—Si nuestro tasador lo verifica, ¡cualquier artículo que esté valuado en más de cien mil cristales mágicos se puede vender en la subasta! ¿Puedo saber si necesita servicios de tasación? —dijo la sirvienta, casi como por reflejo. Era obvio que ella había dicho eso varias veces antes. Parecía que no era la primera persona que llegaba para poner algún objeto en la subasta.
—¡Llévame allí! —respondió Leylin concisamente. Poco después, siguió a la sirvienta y llegó ante unos cubículos personalizados.
Mientras pasaba, incluso sintió la formación de un hechizo que estaba enterrada bajo el suelo y las runas ocultas en la pared. La seguridad allí era mucho más estricta que afuera, hasta había un Mago de rango 3 vigilando.
Llegaron a una sala que era un área de recepción y la sirvienta invitó respetuosamente a Leylin a tomar asiento: —Cliente, por favor, espere un momento, ¡traeré al tasador de inmediato para que lo atienda!
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