Llegar al pueblo fue mucho más fácil esta vez en comparación con la última. La larga escalera serpenteante que atravesaba el denso bosque la había descendido con facilidad, y aun ahora mientras caminaba, mirando a su alrededor, no estaba sin aliento.
Era mejor observando su entorno mientras se movía y tejía, evitando a la gente a su lado, sin chocar con ellos como la última vez que había visitado el lugar. Eventualmente, Raze se detuvo frente a un edificio al que había ido una vez antes.
—Uno de los principales problemas que tengo es el hecho de que tengo estos cristales que son como un lingote de oro, pero es imposible para mí venderlos por mi cuenta. ¿Cómo se supone que voy a conseguir más artículos que son necesarios?
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