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55: Celos

Tan pronto salí, me encontré con la esposa de Frank. 

—¿Qué le dijo el doctor, señorita? 

—Y-o no...— no pude decir nada, cuando Kevin se detuvo al lado nuestro. 

—No se preocupe, señora. Tuve el placer de dialogar con la señorita aquí presente, y se pudo dar con una posible causa, ¿Verdad?— me miró de reojo y rechiné los dientes—. Me temo que su esposo ingirió un tipo de condimento, lo cual fue el causante de esta reacción alérgica. Comprobaremos cuál ha sido para que evite ingerirlo en un futuro. 

—Pero ¿Va a estar bien mi esposo, doctor?

—Sí, no hay de qué preocuparse. De hecho, puede pasar a verlo. 

—Si necesitan algo, no duden en avisarme, por favor. Siento mucho lo ocurrido. Mis empleados y yo tendremos más cuidado para la próxima— bajé la cabeza esperando que no quisiera armar un escándalo.

—Gracias por habernos traído, a no ser por usted, no sé qué hubiera pasado con mi esposo. 

Kevin me miró y sonrió antes de irse. Solo por esta vez se salió con la suya, pero no siempre será igual. 

Kevin

En la noche:

Salí de mi turno y llegué a mi casa, donde Eva me estaba esperando. Otra vez ha entrado mi casa de nuevo. Miré desde la puerta de entrada hacia la mesa del comedor y la vi colocando un plato en la mesa. 

—Has llegado temprano. ¿Qué tal el turno, amor? — se acercó y me abrazó.

—Bien. Me siento algo cansado, así que iré a dormir temprano. Mañana tendré un turno agotador y necesito descansar. 

—Si querías que me fuera no tenías que usar eso como excusa, cariño. 

—No se trata de eso, Eva. 

—¿Por qué me estás llamando por mi nombre? ¿Ocurre algo? ¿Hice algo mal? 

—No, es solo que…

—No te preocupes, no digas nada. Te preparé la comida, así que espero te la comas. Sé que el trabajo te limita a preparar una buena comida, por eso me tomé el atrevimiento de prepararla para ti. Realmente espero que no te moleste. 

—¿Cómo podría molestarme eso? Te agradezco mucho la preocupación y más por comida. Te prometo que la comeré— acaricié su cabeza y sonrió. 

—Descansa. Espero mañana tengas un buen turno. Si no te molesta, iré a llevarte el almuerzo— me dio un beso y se despidió. Aún diciendo eso, casi todos los días se toma la molestia de preparar comida para mí.

Desajusté mi corbata mientras subía a la habitación. Las palabras de Emily estaban dando vueltas en mi cabeza. ¿Por qué tengo que seguir pensando en ella? Busqué lo necesario para ir a darme un baño y me quedé debajo de la pluma, dejando el agua recorrer mi cuerpo. Ella ha cambiado mucho. Cada día que pasa, más bella se pone. Nunca pensé que iba a reencontrarme con ella y menos en estas circunstancias, pero no me quejo. Quizás es el destino quien nos quiere juntos de nuevo. Ahora la situación a cambiado y los papeles se han intercambiado, quizás ahora Emily pueda verme de la forma que siempre quise. Su expresión al verme de nuevo fue muy provocativa. Cuánto daría porque ella me miré de esa manera más a menudo.

Miré mis manos y las llevé a mi rostro. En ese momento que la toqué lo escuché; escuché el sonido de su humedad. Su cuerpo sigue siendo el mismo sensible y honesto de siempre. Moría por terminar lo que empecé, pero sería demostrarle que aún tiene ese poder en mi y no quiero que volvamos a lo mismo. ¿Por qué tengo que aún amarla y desearla tanto? 

Miré mi erección y me toqué. No podía detener mis manos. Hace mucho extrañaba tenerla cerca, poder oler su dulce perfume, escuchar su voz, o incluso acariciar su suave piel. Eso no me ayuda a componerme. Sus palabras se cruzaron por mi cabeza mientras lo hacía. Juzgando por lo que dijo, asumo que hablaba en serio. Ella no puede estar viéndose con alguien más, ¿Verdad? La ansiedad me estaba carcomiendo por dentro y no me permitía concentrarme en nada más. ¿Por qué tiene que aparecer a descontrolarlo todo? 

Salí de la ducha y me vestí con la primera ropa que encontré, bajé las escaleras y miré hacia la mesa del comedor. Ahora no tengo tiempo para comer. Fui a dar una vuelta por la calle en mi auto y sin darme cuenta, terminé estacionándome frente al restaurante que me dijo la esposa del paciente que me tocó atender hoy. ¿Qué demonios hago aquí?

Aún se encontraba abierto y varias personas estaban saliendo. Si Emily me ve aquí, lo más probable piense que la estoy acosando. Ni yo mismo sé porqué tuve que venir aquí. Me quedé observando hacia el restaurante, cuando vi a Emily salir con alguien. Pensé que podría tratarse de su papá, de un empleado o quizá de un cliente, pero de la forma en que le sujetó la mano, supe que había algo más. No se podía apreciar bien el rostro del hombre, pero fue como un balde de agua fría lo que sentí. En realidad me dolió verla con alguien más y peor aún, agarrada de manos con él. Jamás pensé que la vería sonriendo de esa manera, cuando conmigo no lo hacía. La decepción y la ira se me subió a la cabeza, que no me permitía pensar con claridad.

¿Cómo se atreve a estar con alguien más? ¿Cómo puede sonreírle de esa manera tan dulce? Esa sonrisa es mía y nadie más tiene el derecho de verla. La suavidad y calidez de sus manos, nadie más puede sentirla. Su cuerpo, nadie más puede mirarlo o tocarlo. Ella me pertenece y no voy a permitir que nadie más me la quite.

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