—¡Marsha! Mi amada Marsha, ¿eres tú?
La agitación llenó la voz de James, mientras saltaba ligeramente hacia la mujer del vestido negro, extendiendo sus manos para tirar de sus hombros hacia atrás.
Leylin se paró en el carruaje mientras observaba, pero no detuvo a James.
La situación en ese momento era extremadamente extraña, y necesitaba un conejillo de indias para probar las aguas.
James usó algo de fuerza para girar a la mujer del vestido negro.
De repente, todo lo que vio fue una cara sin orificios, solo un remolino negro en ella.
¡Xiu!
El horror llenó el rostro de James, ya que parecía que lo tiraban de una larga cuerda negra y se arremolinaba continuamente mientras era absorbido por el rostro de la mujer.
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