El universo, que hasta ese momento había sido testigo de las más extrañas ocurrencias, sintió un estremecimiento jamás experimentado. En un rincón de la realidad, Dios, la entidad suprema que lo supervisaba todo, estaba en su trono, observando el flujo de los mundos y observando cómo el caos de Marco tomaba proporciones desmesuradas. No era la primera vez que algo caótico ocurría en el multiverso, pero Marco era diferente. Él no solo desafiaba las leyes de la naturaleza, sino que las reescribía con un desparpajo tal que ni siquiera el mismo Dios había anticipado.
Dios, un ser de infinita sabiduría y poder, observó con incredulidad cómo Marco, con una botella de whisky omniversal prohibido, comenzó a lanzar sustancias de dudosa procedencia por todas partes, creando una explosión de luz y caos que alteraba las leyes físicas de la realidad. El cielo tembló, el espacio se distorsionó y los ecos del caos se extendieron por todas las dimensiones. En ese momento, Marco, sin ninguna consideración, lanzó un grito de desafío hacia lo que creía que era la fuente de todo.
Marco (burlón, levantando la botella): "Oye, Dios, como sea que te llames, este lugar es un aburrimiento total. Necesitas más fiestas, más whisky omniversal y, por supuesto, sustancias de dudosa procedencia. ¡Vamos, hazlo más interesante!"
El universo entero, por un momento, contuvo el aliento. Dios, el ser que había creado todo, el mismo que mantenía la estabilidad de los cosmos, nunca había sido desafiado de esa manera. Nunca.
Un escalofrío recorrió la dimensión más allá de lo comprendido. La fuerza cósmica que sostenía las estrellas, los planetas, la vida misma, tembló ante la insolencia de Marco. Dios no entendía lo que estaba ocurriendo; cómo una sola persona podía alterar tanto el orden. ¿Quién se creía él? La idea de que alguien pudiera interrumpir el delicado equilibrio de las leyes cósmicas con whisky omniversal y sustancias que ni siquiera las mentes más avanzadas podían comprender lo aterrorizó más de lo que cualquier otro ser podría imaginar.
Dios (en voz baja, con un tono grave): "¿Qué… qué es esto? ¿Quién… quién osa desafiarme de tal manera?"
El cielo, el espacio, todo el multiverso pareció resquebrajarse, y en ese instante, el concepto de orden que había prevalecido durante toda la existencia, comenzó a desvanecerse.
Mientras tanto, en el chat multiversal, las reacciones no se hicieron esperar. Joker y Deadpool, que nunca perdían la oportunidad de disfrutar del caos, se desbordaron en carcajadas.
Joker (gritando de risa): "¡Lo ha hecho! ¡Ha retado a Dios! ¡Esto es lo que yo llamo un cambio de juego!"
Deadpool (hablando directamente al chat): "Chicos, estoy llorando de la risa. ¡Marco está en otro nivel! ¡Ni Dios puede con él!"
Superman y Batman, aún en shock por la magnitud de lo que Marco había logrado, no sabían si sentir miedo o admiración. El Cielo, por otro lado, ya había activado todos los protocolos de emergencia para contener el caos, pero no podía evitar sentir un pánico creciente.
En ese instante, Dios, que hasta ahora había sido una figura remota e inquebrantable, sintió por primera vez algo que no podía controlar: el terror absoluto. Un terror no a la fuerza bruta de los enemigos, ni a las criaturas más temibles del multiverso, sino a un ser que podía simplemente alterar la naturaleza misma de las cosas con una sonrisa burlona y una botella de whisky.
Dios vio cómo Marco lanzaba un hechizo, y las estrellas brillaban de una manera extraña, como si se estuvieran desintegrando y reformando con cada movimiento de su mano. El espacio se doblaba, el tiempo titubeaba y las leyes de la física parecían irse al garete.
En un último intento por restaurar el orden, Dios convocó a los ángeles más poderosos, pero antes de que pudieran llegar, Marco lanzó otro hechizo. Esta vez, sin siquiera pensarlo, envió a los ángeles a un karaoke con Barney el Dinosaurio.
Joker no podía contener su risa mientras veía todo desde su dimensión.
Joker (entre carcajadas): "¡Dios! ¡Acaban de ser mandados a un karaoke! ¡Este es el mejor día de mi vida!"
Deadpool (se ríe sin parar): "Nunca pensé que Dios fuera tan sensible, pero Marco… ¡este tipo está haciendo que el Cielo pierda la cabeza! Literalmente."
Mientras el caos continuaba en el chat y el Cielo temblaba ante la magnitud del evento, Marco se recostó en su trono, mirando con satisfacción la descomposición del universo que había orquestado con una botella en la mano.
Marco (sonriendo de lado): "¿Vieron eso? Si alguien necesita un poco de entretenimiento cósmico, ya saben a quién llamar. Ahora, ¿quién quiere un trago más?"
Pero en algún lugar, muy lejos de su alcance, Dios suspiró, dándose cuenta de que había encontrado algo que no podía controlar: Marco. Un ser cuya locura no solo desafía el multiverso, sino que, ahora, también lo hace sentir algo que nunca había experimentado: terror absoluto.