El tiempo pasó.
Tanto los profesores como los discípulos de la Academia del Bosque del Hueso Abisal se fueron recuperando lentamente de aquellos tristes eventos y se adaptaron poco a poco a la situación actual.
En ese momento, la Academia del Bosque del Hueso Abisal parecía casi un sepulcro.
Dentro de la enorme academia, era muy raro encontrar a otra alma. Los salones estaban vacíos, el Área de Comercio estaba deshabitada y hasta el Área de Misiones de la academia, donde estaba aquella pared enorme donde colgaban las distintas misiones, solo tenía unos pocos discípulos aceptándolas.
Toda la Academia del Bosque del Hueso Abisal había caído en una quietud tan silenciosa e inmóvil como una tumba. En tales circunstancias, cualquier persona normal que permaneciera allí se moriría de miedo.
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