Mientras que la virtud mide uno pie de alto, el demonio mide diez

Dentro del vacío, Feng Qingzi observaba la situación por debajo con los ojos bien abiertos. Siempre y cuando ese muchacho saliera, definitivamente lo detendría ahí mismo y le enseñaría una buena lección. ¿Cómo pudo llevarse los objetos de ese anciano? ¿Dónde estaba la justicia divina en todo aquello?

Al mismo tiempo, Lin Fan también estaba observando la situación arriba en el vacío con los ojos bien abiertos. Estaba un poco exasperado. ¡Aquel viejo era demasiado astuto!

Pero vale, que así sea. Era hora de ver quién podría aguantar más tiempo.

En ese momento, Lin Fan yacía en el suelo sin atreverse a moverse ni una pulgada.

Un ser tan poderoso definitivamente sería capaz de detectar incluso los más mínimos cambios en las corrientes de aire. Por lo tanto, por motivos de seguridad, Lin Fan decidió no moverse en absoluto. Aunque no hubiera altercados, permaneció quieto.

Tres días después…

Feng Qingzi no apareció más.