—¿Qué tal si...? ¿Intentamos cambiar por mujeres?
El tipo rubio recibió una patada sólida de su jefe.
—¡Idiota! ¡No intentes meterme en más problemas!
El rubio gimió y usó sus brazos para proteger su cabeza.
—¡No, eso no es lo que quise decir! Podría ser realmente posible. ¿No te diste cuenta de que nos hizo tragarnos la bomba a todos, pero no a las dos chicas? Parecía tan desinteresada y hasta estaba disgustada con los jóvenes que le dimos. Probablemente no le gusten los hombres.
El tipo de gran tamaño se tocó la barbilla mientras sopesaba la posibilidad.
—Bueno, jefe, el chico tiene razón esta vez...
El jefe apretó los dientes.
—Tonterías...
¿Una belleza a la que le gustaban las chicas en vez de los hombres? ¡Nunca lo creería!
—Jefe, intentémoslo ya que todos podríamos morir de todos modos —murmuró el rubio.
El jefe sintió que su suposición no era confiable, así que refutó la idea.
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