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Capítulo 34: Fiebre (corto)

El sol no estaba. ¿Qué hora es?

No lo sé, pero no tengo ganas de saberlo. Aunque quisiera no se si podría, mi cuerpo no se mueve. ¿Qué es esto?

Muévete.

¿Por qué no me puedo mover?

Muévete.

Alguien que me ayude.

Muévete.

¡¡¡Por favor!!!

¡Por favor, que alguien me ayude! ¡Alguien ayúdeme!

Muévete, muévete.

Necesito correr.

Alguien está en frente mío.

Ayúdame.

No hay nadie.

Ayúdenme.

Por favor ayúdenme…

No quiero estar así…

Desperté con lágrimas en mi cara. Los ojos secos y la boca deshidratada. Apenas puedo respirar por la congestión. Me duele la cabeza, demasiado. Tengo el cuerpo caliente, en exceso. Mis extremidades, se encuentran entumecidas. Me levanté para beber agua. Aunque sin muchas ganas, llegué a la cocina para tomar un vaso y llenarlo con agua. El vaso con agua estaba frente a mí, en mi mano, pero algo me evitaba tomarlo. Algo que impedía que ingresara a mi cuerpo. No importó, lo forcé a entrar. Antes de llenarme se devolvió, las náuseas no me dejaron consumir. Estaba claro que no estaba bien. Busqué las pastillas que encontré ayer, las ingerí. Mi abuelo las tomaba cuando se resfriaba, aunque nunca lo veía en ese estado. Por eso mismo, el paquete estaba lleno. Bebí lo que me quedaba del vaso para ayudar.

Apenas comí, cuando me di cuenta de que me pasé todo día domingo durmiendo. Preparé algo sencillo antes de volver a acostarme, apenas logré terminármelo. Aunque me sentía mejor y estaba acalorado, seguía con escalofríos. Sentía que alguien estaba en la casa. Me comencé a perseguir con mi sombra. Miraba hacia atrás cada cierto tiempo asegurado que nadie estaba ahí. Miraba las zonas oscuras de la casa esperando que algo apareciera. Prendí todas las luces para ver si eso apaciguaba mi miedo.

Cambié las vendas para volver acostarme. Como no podía dormir me solté de la cama. Ahora estaba extremadamente acalorado, anhelaba refrescarme en la piscina. Cuando me di cuenta de que estaba sucia la evité, incluso si no era sensato tirarme. Traté de hacer ejercicio en la sala para recuperar energía o sentir motivación, pero mi cuerpo no respondía. Antes de volver acostarme volví a comer lo que quedaba de almuerzo. Apenas quedé dormido me exalté, tenía sed. No debería levárteme, tampoco creo que pueda. Mi cuerpo pesa. Un mismo sentimiento de desesperación me incomodaba. Sentía calor, sentía frío. Tenía sed. Los labios secos, las manos congeladas, el cuerpo hirviendo.

Algo está en mis manos. Las pastillas. Ingerí una. Mejor dos. No, con una bastara. Agua, necesito agua, un vaso lleno de agua, lo bebí. Precisaba de otro, lo bebí. Sería suficiente. Las ganas de ir al baño crecieron. El piso congelado, me hizo tener cuidado. No puedo sostenerme de pie. Sentarme es mi mejor opción. Ya no quiero salir de acá. Llegué a mi cama y de alguna manera, me acosté. Estaba abrigado. Sentí una sensación de alivio apenas dejé mi cuerpo reposar. Lo acompañé con un suspiro que apenas lograba soltar. Aunque seguía ligeramente incomodo. Mis parpados que apenas se sostenían cedieron. La fiebre no bajaba.