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Bloodforges

PAUSADO- perdí el dosier con todos los capítulos escritos. En un universo cruel y devastado por la guerra, el Imperio Celestial lucha por mantener su dominio frente a razas alienígenas y oscuras fuerzas corruptoras. Rivon, un esclavo convertido en ciudadano, descubre dentro de sí un poder divino que lo empuja hacia la conquista y el deseo. Mientras las flotas imperiales avanzan por planetas devastados, Rivon se enfrenta a su verdadera naturaleza, atrapado entre la sed de control absoluto y el caos que desata en su camino. El destino del universo depende de su decisión: rendirse al poder o dominarlo por completo.

SrMagnus · แฟนตาซี
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62 Chs

Capítulo 33: Orden de Evacuación

El eco de la alarma resonaba por toda la fortaleza. La luz roja parpadeante iluminaba los rostros cansados y ensangrentados de los soldados que aún seguían en pie. El caos estaba desatado, pero no era por la batalla en sí. Esta vez, el objetivo era diferente. La orden había llegado: evacuar la fortaleza y mantener la línea defensiva el tiempo suficiente para que los civiles, los materiales valiosos, y cualquier información crítica fueran transportados fuera del planeta.

Rivon caminaba rápidamente hacia el centro de mando, el rugido de los cañones y las explosiones resonando en sus oídos. Había naves de evacuación descendiendo en los puntos asignados, y cada minuto contaba. Los Zor'tha seguían avanzando, y aunque los Ascendidos y los legionarios comunes seguían luchando con una fiereza admirable, las líneas defensivas estaban siendo desbordadas.

Al entrar en el centro de mando, Valius y los oficiales discutían frenéticamente las operaciones de evacuación. Los mapas holográficos mostraban los puntos de extracción, pero las rutas eran frágiles y cambiaban constantemente debido al avance imparable de las criaturas.

Sargento Rivon, necesitamos que dirijas a un equipo para asegurar los transportes en el puerto oeste — ordenó Valius con voz firme. — Los civiles y los científicos están siendo evacuados, pero los Zor'tha ya han comenzado a atacar las rutas. No podemos permitir que nada valioso caiga en sus manos.

Rivon asintió sin titubear.

¿Qué nivel de resistencia se espera? — preguntó, mientras ajustaba su armadura.

Valius lo miró con una expresión sombría.

Todo lo que tenemos disponible. Los Zor'tha no se detendrán. Tienes que ganar tiempo, sea como sea.

Sin más palabras, Rivon salió rápidamente del centro de mando y comenzó a reunir a su equipo. Al cruzar los pasillos destrozados y llenos de escombros, vio cómo los soldados y el personal civil corrían en todas direcciones. Los gritos de los heridos resonaban junto al sonido ensordecedor de los cañones Thorak, que seguían disparando sin descanso, intentando mantener a raya a las naves enemigas.

Los legionarios comunes corrían con paquetes de suministros, datos importantes y armas avanzadas. Todo lo que era valioso para el Imperio debía ser evacuado a tiempo. Cualquier información capturada por los Zor'tha podría significar una ventaja fatal para la guerra.

Al llegar al puerto oeste, Rivon vio el caos desatado. Naves de transporte, algunas dañadas por los bombardeos, estaban en proceso de ser cargadas con materiales y personas. Los Ascendidos Menores estaban desplegados en las líneas defensivas, disparando contra los Zor'tha que se acercaban por las trincheras y las calles en ruinas. Los rugidos de las criaturas resonaban como truenos, y sus siluetas deformes se podían ver avanzando en el horizonte.

Rivon levantó su brazo y reunió a su equipo, formado principalmente por Ascendidos Menores y un puñado de legionarios comunes.

¡Defiendan las naves a toda costa! — gritó, mientras tomaba su posición cerca de uno de los tanques Dreadfang, que disparaba sin descanso hacia las hordas de Zor'tha.

Las primeras oleadas de Zor'tha llegaron sin misericordia. Criaturas enormes y monstruosas, con cuerpos cubiertos de placas óseas y bio-armaduras, cargaron contra las líneas defensivas, desgarrando a cualquiera que no pudiera apartarse a tiempo. Los Ascendidos y legionarios lucharon con todo lo que tenían. El campo de batalla se llenó rápidamente de explosiones, disparos y gritos. La sangre manchaba la tierra bajo sus pies mientras los cañones y rifles de energía ardían al máximo.

Rivon se movía con una precisión letal, su espada de energía cortando a través de las criaturas con una brutalidad casi inhumana. Cada disparo de su rifle resonaba en el caos, derribando a los Zor'tha que intentaban acercarse a los transportes. A su alrededor, los soldados luchaban con una intensidad desesperada. Sabían que el tiempo se agotaba, y cada segundo ganado significaba más civiles y científicos puestos a salvo.

¡Más naves! — gritó uno de los oficiales, señalando hacia el cielo, donde más transportes descendían rápidamente.

Pero la situación estaba lejos de ser controlada. Las oleadas de Zor'tha eran interminables, y aunque las naves de evacuación seguían cargando a los sobrevivientes, no era suficiente. Algunos de los transportes ya habían sido alcanzados por el fuego enemigo, estallando en llamas mientras caían en picado hacia el suelo.

Rivon gritó órdenes, dirigiendo a su equipo mientras las líneas defensivas comenzaban a ceder. Cada vez había menos soldados en pie, y los Zor'tha avanzaban cada vez más cerca de los transportes. Uno de los tanques Dreadfang fue derribado por una bestia colosal, su chasis destrozado en una explosión de fuego y metal. Los legionarios que defendían ese flanco cayeron rápidamente bajo las garras de las criaturas, y Rivon supo que la línea estaba a punto de romperse.

¡Mantengan la posición! — rugió, mientras él mismo se lanzaba contra una de las criaturas más grandes, cortando su brazo con un solo golpe y disparando a quemarropa a su rostro deforme.

Los Ascendidos Menores y los pocos legionarios que quedaban siguieron su ejemplo, luchando con una furia desesperada. Las naves de evacuación seguían despegando una por una, pero aún quedaba mucho por salvar. Los Zor'tha se acercaban cada vez más, y Rivon sabía que no podrían resistir por mucho tiempo.

Finalmente, una señal resonó en sus comunicaciones.

Todas las naves de evacuación han despegado. ¡Retirada inmediata! — la voz del oficial resonó en el canal de comunicación.

Rivon sintió el alivio y la tensión a partes iguales. La evacuación había sido completada, pero ahora debían salir de allí. Gritó las órdenes a los pocos que quedaban en pie, y comenzaron a retroceder hacia los transportes restantes, disparando mientras se replegaban.

Con cada paso que daban, los Zor'tha seguían avanzando, pero Rivon y su equipo lograron subir a bordo de la última nave justo antes de que la línea defensiva colapsara por completo. Mientras la nave despegaba, pudo ver cómo las hordas de Zor'tha arrasaban con lo poco que quedaba de la fortaleza. El planeta estaba perdido, pero lo esencial había sido salvado.

 

El rugido de los Zor'tha se hacía más intenso con cada segundo. Las criaturas avanzaban implacablemente, arrasando todo a su paso. No había tiempo para una retirada ordenada; el caos y la desesperación reinaban en la fortaleza. Los cañones Thorak, antes imponentes en su poder, comenzaban a fallar. Algunos disparaban a intervalos irregulares, mientras otros simplemente dejaban de funcionar. El humo, el fuego y el olor a metal quemado saturaban el aire, haciéndolo casi irrespirable.

Rivon, cubierto de sudor y sangre, jadeaba bajo el peso de su armadura, que había resistido hasta ese punto, pero ahora comenzaba a mostrar signos de desgaste. Las placas de metal negro y dorado estaban golpeadas, agrietadas y abolladas por los ataques de las criaturas. Había momentos en que parecía que cada impacto hacía que todo su cuerpo retumbara bajo la presión. Aunque su armadura era más resistente que la de un tanque de guerra, incluso ese titán de protección tenía sus límites.

Rivon observó a su alrededor mientras luchaba por contener el avance. Los pocos Ascendidos y legionarios comunes que quedaban a su lado seguían disparando y atacando con sus espadas de energía, pero cada vez eran menos. Los Zor'tha no mostraban señales de agotamiento; sus cuerpos deformes y biomecánicos seguían avanzando, impulsados por una determinación ciega de destruir todo lo que quedara de la resistencia humana.

Una criatura especialmente enorme, con un caparazón blindado y garras tan grandes como espadas, se lanzó sobre el grupo de Ascendidos cercanos. Uno de los guerreros fue atrapado por sus garras, su armadura cediendo bajo la presión mientras era levantado del suelo y despedazado. Rivon apretó los dientes y disparó su rifle de plasma directamente a la cabeza de la criatura, logrando destruirla en el acto, pero el daño ya estaba hecho.

¡No podemos aguantar más! — gritó uno de los Ascendidos Superiores, su voz resonando con desesperación en el canal de comunicaciones. — ¡Nos están superando!

Rivon lo sabía. La línea defensiva estaba rota, y las naves de evacuación ya habían despegado. Si se quedaban allí, sería solo cuestión de tiempo antes de que los Zor'tha los aplastaran como habían hecho con todos los demás.

¡Retrocedan hacia el bosque! — gritó Rivon, tomando una decisión en el momento. — Es nuestra única opción!

Los oficiales lo miraron por un segundo, evaluando la locura de la situación. Pero sabían que Rivon tenía razón. No había más rutas seguras hacia las naves, y la única esperanza era atravesar las líneas enemigas y llegar al espeso bosque al oeste de la fortaleza. Si lograban llegar allí, tal vez podrían pedir una evacuación de emergencia.

¡Vamos! — gritó otro Ascendido Superior, de más alto rango, su armadura dorada aún brillando bajo la suciedad. Lord Tanos, uno de los oficiales más respetados, lideró el grupo junto a Rivon.

Los pocos Ascendidos Superiores que quedaban, junto con Rivon, formaron un pequeño grupo y comenzaron a moverse hacia el oeste. No había tiempo para descansar o dudar. Rivon sentía cómo cada paso que daba hacía que su armadura crujiera bajo la presión de los combates anteriores. A pesar de su resistencia, incluso él podía sentir el agotamiento acumulándose en su cuerpo.

El grupo avanzaba en un patrón de combate, cubriéndose mutuamente mientras retrocedían. Los Zor'tha seguían atacando, pero ahora, en lugar de enfrentarlos directamente, se centraron en moverse a través del campo de batalla hacia el borde del bosque. Los disparos y las explosiones continuaban detrás de ellos, pero el rugido de las criaturas se hacía cada vez más cercano.

Rivon giró su cabeza justo a tiempo para ver cómo uno de los Ascendidos Superiores era emboscado por un grupo de Zor'tha más pequeños. La criatura saltó sobre su espalda, clavando sus garras en las junturas de la armadura. El Ascendido gritó mientras intentaba sacudirse a la criatura, pero las garras afiladas rasgaron la placa de metal, perforando su cuerpo. Un grito de dolor desgarrador resonó por los comunicadores antes de que el Ascendido cayera al suelo, inerte.

¡Maldición! — murmuró Rivon para sí mismo, sin detenerse. No había tiempo para ayudar. Sabía que, si paraban, todos estarían muertos.

El grupo continuó corriendo, atravesando los cráteres y los cuerpos caídos que llenaban el campo de batalla. Sus pasos eran pesados, resonando en el suelo manchado de sangre y escombros. Rivon disparaba su rifle de plasma cuando los Zor'tha se acercaban demasiado, pero la mayoría de sus energías estaban puestas en avanzar.

Finalmente, el borde del bosque apareció ante ellos, sus árboles densos y oscuros ofreciendo al menos un mínimo de cobertura. El grupo se adentró en el bosque, jadeando y sudorosos, pero sin detenerse. Rivon no sabía si los Zor'tha seguirían persiguiéndolos, pero al menos en ese momento estaban fuera de la línea de fuego directa.

¿Podemos solicitar una lanzadera desde aquí? — preguntó Rivon, mirando a Lord Tanos.

El oficial asintió mientras consultaba su dispositivo de comunicaciones.

Voy a enviar una señal de socorro. Pero tendremos que esperar. Las lanzaderas no llegarán de inmediato, y los Zor'tha podrían intentar seguirnos.

Rivon apretó los dientes. Sabía lo que significaba. Tendrían que resistir y defenderse hasta que llegaran los refuerzos, si es que llegaban. La batalla no había terminado, y sus cuerpos y mentes estaban al borde de la extenuación.

Nos mantendremos firmes aquí hasta que lleguen las lanzaderas — dijo Tanos con voz firme, aunque el cansancio era evidente en su rostro. — No hemos sobrevivido a todo esto para morir ahora.

El grupo se reorganizó en el bosque, preparándose para una última defensa mientras esperaban la evacuación. Rivon sabía que este era solo un breve respiro. La batalla continuaría, y la brutalidad de los Zor'tha no les daría tregua. Pero en ese momento, con la esperanza de la evacuación en el horizonte, mantuvo su posición, su arma lista, y sus sentidos alerta.

El viento susurraba entre los árboles, pero a lo lejos, los rugidos de los Zor'tha seguían resonando, como un recordatorio de la devastación que dejaban a su paso.

El bosque se cernía sobre ellos como un refugio sombrío, su densa vegetación ofrecía una protección temporal contra los ojos implacables de los Zor'tha. Rivon y los Ascendidos Superiores se habían dispersado entre los árboles, tomando posiciones defensivas mientras Lord Tanos intentaba contactar con la nave de rescate. La señal de socorro había sido enviada, pero sabían que tendrían que esperar más de lo que les gustaría.

El viento traía consigo un eco lejano de rugidos y explosiones desde la dirección de la fortaleza. Los Zor'tha no se habían rendido; seguían buscando, y no había duda de que pronto llegarían a esa zona. Rivon mantuvo su rifle de plasma en alto, cada fibra de su ser en tensión mientras vigilaba los alrededores. Sabía que cualquier movimiento en falso podría ser el último.

Están cerca — murmuró uno de los Ascendidos, con la voz cargada de cansancio y furia contenida. — No nos dejarán ir sin más.

Rivon asintió en silencio. Sabía que la única forma de sobrevivir era mantenerse lo suficientemente lejos del grueso del ejército Zor'tha hasta que la evacuación llegara. Pero incluso en esa calma tensa, algo dentro de él lo impulsaba a estar alerta, más allá de la supervivencia. Sentía la presencia de las criaturas, como si una fuerza más oscura estuviera acechando en la sombra de los árboles, algo que no pertenecía solo a la brutalidad de los Zor'tha.

Manteneos en vuestras posiciones. No disparéis a menos que sea necesario — dijo Lord Tanos, mientras sus ojos escaneaban la maleza. Sabía que cada disparo podía revelar su posición a las criaturas.

El silencio en el grupo era absoluto. Los Ascendidos, soldados entrenados para la guerra, mantenían sus emociones a raya. Eran seres moldeados por el combate, por la devoción a su misión, pero en ese momento, incluso su resolución era puesta a prueba. Rivon podía sentir el cansancio en sus miradas, aunque ninguno lo expresaba abiertamente. Sabían que este era un momento crítico.

De repente, un crujido en la distancia rompió el silencio. Todos se tensaron, sus armas listas mientras los ojos escudriñaban entre las sombras de los árboles. El crujido se repitió, esta vez más cerca. Rivon alzó la vista, su instinto afilado lo alertaba de que no estaban solos.

Vienen — susurró uno de los Ascendidos, su voz apenas un murmullo.

Entonces, surgieron de entre la espesura. Zor'tha, una docena de ellos, criaturas más pequeñas pero igual de letales, se movían rápidamente entre los árboles, sus cuerpos deformes y ágiles apenas hacían ruido mientras se acercaban. Sus ojos, brillando con una inteligencia alienígena, escudriñaban el terreno, buscando cualquier señal de vida humana.

Rivon se preparó, su respiración ralentizándose mientras apuntaba su rifle. Sabía que no podían permitir que los Zor'tha descubrieran su ubicación. Un solo disparo desencadenaría una tormenta de caos y violencia. La tensión era palpable mientras los Ascendidos esperaban la señal.

El primer Zor'tha se detuvo, a unos metros de la posición de Rivon, olfateando el aire como si percibiera algo fuera de lugar. El tiempo pareció detenerse. Todos los músculos de Rivon estaban listos para actuar, pero Lord Tanos levantó una mano, indicándoles que esperaran.

Los Zor'tha seguían avanzando lentamente, explorando el área, hasta que uno de ellos se movió demasiado cerca de un Ascendido. El Ascendido, incapaz de contenerse, apretó el gatillo de su rifle de plasma. Un disparo silbó en el aire, alcanzando a la criatura en la cabeza, que cayó al suelo con un chasquido seco.

Ese único disparo lo cambió todo.

Los Zor'tha restantes emitieron un rugido ensordecedor y cargaron hacia la posición de los Ascendidos. El silencio se rompió en mil pedazos mientras el combate estallaba. Rivon disparó su rifle con precisión mortal, derribando a dos criaturas con disparos rápidos a la cabeza, pero sabía que había muchos más en camino.

¡Retrocedan hacia la zona alta del bosque! — gritó Lord Tanos, mientras abría fuego contra los Zor'tha.

Rivon obedeció, retrocediendo mientras disparaba. Los Zor'tha eran rápidos, pero los Ascendidos tenían la ventaja del terreno y la disciplina de combate. Aun así, por cada enemigo que caía, más criaturas surgían de la espesura, sus cuerpos deformes moviéndose con una velocidad aterradora.

Una de las criaturas logró llegar hasta Rivon. Con un movimiento rápido, sacó su espada de energía y cortó a la bestia en dos con un solo golpe, el filo vibrante brillando en la penumbra del bosque. La sangre alienígena salpicó el suelo mientras la criatura se desplomaba.

¡No podemos seguir así mucho tiempo! — gritó uno de los Ascendidos, mientras su arma se sobrecalentaba y empezaba a fallar.

Los Zor'tha seguían atacando, sus números interminables, y aunque el grupo de Ascendidos Superiores estaba luchando con todo lo que tenía, sabían que no podían aguantar eternamente. A lo lejos, Rivon escuchó un sonido que le dio un breve momento de esperanza: el rugido de los motores de una lanzadera en el aire.

¡La evacuación está llegando! — gritó Lord Tanos, apuntando hacia el cielo donde una pequeña nave de rescate comenzaba su descenso hacia su posición.

El grupo de Ascendidos redobló sus esfuerzos, retrocediendo mientras disparaban. Las criaturas seguían atacando sin tregua, pero Rivon y su equipo mantenían la línea, resistiendo como podían. La lanzadera se acercaba, pero el tiempo corría en su contra.

¡Aguanten! — gritó Rivon, mientras lanzaba una granada de energía hacia un grupo de Zor'tha, creando una explosión que iluminó el bosque y envió a las criaturas volando en pedazos.

Finalmente, la lanzadera aterrizó en una pequeña abertura en el bosque. Las puertas se abrieron y una voz resonó por el comunicador.

¡Suban rápido!

Rivon y los Ascendidos corrieron hacia la nave, disparando hacia atrás mientras los Zor'tha seguían acercándose. Lord Tanos fue el último en subir, disparando hasta el último segundo antes de que las puertas se cerraran y la lanzadera despegara del suelo.

Desde la ventana de la nave, Rivon vio cómo los Zor'tha invadían el bosque, pero ya era demasiado tarde para ellos. La lanzadera se elevaba rápidamente, alejándose del campo de batalla. Habían sobrevivido, pero a un costo alto.