Rayo estaba en silencio.
Ella sabía que Edith tenía razón. Si el agujero era extremadamente profundo, como lo había descrito Edith, casi podía predecir la fatalidad de la caída. Si fuera por alguna intervención del poder mágico de Fran, la situación sería aún más complicada. Podría haber una gigantesca Piedra de venganza de Dios en el fondo, en cuyo caso, ella no veía ninguna gran traición. Sin embargo, si había una trampa creada por enemigos desconocidos, sería demasiado peligroso para el equipo de rescate.
Había una gran posibilidad de que esos monstruos de la hoz y el portador de gusanos que una vez habían devorado la Pagoda de piedra negra todavía estuvieran merodeando por la Gran Montaña de Nieve. Sin las alertas de Ruiseñor y Sylvie o la protección del Primer Ejército, incluso a las Brujas del Castigo de Dios les resultaría difícil devolver a Fran a salvo.
La niña respiró hondo.
La exploración era esencialmente un negocio arriesgado.
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