De vuelta en las murallas de la ciudad, el rostro del anciano Mo estaba tranquilo en apariencia, pero su corazón estaba embravecido como los mares. Los cielos estaban repletos de nubes rojas en la distancia, una señal ominosa.
La estampida de bestias se acercaba desde la distancia. En poco tiempo, todo el infierno se iba a desatar.
Nadie dentro de la dinastía Long Yuan tenía confianza para defenderse de aquella estampida de bestias. En las pocas estampidas anteriores, aún albergaron esperanza de vida. Pero no había ninguna esperanza aquella vez.
—Niño, si estás asustado, puedes huir y esconderte. De lo contrario, cuando finalmente llegue la estampida, será demasiado tarde para ti —dijo el anciano Mo en tono disgustado al mirar a Lin Fan allí de pie de forma relajada.
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