—¿Qué dijiste? —Negan exhaló, frustrado—. ¿Qué hueles sangre? ¿Acaso te crees un perro como para poder olfatear así?
¿De qué diablos está murmurando esta persona? No parece cuerda de ninguna manera. Su tono tiene un toque de provocación e ironía. Ninguna persona normal diría cosas así a un extraño con el que se encuentra por primera vez.
Si fuera cualquier otro día, él habría tenido el interés de ocuparse de ella, pero en ese momento, su escape de Bahía Fangosa era de máxima prioridad, y la mejor manera de lidiar con una tonta era silenciarla.
Negan aumentó la fuerza en su agarre y transmitió sus pensamientos a su hermano mayor.
Este último no se relajó.
—Creo que... estás equivocada. Estamos en los muelles, matar peces y secarlos no es algo raro.
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