Jeje, mi nieto es un genio, por supuesto.
Ji Hanwu miró a Gao Peng y sonrió sin decir una palabra.
Ese mismo día en la noche, Gao Peng comenzó a entrenar a sus Familiares.
En el centro del campo de entrenamiento, Tontín y Doradito se preparaban para la batalla. Tal vez debido a su dieta nutritiva, Doradito había subido al nivel trece.
Doradito se dirigió lentamente hacia el centro del campo y se quitó la chaqueta de plumas amarillas, revelando su piel blanco tiza y sus músculos abultados y bien tonificados. El color de los patrones azules en su piel fluía como si estuvieran cobrando vida. Con un suave aleteo de sus alas, sus músculos y huesos hicieron un sonido poderoso.
Doradito respiró hondo y luego, de la nada, sacó un collar de madera y se lo colocó alrededor del cuello.
—Espera, ¿De dónde vino ese collar? —dijo Gao Peng de repente.
Algo andaba mal aquí.
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