Cuando Yu Yuehan bajó de las escaleras, su rostro era bastante frío.
Su cabeza estaba llena de pensamientos acerca de como Nian Xiaomu iba a responder la pregunta de Xiao Liuliu. Al final, antes de que pudiera oír la respuesta, habían sido interrumpidos por Cheng Xiulu entrometiéndose.
En ese momento, los ojos de él brillaban como una antorcha ardiente. Se dio la vuelta con lentitud para mirar a Nian Xiaomu, pero no se apresuró a hablar.
Si ella quería probar su inocencia, tendría que suplicar que la ayudara.
Él había pensado que ella estaría hecha un manojo de nervios, pero lo único que vio fue un par de ojos tercos.
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