el comentario de su madre. Empezó a desayunar tranquila, masticando en silencio, mirando el plato. Sin decir absolutamente nada.

— Y que maleducada... — añadió su padre. Ella esquivó el comentario, no debía de entristecer, de tan buena mañana. -haz el favor de decir «Buenos días » estás demasiado despistada, vienes aquí, desayunas y ni siquiera nos saludas ¿Tú ves eso correcto? - ya estaba a comenzando a chillar su padre.

— Lo siento. Buenos días — ella habló evitando el sermón de su padre.

— ¿Ahora puedes responder, por qué coño llevas el cabello suelto? — su padre se levantó de la mesa, para acercarse a ella. La muchacha ingirió nerviosa. Su día estaba comenzando mal.

—Estoy más cómoda así —. habló casi susurrando.

—habla más alto.—se quejó Denisa.

—estoy más cómoda así — ella alzó un poco la voz, lo suficiente para que sus padres la oyeran.

Denisa se levantó para hacerle una coleta de caballo a Daphne, la chica suspiraba molesta, necesitaba acabar rápido de desayunar, pero por desgracia ingiere demasiado lento.

Se levantó de la mesa, ya casi era hora de irse a la preparatoria.

♥♥♥

— Daphne... — susurró su mejor amiga. —¿Dime? — ella respondió tranquila mientras resolvía la ecuación.

— ¿Qué te pasa?

— Nada ¿Por qué?

— Te notó desanimada

— estoy bien, simplemente estoy cansada

— no me mientas ¿ Quién te ha molestado?

— en verdad estoy bien, no tengo nada —Daphne fingió una sonrisa. Lucy asintió, sabía que Daphne estaba deprimida. No la iba a presionar.

Las horas de clase fueron pasando, Jason y Daphne estaban en el solitario pasillo conversando, mientras almorzaban. El recreo de hoy se basó en eso. Las tres marcaban en todos los relojes. Los muchachos salían de las clases. Corriendo como su escaparan de un campo de batalla.

♥♥♥

Mientras estudiaba comía algo de chocolate, Daphne disfrutaba de la soledad en su habitación, no había nadie en casa, cosa que la tranquilizaba. Las ventanas estaban abiertas, su cabello bailaba, el sonido natural de los árboles la hacían sentir en paz.

Algo la distrajo por completo o por así decirlo, alguien la distrajo por completo. Jason de nuevo apareció en su habitación. Y admitió que estaba comenzando a acostumbrarse.

— ¿No te ha visto nadie? — la muchacha preguntó mientras miraba el jardín desierto, desde su ventana.

— nadie - afirmó — te traje una cosa — Jason se sentó en su cama. Daphne cerró la puerta de su habitación con seguro e se sentó a su lado. Él sacó de su mochila una caja rectangular, Daphne observaba atenta ¿Qué era?

— No es un móvil inteligente, de hecho en sus tiempos fue unos de los más vendidos y por así decirlo «a la moda » pero, servirá para que podamos hablar y comunicarnos, mientras estés sin tu móvil — Jason le dió el blackberry. Daphne lo miró atónita, sorprendida, sonrió a más no poder y le dijo un avergonzado "gracias" a su amigo. Estaba contenta, parecía una niña con su piruleta, feliz.

Lo abrazó y lo besó en la mejilla.

—¿Solamente un gracias? Yo prefiero un buen beso — acarició sus dulces y suaves labios, — Daphne, con ese uniforme, me dan ganas de hacerte el amor, desenfrenadamente — . La joven sintió sus bellos de punta, ya estaba comenzando a despertar muchas partes en su interior, mordió sus labios nerviosa y lo miró sonrojada.

— Estamos solos, tú y yo, no hay nadie más — la acarició, se tumbaron en la cama, él encima disfrutando mientras la veía temblar. — y me encanta, cuando te pongo nerviosa — su respiración acarició su cuello.

Se metió entre sus finas piernas.

La besó.

La volvió loca en segundos...

— Jason es que... Mis padres vendrán en cualquier momento — Daphne trató de separarse. Tenía miedo de que la encontraran.

— tranquila, nadie nos verá — subió su falda provocándola. — quiero tocarte... — sus manos ya hacían magia en ella, Daphne tensó sus músculos, sintiéndose caliente por dentro, cerró sus ojos y un pequeño suspiro salió de su pequeña boca.

♥♥♥

El chocolate derretido, que hace un rato estaba comiendo sola. Ahora lo compartía con él. Gimiendo semi desnuda, mientras la lengua de Jason lamia su muslo derecho. Sus mejillas estaban demasiado rojas, quería más, mucho más. Su cuerpo palpitaba, y muchas zonas también. Terminó desnuda sentada en sus sábanas blancas, con los labios rojos, disfrutando de su varonil presencia.

— Jason no... Esto es embarazoso — la joven gimió al sentirlo demasiado cerca, muy cerca de su feminidad. Pero tarde, él disfrutaba, sentirla retorcerse de placer, saboreando todo, como si miel fuera. Acariciando sus pétalos. Verla brillar por sus salvajes lamidas. Verla llorar por sentirse a punto de escalar lo más alto de la gran montaña. Apretando las sábanas y estrujándolas a su gusto. Como su cadera danzaba, y hacía un movimiento de vaivén.

Ella era la presa de ese salvaje tigre.

Sus cuerpos quemaban, Daphne gemía desesperada mientras estrujaba todo, con sus manos. Jason frotaba su cuerpo con el de ella, besando su espalda y inhalando excitado su cabellera.

Lento, suave, desgarrador, caliente... Los movimientos excitaban, ambos sintiéndose en las nubes, disfrutando del sueño en que vivían. Tocando las estrellas con sus manos. En el paraíso perdidos en caricias. Jason lamia su espalda, suave como golosina. Así era ella, una golosina.

Se adentraba cada vez más, sintiendo su felino y femenino cuerpo arquearse. La tenía debajo, moviéndose lentamente, con los ojos cerrados, su glúteo en su pelvis, la suavidad en su piel.

Los pétalos esparcidos por todas partes, la adrenalina recorriendo cada parte de sus cuerpos mientras el éxtasis los hacia acelerar en cualquier sentido. Jason se encontraba besándola con cariño, tocándola como una gatita felina. Era desgarradora, dulce, suave.

— Te quiero... Te quiero con locura —susurró.

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