—¡Piérdanse!
Chicle Miniatura soltó un bramido y chocó contra los enemigos con su garrote. Sin embargo, la situación no se desarrolló en la dirección que el Arzobispo había imaginado. Las espadas no penetraron a través del cuerpo del Ángel Guerrero y el esperado garrote roto no cayó al suelo. En cambio, el Arzobispo fue testigo de innumerables chispas mientras las espadas negras como el carbón cortaban al Ángel Guerrero. Luego, los Guardias Destructores vestidos con una armadura fuerte fueron eliminados como si les hubiesen dado un puñetazo en el estómago con un enorme puño. En un abrir y cerrar de ojos, perdieron toda su fuerza. Antes de que los esperanzados Guardias Destructores se desplomaran, vio al Ángel Guerrero levantando de nuevo el garrote que tenía en la mano y golpeó hacia delante con todas sus fuerzas. Poco después, el rayo de luz deslumbrante devoró instantáneamente todo a su paso.
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