Karl rodó los ojos ante el General arrogante.
—Bueno, aún no tengo una cabeza de Rango Real como trofeo en mi habitación del dormitorio. Supongo que un Gigante Helado tendrá que servir. Un poco grande para la vitrina, pero así es la vida —respondió mientras todos los demás se detenían, sin caer en la provocación mientras el General intentaba incitarlos a hacer algo que le diera una excusa para poner una marca negra en sus registros.
El General Orland, el General de Rango Real con voz severa, a quien Karl sospechaba podría deberse a una lesión anterior en la garganta que estaba oculta debajo de su cuello y corbata, le dio una sonrisa cómplice.
Como siempre, cuando los Élites con títulos burocráticos se encontraban con los Élites Mercenarios, se convertía en un concurso de medir quién la tenía más grande.
Support your favorite authors and translators in webnovel.com