—Manténganse en lafila. ¡No empujen! —Un empleado de Castillogris vestido con un uniforme negro gritó mientras se abría paso entre la multitud —. Recuerden el número en su tarjeta de embarque y diríjanse al sector correspondiente. ¡Asegúrense de ir al número correcto!
Manfeld, todavía atónito, fue empujado al muelle.
Vio todo el puerto delante de él.
Era el puerto más grande que había visto en toda su vida. El muelle se extendía a lo largo de la orilla y seguía hasta el final delalínea del horizonte. A diferencia del puerto húmedo y mohoso que solía ver, este muelle estaba limpio y ordenado. El pavimento estaba cubierto de losas blancas. Miles de barcos viajaban de un lado a otro. Incluso el puerto en el Reino de Amanecer era incomparable a este.
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