La expresión de Lize palideció tan pronto como oyó la noticia. Había sucedido lo que más temía. Miró a Rhode y Garcia con preocupación e intentó buscar su ayuda, sin embargo, la siguiente escena la dejó atónita.
Los dos parecían estar tranquilos. Garciale sonrió a Rhode y le hizo un gesto al soldado.
—Muy bien, entiendo. Ya puedes retirarte.
—Sí, señor—respondió el ayudante y se fue rápidamente.
Garcia se acercó a su mesa, levantó una botella de vino tinto y la sacudió un poco en dirección a Rhode.
—Sr. Rhode, ¿tomamos?
—Lo siento, no me interesa estar a solas con un hombre. Además, Sr.Garcia, ya que hemos ahuyentado a los enemigos, ¿qué tal si tenemos un festín esta noche? Todos han trabajado duro y será un buen momento para que se relajen, ¿no lo cree?
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