—Perspectiva de Oriana Mengral.
Oriana, como siempre, estaba revisando unos papeles en su escritorio. Durante todo el año, había estado moviéndose sin descanso por las numerosas cosas que habían sucedido en el continente. Entre reuniones, conferencias y decisiones importantes, apenas había tenido un momento para respirar.
El cansancio se reflejaba en sus ojos, pero seguía adelante. Terminó de leer el último documento de la pila y lo colocó en el montón de archivos completados. Suspiró y se dejó caer contra el respaldo de su silla, disfrutando por un momento del silencio.
Mientras miraba el orden de su escritorio, algo llamó su atención. Un papel diferente, uno que no recordaba haber visto antes, estaba justo al lado de la pila. Frunció el ceño, intrigada.
"Mmm, pensé que había terminado," murmuró para sí misma.
Tomó el papel y comenzó a leerlo detenidamente. A medida que sus ojos recorrían las líneas de texto, su expresión cambió de cansancio a sorpresa. Sus ojos se abrieron de par en par.
"Así que ya terminaste," dijo en voz baja, con una mezcla de alivio y expectativa.
La información en el documento era crucial, algo que había estado esperando durante semanas. Colocó el papel a un lado, ya pensando en los próximos pasos. Se estiró hacia atrás, sintiendo cómo sus músculos se relajaban con el movimiento, y dejó escapar un profundo suspiro.
Levantándose de su asiento, se dirigió hacia la puerta. Tenía un encuentro importante que no podía posponer.
"Iré a esperarlo," se dijo a sí misma, mientras salía de la habitación con paso firme.
Mirando todo el pasillo, Oriana salió de su habitación y se dirigió a las afueras del castillo, justo en la entrada.
Por supuesto, el castillo en sí es muy grande, lo que le tomará unos minutos en salir. Mientras caminaba, se iba encontrando con sirvientas, nobles y básicamente personas muy influyentes en su camino. Los elogios y saludos cordiales nunca faltaron.
Un poco molesta, Oriana siguió hasta la salida, pero antes de llegar, una figura que ella conocía muy bien estaba siendo recibida.
"¿Qué hace el patriarca de la familia Merwin aquí?"
La sorpresa llegó a Oriana; nunca pensó que el patriarca de una de las diez grandes familias estuviera hoy en el castillo.
Normalmente, los patriarcas acuden al castillo en momentos donde se les necesita o es algo de suma importancia, pero hoy era un día sin nada de importancia. Por supuesto, para Oriana lo era, después de todo, iba a esperar a alguien que no había visto desde hace mucho tiempo, pero el patriarca de una de las diez familias estaba aquí hoy mismo.
Los ojos morados y el cabello morado, un cuerpo muy bien tonificado con músculos no tan relevantes pero visibles, teniendo un traje elegante de color blanco con una capa en su espalda que bailaba cuando el aire llegaba, la mirada del patriarca de la familia Merwin se posó en Oriana, quien también lo miró a los ojos.
Ambos se miraron y entonces el hombre se acercó a Oriana saludándola con respeto mientras se inclinaba un poco con la mano en el pecho. El hombre habló.
"No pensé que la princesa Oriana viniera a mí personalmente."
"Saludos a la princesa Oriana."
Oriana lo miró cuando el hombre la saludó.
"Saludos, patriarca Victor Merwin, me pregunto qué hace hoy aquí."
"Oh, mis disculpas, princesa. Escuché que un joven rescató a mi hija y mi hijo me dijo que él vendría al castillo."
"Entonces..."
"Le debo dar algo al joven que rescató a mi hija. ¿Sabe dónde está y quién es?"
"De hecho, lo iba a buscar. Todavía no llega al castillo," Oriana habló mientras miraba la gran puerta que llevaba afuera del castillo.
Victor Merwin, el nombre del patriarca de la familia Merwin, un mago elemental de rayo y aire, y un mago de noveno círculo con un estatus casi tan fuerte como el de un príncipe. Alguien que tiene una gran posición, casi como la de los príncipes.
Por supuesto, aunque tengan un estatus muy alto, no significa que desobedezcan a los príncipes o princesas como Oriana y Gloriana.
"En ese caso, princesa, ¿no le importa que la acompañe, o sí?"
Oriana miró a Victor y entonces asintió.
"Está bien, sígame, patriarca."
Oriana, al ver que Victor no parecía tener algo escondido o un pensamiento negativo, aceptó que lo siguiera.
Entonces, saliendo del castillo rápidamente, Oriana llegó a las puertas del castillo junto con Victor. Las puertas se abrieron y dejaron ver toda la ciudad justo frente a los ojos de Oriana: una calle muy decorada, limpia y adoquinada que estaba en línea recta desde las puertas del castillo.
En ese momento, un joven de más o menos 1.70 m de altura empezó a aparecer a lo lejos de la vista de Oriana y Victor. Por supuesto, Victor habló tras mirar al joven de cabello plateado y ojos rojos que se acercaba a ellos dos.
"Oh, vaya, mi hija no me dijo que era uno de los príncipes que la salvaron."
En ese momento, Oriana miró a Victor y habló.
"No es un príncipe, por el momento es un plebeyo."
Victor se quedó en silencio, entonces habló después de unos segundos.
"Ya veo, pero el estatus a mí no me importa, eso lo debería de saber, princesa."
"Eso lo sé."
"Pero ¿por qué lo espera y por qué él viene para acá, al castillo, princesa?"
"Es... mi discípulo, y lo aprecio mucho. También lo he estado esperando por medio año y mañana será un noble."
"..."
"Entonces logró obtener los diez logros de caballero. Eso explica cómo pudo salvar a mi hija. Es un muchacho muy interesante."
Dejando de mirar a Victor, Oriana fijó la mirada en Asher, quien también la estaba viendo. Después de un largo tiempo, los dos estarían hablando una vez más.
"Ha pasado mucho tiempo, Asher Frostblade," dijo Oriana en el momento en que Asher llegó.
"Digo lo mismo... maestra..."
Y como era de esperarse, Oriana le dio un pequeño golpe con el dedo en la frente a Asher cuando la llamó maestra.
"Y se supone que son maestro y discípulo," murmuró Victor ante la escena. En ese momento, se acercó a Asher.
***
—Cambio de escena.
—Perspectiva de Asher Frostblade.
Frotando mi mano en mi cabeza, miré a Oriana. No la había visto desde el incidente en el bosque seco de hace seis meses.
"Así que tú eres el jovencito que salvó a mi hija Emilia."
Un hombre alto de cabello morado y ojos morados con un traje blanco muy elegante y una capa blanca en su espalda. Lo miré fijamente, confundido, pero al instante me di cuenta de algo.
"Él es... el patriarca de la familia Merwin." Mantuve mi mirada sorprendida en ese momento.
Nunca pensé conocer a alguien tan importante del continente y, de hecho, justo una de esas personas estaba frente a mis ojos.
"Me gustaría darte algo, y gracias por salvar a mi hija Emilia."
"No hay nada que agradecer, estuve ahí, así que simplemente la salvé, pero no espero algo a cambio."
"Oh, vaya, eres más amable de lo que pareces, entonces..."
En ese momento, un pequeño flujo de maná recorrió un anillo que tenía el hombre en su mano, y de un momento salió una caja larga.
"Mi nombre es Victor Merwin, patriarca de la familia Merwin, y este es un pequeño regalo por salvar a mi hija."
Victor, en ese momento, me entregó una caja de madera de color negro con bordes dorados. No era tan gruesa, pero era algo larga, como la mitad de mi altura más o menos.
"No la abras aquí. Entonces, me despido; debo volver a la casa de la familia Merwin."
Con una sonrisa, Victor desapareció de mi vista en un parpadeo.
"¿Cómo hizo eso?" me pregunté.
Entonces, dirigiendo mi mirada a Oriana, ella habló.
"Entonces, entremos y muéstrame los diez logros."
***
—Cambio de escena.
En el camino a la oficina o habitación de Oriana, las personas que me miraron al lado de Oriana murmuraban cosas como:
"¿Quién es él? Nunca lo había visto."
"Será un noble de alto rango."
"Idiotas, no ven su cabello, es uno de los príncipes."
Por supuesto, la palabra "príncipe" fue la más hablada mientras caminaba.
Últimamente me han confundido con un príncipe, y la verdad, tengo curiosidad por conocer a uno de esos príncipes y ver si realmente me parezco a ellos.
Al llegar a la oficina de Oriana, ella se sentó justo detrás de su escritorio. Entonces, rápidamente, saqué de mi bolsillo diez monedas con un dibujo en el centro y las puse en el escritorio.
Ella miró las diez monedas por un momento y luego me miró.
"Bien, son todas y también no son falsas."
¿Por quién me tomas? Falsas nunca haría eso en esta nueva vida.
"Las entregaré al rey. Mañana te presentarás ante el rey y te nombrará como caballero y tendrás tu título de noble."
Sentí un alivio y una gran felicidad en este momento. Después de mucho tiempo, finalmente terminé mi primer objetivo en este mundo y la verdad, me sentía muy bien.
"Felicidades por obtener los diez logros."
Oriana me miró con una sonrisa.
Nunca antes había sido elogiado por alguien, es algo que me agradó mucho y para ser sincero, es muy increíble ser elogiado. Después de todo, en mi vida pasada solo recibía misiones de asesinatos una tras otra y ni siquiera me daban una palabra por hacer algo bien.
Este sentimiento de ser elogiado, nunca lo olvidaré; es algo que siempre quise sentir y finalmente lo obtuve.
"Recuerdas dónde está tu habitación, ¿verdad?"
En ese momento, recordé el día que llegué a este castillo y me dieron una habitación muy lujosa y cómoda. Lo más sorprendente era que con tan solo mover una campana pequeña, una sirvienta llegaría al instante.
"Así es."
"Bien, entonces ve a cambiarte de ropa."
Asintiendo, salí de la habitación. Caminando por los pasillos, las personas de vez en cuando me miraban; algunos incluso me saludaban muy amablemente llamándome:
"Saludos al príncipe."
Cosas como esas me decían. En un momento me agradó, pero no merecía ser llamado o saludado así; después de todo, no soy un príncipe y esos elogios que me decían en el camino no me pertenecen.
Pero a pesar de eso, no dije nada y seguí caminando tranquilo. Tampoco quería atraer la atención.
Finalmente llegué a la habitación, la abrí y, como siempre, una cama grande y cómoda, unas ventanas grandes con unas cortinas de terciopelo y un balcón con una gran vista, el suelo hecho de mármol y unos candelabros que colgaban en el techo.
"Mmm, esa debe ser la ropa."
Mirando en la cama de la habitación, estaba un conjunto de ropa de color negro. Luego me acerqué y dejé la caja que Victor me había dado.
"Primero me daré un baño."
Caminando al otro extremo de la habitación, abrí una puerta donde estaba el baño.
Después de varios minutos, salí del baño y rápidamente me puse la nueva ropa. A simple vista es muy elegante, como si fuera a un banquete donde asisten las personas más importantes, pero miré más la caja que el patriarca de la familia Merwin me entregó.
"¿Qué es esto?"
La caja, de color negro y con bordes dorados, a simple vista es una caja de madera muy bien hecha.
Entonces abrí la caja de madera y lo que estaba en ella me sorprendió.
"Es una espada y un anillo dimensional."
Los anillos dimensionales son usados para guardar grandes cantidades de cosas, básicamente es como un tipo de maleta pero con gran espacio dentro.
Por supuesto, al instante me lo coloqué en el dedo medio. El color dorado parecía ser de oro y también tenía unas inscripciones, quizás el nombre del anillo. Dejando eso de lado, miré la caja donde estaba la espada.
De un color negro profundo, la empuñadura dorada como el oro. La sostuve y, para mi sorpresa, era tan liviana que sentía que sostenía una pluma. La espada era larga y delgada.
"Es una buena espada, está hecha de mitril fundido," en ese momento Encrid habló.
"Mitril, ¿qué material es?"
"El mitril es como un tipo de hierro. Es un material tan resistente que es muy difícil de romperlo, pero..." En ese momento Encrid hizo una pausa.
"No es cualquier mitril, este es un mitril helado. Puedes ver que desborda una energía helada en toda la hoja de la espada."
Mirando mejor la espada, Encrid tenía razón. Froté mi mano en toda la hoja de la espada y, para mi sorpresa, era tan helada que incluso llegaba a mis huesos.
Es un material muy extraño, pero su diseño me gustaba mucho. El color negro y dorado combinaban muy bien y su peso ni siquiera se sentía, y sobre todo, es una espada con una resistencia muy alta.
La espada perfecta, aunque no creo que la pueda usar. Después de todo, entraré a la academia donde solamente habrá magia en todas partes y la espada no me serviría de nada en un lugar donde se supone que es para la magia.
"Tienes suerte de que te regalaran esta espada," Encrid habló.
"¿Pero por qué me la habrá dado? Es una gran espada, pero..." Dejé de pensarlo cuando un sonido vino de la puerta.
"Toc, toc."
Entonces me acerqué a la puerta y la abrí, y fue entonces que dos rostros familiares estaban juntos frente a mí. Por supuesto, esas dos eran nada más que Luna y Gloriana...