Una densa y opresiva niebla cubría el mar mientras el equipo cruzaba en un bote manejado por un remero local. El hombre parecía ser un conocido de Tazuna, y su expresión era un reflejo de la tensión del país de las Olas. Durante el trayecto, Tazuna comenzó a explicar con más detalle quién era Gatō, su enemigo.
—Gatō no es solo un empresario —dijo Tazuna con seriedad, mirando el agua oscura mientras el bote avanzaba—. Es un hombre despiadado que usa su fortuna y su poder para controlar todo lo que toca. Sus empresas pueden parecer legales, pero detrás de ellas se esconden tráfico de drogas, contrabando y extorsión. Contrata ninjas renegados, mercenarios y bandas criminales para imponer su voluntad.
El grupo escuchaba atentamente. Incluso Naruto, a menudo distraído, prestaba atención, con los brazos cruzados y los ojos fijos en Tazuna.
—¿Y qué quiere aquí? —preguntó Yuzuki, su tono frío y directo, como siempre.
—El país de las Olas depende de su industria naviera para sobrevivir —continuó Tazuna—. Gatō monopolizó esa industria, controlando cada barco, cada puerto. La gente aquí ya no tiene nada. Incluso los nobles del país están en ruinas, apenas pudieron reunir suficiente dinero para contratar esta misión. Este puente es nuestra única esperanza. Si lo termino, romperemos su control. Por eso quiere matarme.
El silencio que siguió fue pesado, cargado de la gravedad de la situación. Entonces, a través de la niebla, emergió una imponente estructura. El puente de Tazuna se alzaba como un gigante incompleto, sus vigas de acero y concreto destacando contra el cielo gris.
—Es enorme —murmuró Naruto, sus ojos azules abiertos de par en par. La vista del puente parecía inspirarle, pero también lo hacía consciente de lo mucho que estaba en juego.
El barquero los guió por una ruta oculta, rodeada de árboles enroscados que emergían del agua como gigantes torcidos. A medida que avanzaban, empezaron a aparecer casas sobre pilotes, todas en un estado lamentable. El abandono y la pobreza eran evidentes; ventanas rotas, techos caídos, y paredes que apenas se sostenían en pie.
—¿Toda la aldea está así? —preguntó Kiyomi, su voz teñida de compasión y sorpresa.
—Esto es lo que Gatō nos ha hecho —respondió Tazuna, apretando los puños.
Finalmente, llegaron a un pequeño muelle. El barquero se despidió con un gesto rápido, claramente ansioso por irse.
—Buena suerte —dijo, casi en un susurro, antes de remar de vuelta hacia la niebla.
El grupo descendió del bote y comenzó a caminar por un sendero que serpenteaba hacia el interior de la isla. La tensión era palpable. Cada sonido, cada movimiento en los árboles, parecía una amenaza potencial. Katsumi-sensei caminaba al frente, alerta, mientras el resto del equipo se mantenía cerca de Tazuna, formando un perímetro de protección.
—Manténganse atentos —ordenó Katsumi, su tono severo—. El próximo enfrentamiento probablemente no será contra chūnin como los Hermanos Demoníacos. Si Gatō quiere eliminar a Tazuna, enviará a un jōnin.
Estas palabras aumentaron la inquietud del grupo. Naruto apretó los puños con fuerza, su mente repasando las técnicas que había entrenado. Sasuke, con su tanto desenfundado y listo, caminaba en silencio, pero sus ojos estaban constantemente escaneando el entorno. Kiyomi y Yuzuki se mantenían cerca de Tazuna, sus Sharingan brillando con una intensidad vigilante.
De repente, un ruido proveniente de un arbusto cercano rompió el silencio. Naruto reaccionó instintivamente, lanzando una shuriken en la dirección del sonido. La pequeña arma voló con precisión, cortando las hojas y ramas hasta dar en el objetivo.
Lo que salió del arbusto no fue un enemigo, sino un pequeño conejo blanco. El animal, asustado, saltó hacia otro arbusto, dejando un rastro de hojas caídas. Naruto se quedó paralizado un momento, sorprendido por el resultado.
—Idiota —murmuró Sasuke, rodando los ojos. Su tono estaba lleno de desdén, pero no del todo injustificado. —¿Te asustas por un conejo?
Naruto apretó los dientes y se giró hacia Sasuke, claramente molesto.
—¡Al menos hice algo! —respondió, apuntándolo con un dedo—. ¿Y si hubiera sido un enemigo? ¡Podrías haber sido tú quien se congelara!
Antes de que la discusión pudiera escalar, Katsumi levantó una mano, silenciándolos de inmediato. Su mirada estaba fija en el conejo, pero no en el animal en sí, sino en su pelaje.
—Esto no es normal —dijo Katsumi en un susurro, su tono lo suficientemente bajo como para que solo el equipo la escuchara.
—¿Qué tiene de extraño? —preguntó Yuzuki, entrecerrando los ojos.
—Es un conejo de invierno, pero estamos en primavera. Solo se usa un animal así para una cosa...
El aire se llenó de un zumbido repentino y aterrador. Katsumi reaccionó con rapidez.
—¡Agáchense! —gritó.
Todos obedecieron de inmediato, y un enorme zambatō, una espada gigante, pasó rozándolos, clavándose en un árbol cercano con un impacto que hizo temblar el suelo. La hoja vibraba con un sonido metálico que resonó como una campana de guerra.
—Así que ustedes son los ninjas que protegen al constructor del puente... —Una voz grave y profunda resonó desde la niebla. Una figura imponente apareció de pie sobre la espada, su silueta se recortaba contra la niebla. Vestía una banda ninja de Kirigakure tachada, y su rostro estaba cubierto por vendas, dejando solo sus ojos a la vista.
—Zabuza Momochi —dijo Katsumi, su tono más tenso de lo que el equipo la había oído antes. —Demonio de la Niebla Oculta—.Dijo Katsumi con firmeza, su voz serena, pero con un filo de tensión que no había mostrado antes. Su mirada permanecía fija en la figura que se alzaba sobre el zambatō, una presencia que parecía absorber toda la luz en medio de la niebla. Zabuza dejó escapar una risa baja, gutural, como un lobo que se regodea antes de atacar.
—He oído historias sobre ti, Katsumi Hatake... la mujer del Sharingan —dijo con una burla pesada en su voz—. Veo porque los Hermanos Demoniacos no volvieron. Pero como dijiste soy el Demonio de la Niebla Oculta. Esta será una pelea que recordarás, si es que sobrevives.
Katsumi permaneció inmóvil, observándolo sin apartar la vista. Lentamente, con un gesto deliberado, levantó su mano derecha y ajustó su bandana. Al retirarla, reveló un ojo izquierdo marcado por una cicatriz delgada que lo cruzaba. El Sharingan que brillaba debajo no tenía dos tomoe, como el de Kiyomi, sino tres, girando lentamente como si evaluaran cada movimiento del enemigo.
—Chicos —dijo Katsumi, su tono grave y autoritario, sin apartar la vista de Zabuza—, él no es alguien contra quien puedan luchar. Quédense atrás y protejan a Tazuna. Yo me encargo.
—¡Pe-pero, sensei...! —empezó a protestar Naruto, dando un paso adelante.
Katsumi giró la cabeza apenas lo suficiente para mirarlo, y una sonrisa tranquilizadora se dibujó en su rostro. Sus ojos, incluso el del Sharingan, parecían emitir una calma protectora.
—Confía en mí. No dejaré que nada les pase —dijo con suavidad, pero con una resolución que no admitía discusión.
Naruto apretó los puños, frustrado pero decidido a obedecer. Retrocedió junto a Sasuke, Kiyomi, Yuzuki y Tazuna, formando una barrera protectora alrededor del anciano. Mientras tanto, Katsumi dio un paso adelante, colocándose entre su equipo y Zabuza.
—Hmph, valiente, pero inútil —comentó Zabuza con desdén antes de hacer un sello con una sola mano. La niebla que ya los rodeaba se hizo aún más densa, convirtiéndose en un manto opresivo que reducía la visibilidad a casi cero.
—Kirigakure no Jutsu —murmuró Katsumi, reconociendo la técnica de inmediato.
La voz de Zabuza resonó desde todas direcciones, como si la niebla misma hablara.
—En esta niebla, soy un fantasma. No me verás venir, pero yo puedo sentir cada uno de tus movimientos... y también los de tus pequeños estudiantes.
Katsumi cerró los ojos brevemente, enfocándose en las fluctuaciones de chakra a su alrededor. El Sharingan capturaba cada detalle en la niebla, aunque la densidad del entorno hacía difícil anticipar los movimientos de Zabuza. Sujetó con firmeza el tanto que había invocado, sintiendo la vibración del metal como una extensión de su propio cuerpo. Sabía que no podía permitirse ningún error; sus estudiantes dependían de ella.
De repente, un silbido agudo rasgó el aire. Katsumi apenas tuvo tiempo de girar sobre sus talones cuando el gigantesco zambatō de Zabuza se precipitó hacia ella con una fuerza devastadora. La ninja bloqueó el ataque con un movimiento rápido, interponiendo su tanto en un ángulo preciso. Sin embargo, la fuerza del impacto la hizo retroceder varios pasos, sus sandalias dejando surcos en el suelo húmedo. El eco metálico resonó en la niebla, cargado de tensión.
—Impresionante reflejo —comentó Zabuza con una sonrisa burlona mientras desaparecía nuevamente en la niebla—. Pero dime, ¿por cuánto tiempo puedes mantenerte así?
Katsumi no respondió. Su expresión permaneció impasible, pero sus músculos estaban tensos, listos para moverse en cualquier dirección. Decidió aprovechar la oportunidad para tomar la ofensiva. Lanzó un kunai con un sello explosivo hacia un punto donde detectó una ligera fluctuación de chakra. La explosión iluminó la niebla como un relámpago fugaz, pero no había rastro de Zabuza.
Antes de que pudiera reposicionarse, sintió un cambio en el flujo del aire. Zabuza apareció a su derecha, balanceando su espada en un arco descendente. Katsumi giró rápidamente, levantando su tanto para bloquear el ataque. Aunque logró detener la hoja, la fuerza bruta de Zabuza la obligó a retroceder. La espada del enemigo dejó una marca profunda en el suelo donde ella había estado segundos antes.
—Eres fuerte, pero sigues siendo demasiado lenta para mí —se burló Zabuza, desapareciendo de nuevo en la niebla con un movimiento casi imperceptible.
Katsumi entrecerró los ojos, manteniendo su respiración controlada. Sabía que Zabuza estaba jugando con ella, intentando desestabilizarla psicológicamente. Pero no podía permitirse caer en su juego, no mientras sus estudiantes y Tazuna dependieran de ella. Tenía que mantenerse alerta, pero también encontrar una forma de reducir la ventaja que le daba la niebla.
—Kage Bunshin no Jutsu —susurró Katsumi, creando dos clones que se dispersaron en direcciones opuestas. Cada uno de ellos se movía con precisión, lanzando kunais en patrones impredecibles para forzar a Zabuza a revelar su posición. Mientras tanto, Katsumi concentró chakra en sus pies, preparándose para una maniobra evasiva.
Un sonido apenas audible de agua moviéndose detrás de ella fue suficiente para alertarla. Zabuza apareció súbitamente, balanceando su zambatō en un intento de atraparla desprevenida. Katsumi reaccionó al instante, saltando hacia un lado mientras uno de sus clones se lanzaba hacia el enemigo. Zabuza destruyó el clon de un solo golpe, pero eso le dio a Katsumi el tiempo suficiente para realizar un contraataque.
—Raikiri —murmuró, concentrando chakra eléctrico en su tanto. La hoja chisporroteó con un brillo azul mientras Katsumi se movía a una velocidad increíble, dirigiéndose directamente hacia Zabuza. Este bloqueó el ataque con su espada, pero la electricidad se dispersó por el aire, obligándolo a retroceder ligeramente.
—Nada mal... Pero aún estás lejos de ser una amenaza real —dijo Zabuza, su voz cargada de desafío.
Sin darle tiempo a responder, Zabuza realizó una serie de sellos con rapidez asombrosa. Katsumi reconoció el jutsu de inmediato.
—Suiton: Suiryūdan no Jutsu —anunció Zabuza mientras un dragón de agua se formaba detrás de él, rugiendo con ferocidad antes de lanzarse hacia Katsumi.
Katsumi reaccionó rápidamente, saltando hacia atrás y creando un sello propio.
—Doton: Doryūheki —respondió, levantando una pared de tierra sólida que absorbió parte del impacto del dragón. Sin embargo, la fuerza del ataque fue tal que la pared se agrietó, y Katsumi apenas logró esquivar los restos del agua que se dispersaban con violencia.
Zabuza aprovechó la distracción, apareciendo frente a Katsumi con un movimiento rápido. Su zambatō descendió en un golpe devastador, obligándola a bloquear con su tanto nuevamente. Esta vez, sin embargo, Katsumi canalizó chakra a través de su arma, generando una onda de energía que empujó a Zabuza hacia atrás unos metros.
—No estás mal, Sharingan Hatake. Pero esto apenas comienza —dijo Zabuza mientras levantaba su espada nuevamente, su postura firme e intimidante.
Katsumi observó con atención cómo la niebla se espesaba aún más alrededor de ella. Su Sharingan captaba destellos de chakra en múltiples direcciones, pero había algo extraño en los patrones: Zabuza estaba usando una técnica ilusoria.
—Kiri Seimei —anunció Zabuza con un tono burlón. En un instante, varias figuras idénticas a él emergieron de la niebla, rodeándola. Aunque las copias carecían de sustancia, su movimiento sincronizado y su aparente realismo confundían incluso a un usuario experimentado del Sharingan.
Katsumi tensó su postura, su tanto brillando con un leve destello de chakra blanco. Sus clones permanecieron en posición, atentos, mientras ella analizaba cada movimiento con una precisión letal. No iba a dejarse intimidar por un simple truco.
—¿Intentas ganar tiempo, Zabuza? —preguntó con frialdad, su ojo rojizo bailando de un lado a otro.
Zabuza no respondió directamente. Desde la niebla, canalizó chakra hacia su Kubikiribōchō, transformando el filo de la espada en un arma aún más peligrosa. Un borde de agua comprimida cubrió la hoja, alargando su alcance y dándole una flexibilidad aterradora. Sin previo aviso, Zabuza blandió su espada como un látigo, enviando un tajo de agua cortante hacia Katsumi.
Katsumi saltó hacia atrás, su Sharingan prediciendo el ataque justo a tiempo. La onda de agua desgarró el suelo donde ella había estado, levantando una nube de escombros. Sin darle tregua, Zabuza avanzó con un estilo de combate feroz y agresivo. Su velocidad aumentó, y sus ataques se volvieron un torbellino de movimientos brutales y angulados, diseñados para abrumar a sus oponentes.
Katsumi bloqueó un golpe descendente con su tanto, pero el impacto hizo vibrar sus brazos. Zabuza aprovechó la inercia para girar su espada en un arco lateral, obligándola a inclinarse hacia atrás para esquivar el filo. En ese instante, una de las copias ilusorias atacó desde la izquierda, forzándola a dar un salto hacia arriba mientras sus clones intervenían para cubrir sus flancos.
—Interesante... —dijo Zabuza mientras desaparecía y reaparecía entre sus propias ilusiones. Su voz resonaba desde todas direcciones—. Pero sigues demasiado a la defensiva, Sharingan Hatake.
Katsumi respiró profundamente, calmando sus pensamientos. Era momento de cambiar el ritmo del combate. Su Sharingan detectó un patrón en los movimientos de Zabuza y sus ilusiones. Era sutil, pero suficiente para darle una ventaja. Canalizó chakra en sus piernas y en su tanto, adoptando la postura de su estilo de kenjutsu el Shirogami Ryū, y de inmediato se lanzó al ataque.
Su velocidad se multiplicó, dejando apenas un rastro visible mientras atravesaba la niebla con movimientos precisos y fluidos. El primer corte desintegró una de las ilusiones de Zabuza, demostrando que había identificado su naturaleza irreal. Giró en el aire, deslizándose entre las copias con una gracia letal, desmantelando cada imagen mientras su Sharingan mantenía su mirada fija en el verdadero enemigo.
—¿Es todo lo que tienes? —preguntó Katsumi, apareciendo detrás de Zabuza con su tanto en alto.
Zabuza reaccionó al último momento, levantando su Kubikiribōchō para bloquear. Las chispas saltaron al chocar ambas armas, y por primera vez, Zabuza parecía estar retrocediendo. Katsumi no le dio tiempo para respirar; encadenó una serie de ataques rápidos y quirúrgicos, obligándolo a adoptar una postura defensiva. Cada corte parecía imposible de esquivar, y su precisión no hacía más que aumentar con cada movimiento. Katsumi, aprovechando un momento de debilidad en la postura de Zabuza para girar sobre sí misma y lanzar un tajo diagonal. Aunque Zabuza logró evitar el impacto directo, el filo del tanto rozó su costado, cortando parte de su uniforme.
Zabuza se detuvo, tocándose la herida superficial mientras sonreía de manera siniestra.
—Parece que he estado jugando demasiado... Pero no te equivoques. Esto apenas comienza —dijo, antes de lanzar su Kubikiribōchō como un proyectil.
Katsumi se agachó para evitar la hoja, pero Zabuza ya estaba sobre ella, apareciendo justo donde había predicho que caería la espada. Sujetó su arma y lanzó un corte vertical que Katsumi apenas logró desviar con su tanto, el impacto estremeciendo sus brazos. Sin embargo, esta vez, no retrocedió. Con una explosión de chakra en sus piernas, empujó a Zabuza hacia atrás, rompiendo el ritmo de su ataque.
—No voy a contenerme más —dijo Katsumi, su tono grave y decidido.
—Qué halago que la ninja que copia me tome en serio —dijo Zabuza, su voz resonando como un eco malévolo en la densa niebla—. Pero dime, ¿tus estudiantes podrían contra mí?
De repente, apareció detrás del grupo de jóvenes, su presencia una sombra abrumadora que se cernía sobre ellos. Naruto apretó con fuerza la empuñadura de su katana, Kiyomi tensó la cadena de su kusarigama, Yuzuki sostuvo varios kunais listos para lanzar, y Sasuke levantó su tanto con ambas manos. A pesar de su determinación, el aura intimidante de Zabuza, cargada con una intención asesina palpable, los dejó paralizados por un instante. Era como si un demonio se hubiera manifestado ante ellos, y la presión que ejercía era asfixiante.
—M-Maldición... —murmuró Naruto, con el sudor resbalando por su frente mientras buscaba a Katsumi con la mirada, sabiendo que enfrentarse a Zabuza estaba más allá de sus capacidades actuales.
—Congelados como conejos frente a un lobo —se mofó Zabuza, su tono lleno de desprecio mientras giraba lentamente la cabeza hacia ellos—. ¿Esto es todo lo que Konoha tiene para ofrecer? Ni siquiera valen la pena.
Zabuza levantó su Kubikiribōchō, y la hoja, ahora envuelta en un aura de agua comprimida, brilló como si fuera un torrente de poder contenido. Sin previo aviso, lanzó un golpe horizontal con toda su fuerza. Naruto y Sasuke se lanzaron hacia adelante al unísono, bloqueando con sus armas, pero el impacto los superó completamente. Ambos salieron disparados hacia atrás, rodando por el suelo antes de lograr detenerse, jadeando por el esfuerzo.
—¡Naruto! ¡Sasuke! —gritó Kiyomi, pero su voz tembló, al igual que sus piernas.
Zabuza giró su mirada hacia Tazuna, avanzando lentamente como un depredador acechando a su presa. En un acto desesperado, Yuzuki se lanzó frente al constructor, usando su propio cuerpo como escudo mientras lanzaba sus kunais con hilos de chakra con precisión hacia Zabuza. Los proyectiles volaron rápidos, pero el enemigo no mostró preocupación, aunque intento esquivarlos los hilos de chakra cambiaron el rumbo de las armas. Su cuerpo se desmoronó en una cascada de agua al ser impactado.
—Un clon... —murmuró Kiyomi, retrocediendo un paso mientras el verdadero Zabuza aparecía detrás de ellos.
—Demasiado lentos... y demasiado débiles —dijo Zabuza mientras blandía su espada en un arco letal.
Antes de que pudiera conectar, un destello plateado se interpuso entre él y sus objetivos. Katsumi había llegado. Su tanto bloqueó el golpe de la Kubikiribōchō, y el impacto resonó como un trueno, enviando ondas de choque que sacudieron el aire a su alrededor. El ojo de Katsumi, ardían con determinación.
—Ellos no son tu oponente, Zabuza. Yo soy la que va a enfrentarte —dijo Katsumi con un tono helado, empujando la espada de Zabuza hacia atrás.
—Ah, ahí está la leona protegiendo a sus cachorros —rió Zabuza, retrocediendo un paso y adoptando una postura más agresiva—. Bien. Muéstrame lo que puedes hacer.
Sin más preámbulos, Zabuza se lanzó hacia ella con una velocidad impresionante, girando su espada como si fuera una extensión de su propio cuerpo. Su estilo xel Kiri Oni no Ryū era brutal y despiadado, una danza de movimientos rápidos y golpes devastadores que atacaban desde ángulos impredecibles. Katsumi, sin embargo, no se quedó atrás. Su estilo, el Shirogami Ryū brilló en el enfrentamiento, un estilo de combate fluido que combinaba la velocidad de un ninja con la precisión quirúrgica de un maestro espadachín.
Cada choque de las armas producía un destello, mientras Katsumi deslizaba su tanto con movimientos calculados, desviando cada ataque con precisión. Zabuza intentó un corte descendente, pero Katsumi lo bloqueó girando sobre su eje, desviando la hoja hacia el suelo y contrarrestando con un corte lateral que rozó el hombro de Zabuza.
—Nada mal... —murmuró él, mostrando una sonrisa salvaje—. Pero veamos cómo lidias con esto.
Zabuza canalizó más chakra hacia su espada, extendiendo el filo de agua comprimida. Luego, con un movimiento fluido, lanzó un tajo a distancia que cortó el aire como una cuchilla invisible. Katsumi reaccionó al instante, esquivando hacia un lado y usando un clon de sombra para desviar el ataque hacia una dirección segura. El clon se desintegró al impacto, pero Katsumi ya estaba sobre Zabuza, lanzando una ráfaga de ataques rápidos que lo obligaron a retroceder.
—¿Eso es todo lo que tienes? —preguntó Katsumi, su voz cortante.
—Ni de cerca —replicó Zabuza, y la niebla a su alrededor se intensificó de golpe.
De repente, varias figuras de Zabuza surgieron desde la bruma, rodeándola. Katsumi canalizo mas chakra en su Sharingan, escaneando cada copia. Sabía que debía mantener la calma; las ilusiones eran engañosas, pero no imbatibles. Moviéndose con agilidad, eliminó una tras otra, cada corte preciso y mortal. Sin embargo, al destruir una última copia, Zabuza apareció detrás de ella, su espada descendiendo rápidamente.
Katsumi giró sobre sus talones en el último momento, bloqueando con su tanto. Las chispas saltaron entre ambas armas, y Katsumi aprovechó el momento para liberar una explosión de chakra desde sus pies, creando distancia entre ambos. Aterrizó con gracia, ya en una postura defensiva.
—¿Por qué te contienes? —repitió Zabuza, su voz cargada de burla y desafío mientras giraba su espada con una mano, el filo de agua brillando con intensidad—. Si sigues jugando a protegerlos, no durarás ni un minuto más.
Katsumi inclinó ligeramente la cabeza, su Sharingan brillando con un fulgor rojizo, reflejando el aura sangrienta que emanaba de Zabuza. Sus labios se curvaron en una sonrisa fría, sin rastro de humor. Su tono al responder era firme, calculado, pero teñido de una confianza absoluta.
—No estoy jugando. Solo estoy calentando.
Con esas palabras, Katsumi desapareció de la vista de Zabuza en un instante. Su velocidad era tal que incluso el experimentado espadachín tuvo que ajustar su postura de inmediato. Apenas logró levantar su Kubikiribōchō para bloquear un corte descendente que cayó con la fuerza de una tormenta. El impacto resonó como un trueno, y Zabuza retrocedió varios pasos mientras la niebla se agitaba a su alrededor.
Katsumi no le dio respiro. Su siguiente movimiento fue un giro elegante que dejó su tanto trazando un arco brillante en el aire. Zabuza esquivó por poco, pero el filo de chakra que Katsumi había canalizado rozó su mejilla, dejando una fina línea de sangre. El espadachín gruñó, sorprendido por la ferocidad de su oponente.
Cada movimiento era un golpe calculado. La precisión de Katsumi, combinada con la capacidad de su Sharingan para predecir cada paso de Zabuza, lo obligaba a mantenerse a la defensiva. Su espada, imponente y brutal, parecía pesada y torpe frente a la agilidad de Katsumi. Los destellos de chakra blanco y el metálicos llenaron el aire mientras el sonido de las espadas chocando reverberaba como una sinfonía letal.
Zabuza intentó un contraataque, lanzando un corte horizontal con su hoja recubierta de agua comprimida. Katsumi saltó hacia atrás con gracia, esquivando el golpe por milímetros. Al aterrizar, realizó una secuencia de sellos de manos con una velocidad vertiginosa.
—Katon: Gōkakyū no Jutsu.
Una enorme bola de fuego salió disparada hacia Zabuza, iluminando momentáneamente la niebla circundante. Zabuza saltó hacia un lado para evitar el ataque, pero Katsumi ya estaba esperándolo. Apareció a su lado con un movimiento casi fantasmal, lanzando una serie de cortes rápidos que Zabuza apenas logró desviar. El espadachín, ahora respirando con dificultad, entendió que estaba frente a una combatiente excepcional.
Zabuza gruñó mientras reunía chakra en su espada. De un tajo, liberó un ataque de agua comprimida que arrasó hacia Katsumi como un látigo.
Katsumi saltó hacia el aire para esquivarlo, girando sobre sí misma mientras canalizaba chakra en sus pies para aterrizar sin perder el equilibrio. Apenas tocó el suelo, se impulsó hacia Zabuza con un shunshin no jutsu, reapareciendo justo frente a él y lanzando un corte directo a su abdomen. Zabuza bloqueó, pero el impacto lo hizo retroceder hasta el borde del río.
—¿Es todo lo que tienes, Demonio de la Niebla? —preguntó Katsumi, su voz tranquila, casi burlona.
Zabuza no respondió, su rostro marcado por una mezcla de furia y respeto contenido. Katsumi avanzó con pasos firmes, cada movimiento calculado para mantener la presión. Sabía que debía acabar con él rápido; un ninja como Zabuza era más peligroso cuanto más tiempo tuviera para planificar.
Zabuza realizó sellos de mano mientras mantenía la guardia con su espada.
—Suiton: Suiryuudan no Jutsu.
El agua del río se alzó, formando un enorme dragón que se lanzó hacia Katsumi con un rugido ensordecedor. Katsumi no retrocedió; al contrario, corrió hacia el dragón, realizando sus propios sellos de manos.
—Katon: Hōsenka no Jutsu.
Una ráfaga de pequeñas bolas de fuego salió disparada en diferentes direcciones, impactando contra el dragón y debilitándolo lo suficiente como para que Katsumi pudiera atravesarlo con un corte recubierto de chakra. El agua salpicó en todas direcciones mientras Katsumi reaparecía al otro lado, sus ojos fijándose de inmediato en Zabuza, quien había usado el ataque como distracción para crear un clon de agua.
El clon atacó desde un lateral, pero Katsumi lo eliminó con un movimiento limpio, desintegrándolo en una explosión de agua. Fue entonces cuando sintió algo frío envolviendo su pierna. Zabuza había aprovechado la distracción para atrapar su tobillo con un tentáculo de agua que surgía del río.
—Te tengo —dijo Zabuza con una sonrisa oscura, y el agua se alzó, formando una cúpula que envolvió a Katsumi por completo.
—Suirō no Jutsu —declaró Zabuza, manteniendo el sello con una mano mientras se preparaba para acabar con ella.
Dentro de la prisión de agua, Katsumi observó la superficie ondulante que la rodeaba, su ojo rojo del Sharingan analizando cada detalle del jutsu que la contenía. Su frustración era evidente, pero su mente permanecía calmada, buscando una solución. Maldición, me confié demasiado... Esto no puede acabar así, pensó, mientras evaluaba la posición de Zabuza y las condiciones del campo de batalla.
Fuera de la prisión, pudo ver a sus estudiantes recuperándose con dificultad. Sasuke y Naruto apenas se habían levantado, mientras que Yuzuki y Kiyomi, aunque aún temblorosas, lograron ponerse en guardia. Katsumi chasqueó la lengua. Sabía que sus alumnos querían intervenir, pero no podía permitirlo.
—Naruto, Sasuke, Yuzuki, Kiyomi... ¡Váyanse de aquí! —ordenó con firmeza, su voz cortando el aire como una cuchilla—. Su misión es proteger al señor Tazuna. ¡No intenten intervenir!
Sus palabras eran duras, pero su intención era clara: evitar que cometieran un error fatal. Sin embargo, los cuatro permanecían en sus posiciones, sus cuerpos tensos y sus ojos llenos de determinación, aunque el miedo seguía presente. Katsumi podía leer su intención. Querer ayudarla, aunque suicida, era un reflejo de su lealtad.
—¡Obedezcan, carajo! —gritó Katsumi, elevando la intensidad en su tono—. Zabuza no puede atacarlos mientras mantiene este jutsu. Si crea clones, estos se desharán al alejarse demasiado. ¡No me pongan las cosas más difíciles!
Naruto fue el primero en reaccionar, sus ojos azules brillando con resolución. Aún temblaba ligeramente, pero con un gesto rápido, desamarró la bandana de su cuello y la ató firmemente en su frente. Luego se apuñalo con fuerza su muslo, un movimiento que parecía más simbólico que físico, como si necesitara algo que lo anclara a la realidad.
—¡Claro que no! ¡La salvaremos, Katsumi-sensei! —gritó, su voz cargada de desafío y esperanza. Sin perder tiempo, comenzó a realizar sellos de manos.
—Fūton: Daitoppa! —exclamó, y un torrente de viento se materializó a su alrededor.
El fuerte vendaval barrió la densa niebla que cubría el campo, empujándola hacia los árboles cercanos. La visibilidad mejoró considerablemente, exponiendo a Zabuza, quien mantenía la prisión de agua con una mano. Pero el espadachín no parecía impresionado. Con calma, realizó sellos con una sola mano, mostrando su maestría en el uso del chakra.
—Suiton: Suijinheki —murmuró, y un muro de agua se alzó frente a él, bloqueando el ataque de Naruto con facilidad.
El viento chocó contra la barrera líquida, levantando una lluvia de gotas que volvieron a caer como una neblina ligera. Naruto frunció el ceño, frustrado, mientras retrocedía un paso, pero su determinación no flaqueaba.
—¡Maldito! —gruñó Sasuke, quien ya había sacado su tanto y se lanzaba hacia Zabuza. Su velocidad era impresionante, pero Zabuza, aún sin moverse de su posición, hizo un gesto casi perezoso con la cabeza. Su clon, que permanecía cerca, interceptó a Sasuke, desenvainando una copia de la Kubikiribōchō.
Sasuke giró en el último segundo, esquivando el golpe del clon y contrarrestando con un corte preciso que deshizo la figura de agua en un estallido. Sin embargo, otro clon surgió casi al instante, esta vez dirigido hacia Yuzuki y Kiyomi, quienes estaban más cerca de Tazuna.
—¡Yuzuki, cúbreme! —gritó Kiyomi, lanzando su kusarigama con un giro preciso y elegante. La cadena giró en el aire con un zumbido antes de enroscarse firmemente alrededor del brazo del clon de Zabuza, deteniéndolo justo cuando iba a atacar. Aprovechando la distracción, Yuzuki no perdió tiempo. Con movimientos fluidos y calculados, lanzó un kunai que atravesó el torso del clon, deshaciéndolo en un estallido de agua que salpicó a todos alrededor.
Mientras el agua goteaba, Yuzuki se giró rápidamente hacia Tazuna, su rostro solemne pero lleno de determinación.
—Señor Tazuna, ¿nos permitirá salvar a nuestra sensei? —preguntó, su voz firme pero respetuosa.
Tazuna tragó saliva, su rostro reflejando miedo y duda, pero al ver la resolución en los ojos de la kunoichi, asintió lentamente.
—Cla-claro... pero tengan cuidado —respondió con voz temblorosa.
—Bien —dijo Yuzuki, asumiendo el liderazgo mientras se acercaba a Naruto y Sasuke, quienes ya estaban en posición para atacar. Sus manos se tensaban alrededor de sus armas, y la mirada de ambos ardía con determinación. Por su parte, Kiyomi también parecía lista para lanzarse de nuevo al ataque, pero Yuzuki levantó una mano, deteniéndola.
—Esperen... necesitamos un plan —dijo Yuzuki, su tono autoritario. Los otros tres la miraron con cierta sorpresa, pero no discutieron.
Naruto frunció el ceño, claramente impaciente. —¡No hay tiempo para esto! Si nos retrasamos, Katsumi-sensei...
—Lo sé —interrumpió Yuzuki, sus ojos oscuros reflejando la misma preocupación—, pero si nos lanzamos sin pensar, no solo fallaremos, sino que podríamos empeorar las cosas. Zabuza es demasiado fuerte para un ataque frontal sin estrategia.
Sasuke, con su tanto en la mano, asintió lentamente, aunque sus labios formaban una delgada línea de frustración. —Tiene razón. Necesitamos dividir su atención y crear una oportunidad para liberar a Katsumi-sensei.
Kiyomi, aún sujetando la kusarigama, se permitió un leve asentimiento. —Su clon puede manejar ataques directos con facilidad, pero no puede cubrir todos los frentes al mismo tiempo. Si lo presionamos desde múltiples ángulos...
—Y si logramos forzarlo a usar más clones, reducirá la fuerza de la prisión de agua —añadió Yuzuki, sus ojos brillando con comprensión mientras elaboraba el plan. Miró a Naruto—. Tú eres el único con técnicas lo suficientemente amplias como para alterar el campo de batalla. Necesitamos que uses otra técnica de viento para obligarlo a moverse. Kiyomi y yo atacaremos desde los costados. Sasuke, busca una oportunidad para romper su concentración.
Naruto asintió con entusiasmo, su confianza renovada. —¡Entendido! No fallaré.
Mientras todos se posicionaban, Yuzuki respiró hondo y miró a Zabuza, quien observaba desde la distancia con una expresión de burla. —¿Terminaron de susurrar estrategias inútiles? —preguntó el espadachín, su tono cargado de desprecio.
Naruto levantó ambas manos y comenzó a realizar sellos rápidamente. —Fūton: Daitoppa! —gritó de nuevo, esta vez apuntando directamente hacia la posición de Zabuza. La poderosa ráfaga de viento barrió el terreno, levantando escombros y ramas, obligando a Zabuza a alzar un nuevo muro de agua con un movimiento rápido.
—Suiton: Suijinheki —murmuró Zabuza con desdén, pero mientras el muro se alzaba para detener el ataque de viento, Kiyomi y Yuzuki ya estaban en movimiento.
Kiyomi giró su kusarigama, enviando la cadena hacia el lado izquierdo de Zabuza, buscando enredar sus piernas, mientras Yuzuki se deslizaba por el otro lado con un par de kunais brillando en sus manos. El clon de Zabuza se movió para interceptarlas, pero Sasuke, quien había permanecido oculto hasta ese momento, apareció detrás del clon con su tanto envuelto en chispas.
—Raiton: Kangekiha! —exclamó, liberando un rayo directo al clon. La electricidad atravesó la figura de agua, deshaciéndolo en un instante y obligando a Zabuza a retroceder un paso.
Aprovechando la apertura, Kiyomi lanzó la cuchilla de su kusarigama con precisión, buscando la muñeca de Zabuza. Aunque no logró herirlo de gravedad, el filo rozó su piel lo suficiente como para provocarle un gruñido y una ligera pérdida de concentración. Aunque la prisión de agua que atrapaba a Katsumi no se rompió, esta notó que la presión disminuía por un instante, un respiro que no pasó desapercibido para la experimentada kunoichi.
Desde su posición, Naruto frunció el ceño, evaluando rápidamente la situación. Con una mirada decidida, comenzó a formar sellos de manos. —¡Kage Bunshin no Jutsu! —gritó, y en un instante, una docena de clones surgieron a su alrededor, esparciéndose en el terreno como un enjambre bien coordinado.
Los clones comenzaron a rodear a Zabuza, cada uno ejecutando sellos de manos en perfecta sincronía. —¡Fūton: Kazekiri no Jutsu! —anunció uno, enviando una ráfaga de viento cortante directamente hacia el espadachín. Otro grito resonó desde el lado opuesto—. ¡Suiton: Mizu Tatsumaki! —invocando un remolino de agua que se alzó como una serpiente voraz. Un tercer clon, más cercano, liberó una técnica eléctrica—. ¡Raiton: Raikō Kunai! —disparando proyectiles de energía eléctrica.
Zabuza, a pesar de ser superado en número, no perdió la compostura. —Niños entrometidos... —gruñó mientras realizaba sellos con una sola mano, su control absoluto del chakra dejando en claro por qué era un ninja de élite. —¡Suiton: Suirō no Tate! —exclamó, formando una barrera de agua que giraba rápidamente, bloqueando la mayoría de los ataques mientras disolvía a varios clones en una explosión de humo. Sin embargo, la intensidad de los ataques lo obligó a ceder terreno, liberando espacio para los jóvenes shinobi.
Kiyomi, al ver la abertura, aprovechó el momento para lanzar otra ofensiva. —¡Yuzuki, sincronízate conmigo! —gritó, sus movimientos rápidos mientras giraba su kusarigama con maestría. La cadena serpenteó hacia Zabuza, obligándolo a esquivarla con un ágil salto hacia atrás. Al mismo tiempo, Yuzuki se movió en un arco amplio, lanzando un par de kunais cargados con etiquetas explosivas.
—¡Katon: Gōkakyū no Jutsu! —gritó Sasuke, liberando una enorme esfera de fuego que se dirigió directamente hacia Zabuza. La técnica se mezcló con el viento generado por los clones restantes de Naruto, aumentando su alcance y potencia.
Zabuza apenas tuvo tiempo para reaccionar, realizando un sello veloz. —¡Suiton: Suiryūdan no Jutsu! —un dragón de agua emergió con un rugido ensordecedor, chocando contra la bola de fuego en una explosión que hizo vibrar el suelo y levantó una cortina de vapor espeso.
Mientras la niebla volvía a espesarse, Naruto aprovechó la confusión para liberar una segunda oleada de clones, esta vez distribuidos estratégicamente para atacar desde todos los flancos. Sasuke se deslizó entre ellos, esperando el momento adecuado para lanzar un ataque decisivo.
Por su parte, Yuzuki y Kiyomi no se quedaron atrás. Yuzuki lanzó un nuevo ataque con kunais, cada uno de ellos dirigido a puntos estratégicos para limitar los movimientos de Zabuza, mientras Kiyomi utilizaba su kusarigama para mantener al espadachín a la defensiva. Aunque Zabuza bloqueaba y contraatacaba con precisión mortal, su atención estaba dividida.
Dentro de la prisión de agua, Katsumi observaba todo con su sharingan activado, analizando cada movimiento, cada técnica. Sus ojos rojos captaban hasta el más mínimo detalle del Suirō no Jutsu que la mantenía atrapada. Con una sonrisa leve y segura, comenzó a moldear chakra en su interior. —Si vas a subestimarlos... entonces pagarás el precio, Zabuza.
Los movimientos de Zabuza se volvieron más frenéticos cuando los ataques de los jóvenes comenzaron a coordinarse con precisión letal. Naruto, tras crear varios clones, se posicionó estratégicamente y lanzó un potente Fūton: Atsugai, una ráfaga de viento comprimido que azotó el terreno, amplificando las llamas del Katon: Hōka Tama de Sasuke. El resultado fue una explosión incandescente que iluminó la niebla, obligando a Zabuza a retroceder.
Kiyomi no perdió tiempo y conjuró su propia técnica. —¡Katon: Enjin Ryūka! —gritó, liberando una serpiente de fuego en forma de anillo que se deslizaba con rapidez hacia el espadachín. Simultáneamente, Yuzuki ejecutó un ataque más preciso y disperso. —¡Katon: Hōsenka Senkō! —declaró, lanzando múltiples proyectiles de fuego que giraron en el aire, buscando impactar desde diferentes ángulos.
Zabuza, aunque acorralado, no era un ninja común. Con una sonrisa feroz, giró su espada con un movimiento amplio, desatando un poderoso arco que dispersó las llamas más cercanas. —¡Molestos insectos! —exclamó mientras realizaba sellos de mano con velocidad abrumadora. —¡Suiton: Suijinchū! —invocó, levantando un muro de agua que bloqueó los ataques restantes, pero a un costo: tuvo que retirar la mano que mantenía la prisión de agua activa.
La liberación de Katsumi fue instantánea. Aunque aún empapada y jadeante, no perdió tiempo en reaccionar. Con un destello de su sharingan, analizó la postura de Zabuza y se lanzó hacia él como un torbellino de precisión y furia.
—¡Sensei! —gritó Naruto, pero Katsumi ya estaba en movimiento, cargando directamente contra Zabuza.
La kunoichi cerró la distancia en un abrir y cerrar de ojos, lanzando un puñetazo cargado de chakra hacia el torso del espadachín. Zabuza, con reflejos impecables, interpuso su espada para bloquear, pero el impacto generó una onda de choque que lo obligó a retroceder varios pasos. Katsumi no dejó que recuperara el equilibrio. —¡Katon: Karyūdan! —bramó, disparando un torrente de llamas en forma de dragón desde sus labios.
Zabuza contraatacó con rapidez. —¡Suiton: Suiryūdan no Jutsu! —gritó, invocando un dragón de agua que colisionó con las llamas de Katsumi en una explosión de vapor que envolvió el campo de batalla. En el caos, ambos combatientes desaparecieron en un parpadeo, dejando a los estudiantes en tensión mientras los sonidos de choques metálicos resonaban en la niebla.
Katsumi reapareció primero, moviéndose como un destello. Con un kunai en cada mano, lanzó una ráfaga de cortes precisos hacia Zabuza, quien bloqueaba y desviaba con su espada, pero la velocidad de la kunoichi lo mantenía en constante defensiva. —No eres tan imponente sin tus trucos, Zabuza —dijo Katsumi, su tono gélido.
—¿Ah, sí? Veamos cuánto puedes mantener ese ritmo, niña. —Con un rugido, Zabuza contraatacó, desatando un arco horizontal que Katsumi esquivó por centímetros, contraatacando con un giro que envió un kunai directo hacia su garganta. Zabuza lo desvió de un manotazo, pero la intensidad del intercambio lo hizo dar un paso atrás.
Zabuza aprovechó un instante de separación para realizar sellos con rapidez. —¡Suiton: Daibakufu no Jutsu! —exclamó, creando un torrente masivo de agua que avanzó como un tsunami, arrasando todo a su paso. Katsumi, sin dudarlo, respondió con su propia técnica.
—¡Doton: Doryūheki! —gritó, invocando una pared de tierra que absorbió el impacto de la ola, aunque comenzó a fracturarse por la fuerza descomunal de la técnica de Zabuza. La kunoichi aprovechó el momento para analizar la posición de su enemigo.
Zabuza apareció detrás de ella en un abrir y cerrar de ojos, su espada descendiendo como un rayo. Katsumi giró justo a tiempo, bloqueando con un kunai reforzado con chakra, aunque la fuerza del impacto la empujó varios metros hacia atrás. —No está mal, pero necesitarás más que eso para detenerme —dijo Zabuza con una sonrisa feroz.
—¿Eso crees? —respondió Katsumi, su sharingan brillando intensamente. En un movimiento fluido, copió el Suiryūdan no Jutsu de Zabuza y lo lanzó con una precisión devastadora. El dragón de agua surgió de la tierra empapada, rugiendo mientras avanzaba hacia el espadachín.
Zabuza apenas logró esquivar, pero el ataque rompió su equilibrio momentáneamente. Aprovechando la apertura, Katsumi se abalanzó sobre él con un golpe reforzado con chakra dirigido a su costado. El impacto lo hizo retroceder con un gruñido, pero antes de que pudiera contraatacar, Kiyomi, Yuzuki, Sasuke y Naruto renovaron sus ataques coordinados, presionándolo desde todas las direcciones.
—¡No vamos a dejar que escapes! —gritó Naruto, su voz llena de determinación mientras liberaba otra ráfaga de viento. Sasuke lanzó un Katon: Ryūka no Jutsu que se entrelazó con el viento, creando un torrente abrasador que hizo que Zabuza tuviera que priorizar su defensa.
El combate seguía escalando en intensidad, con Zabuza resistiendo ferozmente mientras los ninjas de Konoha aumentaban su presión con cada movimiento, demostrando que la voluntad de fuego podía desafiar incluso a los demonios más temibles.
—¡No vamos a dejar que escapes! —gritó Naruto con una voz cargada de determinación. Se colocó en posición estratégica, liberando una poderosa ráfaga de viento con Fūton: Shinkūha. Sasuke, no perdiendo el ritmo, utilizó Katon: Ryūka no Jutsu, y las llamas se entrelazaron con el viento, formando un torrente abrasador que avanzó como una ola incandescente hacia Zabuza.
El espadachín reaccionó con una rapidez abrumadora, realizando sellos de mano mientras un destello de agua lo rodeaba. —¡Suiton: Mizu Tatsumaki! —gritó, invocando un torbellino de agua que giró a su alrededor como una barrera giratoria. El torrente de viento y fuego chocó contra la espiral acuática, generando una explosión que llenó el campo de batalla con una densa nube de vapor. La visibilidad quedó casi anulada, pero los sonidos de los movimientos en el agua y el acero chocando resonaban en la bruma.
—¡No se detengan, lo estamos acorralando! —exclamó Katsumi mientras cargaba directamente hacia la nube de vapor. Su ojo sharingan captaron un destello del movimiento de Zabuza dentro del manto giratorio de agua.
Zabuza intentó usar el manto como una ofensiva, girando para generar ráfagas cortantes con la fuerza del agua, pero Katsumi, anticipando el ataque, realizó sellos con velocidad impecable. —¡Suiton: Ryūjin no Gōka! —exclamó. Un dragón masivo de agua surgió del suelo, girando como una espiral destructiva que avanzó hacia Zabuza. Este dragón era más poderoso que el Suiryūdan estándar, con bordes cortantes en sus corrientes que desgarraban todo a su paso. El impacto fue devastador: el torbellino de Zabuza fue deshecho y su cuerpo salió disparado hacia atrás, golpeando con fuerza contra un árbol.
El espadachín jadeaba, su cuerpo empapado y mostrando signos de debilidad. Sin embargo, incluso en ese estado, una sonrisa feroz se dibujó en su rostro. —No está mal… pero tendrán que esforzarse más si quieren derrotarme de verdad.
Katsumi no le dio tiempo para recuperarse.
—No eres fácil de matar, ¿verdad? —dijo Katsumi, avanzando con cautela, preparada para terminar el trabajo. Sus kunai brillaban con chakra mientras se acercaba, lista para asestar el golpe final.
Sin embargo, justo antes de que su ataque alcanzara al espadachín, algo cambió. Un destello plateado cruzó la niebla, y el sonido seco de varias agujas atravesando carne resonó en el aire. Katsumi se detuvo en seco, sus ojos fijándose en Zabuza, quien había caído al suelo con varios senbons clavados en su cuello.
—¡Sensei! —gritó Naruto, intentando correr hacia ella, pero fue detenido por Kiyomi, quien levantó una mano en señal de alerta.
De entre la niebla emergieron dos figuras. La primera era una mujer joven, de cabello oscuro atado con una cinta, que caía en mechones sueltos que enmarcaban su rostro. Llevaba un kimono de rayas azules y blancas, con un sujetador blanco visible debajo. Su máscara blanca con un diseño ondulado rojo cubría la parte superior de su rostro, dejando entrever ojos serenos pero vigilantes. En la frente, el símbolo de Kirigakure grabado en la máscara brillaba con un tono metálico.
La segunda figura, a su lado, era igualmente imponente. De cabello plateado largo con reflejos oscuros en las puntas, vestía un kimono de combate reforzado en tonos oscuros, decorado con patrones geométricos que recordaban a hojas metálicas. Portaba hombreras ligeras de acero negro que añadían un aire marcial. Su máscara tenía un diseño similar a la primera, pero con detalles adicionales que marcaban jerarquía.
Ambas figuras se pararon frente al equipo, sus posturas relajadas pero claramente preparadas para cualquier movimiento hostil. La del cabello oscuro habló primero con una voz tranquila pero firme. —Gracias por hacer el trabajo difícil. Zabuza ya no representa una amenaza.
Naruto apretó los puños, dando un paso adelante. —¡¿Quiénes son ustedes?! ¡Zabuza era nuestro enemigo, pero esto no les da derecho a intervenir!
La mujer del cabello oscuro inclinó la cabeza ligeramente, en un gesto casi respetuoso. —Somos cazadores de Kirigakure. Nuestra misión es eliminar a los traidores. Zabuza Momochi era uno de ellos.
Katsumi, aún en guardia, entrecerró los ojos mientras su sharingan analizaba cada detalle de ambas figuras. La tensión era tan densa que parecía cortarse con un cuchillo. Finalmente, Katsumi habló con un tono gélido, cargado de desconfianza. —Si es cierto lo que dicen, no tendrán problema con que verifiquemos la muerte de Zabuza.
La mujer de cabello blanco con reflejos oscuros en las puntas inclinó ligeramente la cabeza, sus ojos ocultos tras la máscara, antes de dar un paso hacia atrás. —Adelante —dijo con calma, extendiendo una mano como señal de consentimiento.
Katsumi avanzó lentamente, sus movimientos precisos y llenos de cautela. Naruto, Sasuke, Kiyomi y Yuzuki no bajaron la guardia, observando cada gesto de las extrañas figuras. Cuando Katsumi llegó junto al cuerpo de Zabuza, se inclinó para examinarlo. Sus ojos rojos brillaron mientras analizaba las marcas de los senbons en el cuello del espadachín.
—Está muerto... —murmuró finalmente, levantándose. Sus palabras resonaron con un peso definitivo. Las dos mujeres enmascaradas asintieron brevemente antes de acercarse al cuerpo. Una de ellas, con movimientos rápidos y eficaces, cargó el cadáver sobre su hombro.
—Agradecemos su cooperación —dijo la mujer de cabello blanco, su tono educado pero distante. Sin más palabras, ambas figuras se adentraron en la niebla, desapareciendo tan rápidamente como habían llegado.
El equipo 7 mantuvo su formación unos momentos más, en silencio, hasta que Naruto finalmente habló, rompiendo la tensión. —¿Quiénes eran esas dos? ¿Y cómo diablos mataron a Zabuza sin siquiera sudar? ¡Parecían tener nuestra edad! —exclamó, frustrado, mientras apretaba los puños.
Katsumi soltó un leve suspiro, sus ojos volviendo a su tono negro habitual mientras relajaba la postura. —Cazadores ANBU. —Su voz era firme, pero contenía un tinte de agotamiento. —Es su trabajo. Ellos eliminan a traidores y recuperan cuerpos importantes para evitar que los secretos de sus aldeas caigan en manos equivocadas.
Naruto frunció el ceño, procesando la explicación, pero su frustración seguía latente. —¿Eso significa que hay personas más fuertes que Zabuza, incluso si son tan jóvenes como nosotros?
—Así es, Naruto. —Katsumi lo miró directamente, con una expresión seria pero no dura. —El mundo ninja es vasto, y siempre habrá individuos más fuertes, sin importar su edad. Eso no significa que no podamos llegar a su nivel... o superarlos. —Su mirada se desvió al resto del equipo. —Esto es solo el principio.
Naruto asintió lentamente, aunque aún parecía intranquilo. De repente, Katsumi hizo un gesto con la mano, llamándolo. —Naruto, acércate.
Confuso pero obediente, Naruto se acercó. En cuanto estuvo a su lado, Katsumi se dejó caer con lentitud contra su espalda, apoyándose en él. Naruto se tensó ligeramente, sorprendido, pero no dijo nada.
—Usar el sharingan siempre es agotador para mí... —murmuró Katsumi, su tono más suave de lo habitual, casi vulnerable. Cerró los ojos por un momento, respirando profundamente para recuperar fuerzas. —Señor Tazuna... —continuó, levantando la vista hacia el constructor, que aún parecía aturdido por lo ocurrido. —Si pudiera llevarnos a su casa, sería muy útil. Necesitamos descansar y reagruparnos.
Tazuna asintió rápidamente, recuperando la compostura. —S-Sí, claro. Mi casa no está lejos de aquí. Puedo guiarlos.
El equipo 7 comenzó a moverse, con Katsumi apoyada ligeramente en Naruto mientras avanzaban por el camino. Aunque el enfrentamiento con Zabuza había terminado, el grupo sabía que este era solo un preludio de los desafíos que los esperaban en su misión.