webnovel

Trajes y Vestidos

—¿Y bien? ¿Me vas a decir por qué has estado tan perdida últimamente?

La pregunta de Raymond me sacó de mi mundo. Apenas llevábamos una calle en el automóvil como para que preguntara esas cosas. Se estaba adelantando a la conversación sin sentido.

—¿Perdida? ¿Por qué? —Fingí demencia, intentando no pensar en el esclavo para no delatarme.

—¿En serio me vas a preguntar por qué? Te la pasas viendo a las ventanas y evitando salir demasiado. Es mucho hasta para ti. Antes solías al menos salir a cabalgar o buscar libros de los que te regañaba mamá.

Levanté una ceja en su dirección. Me sorprendía un poco su nivel de atención, pero era un poco molesto saber que se estaba notando.

—Sabes, si te esforzaras en ponerle atención a una sola chica, serías un perfecto novio atento y detallista si quisieras.

—¿Y privar al resto de chicas de mi? No podría hacer eso. —Puse los ojos en blanco, pero él solo sonrió y dejó salir una risa. —¿Y bien? ¿Por qué tan distraída?

Sería difícil mentirle a Ray. Aunque me sacara de quicio a veces y era tan discreto como una cabra en una joyería, nos conocíamos demasiado el uno al otro. Yo sabía demasiado de su vida privada para ser algo sano y él sabía de la mía, especialmente de mi disgusto por el pareamiento que me hacían con Sergei y que secretamente había aprendido a usar dagas. Él había sido el maestro.

—No es nada de tu incumbencia. —No iba a mentirle, pero tampoco iba a decirle así como así. Ni siquiera sabía qué decirle, o qué mentira soltarle. Y me sentiría un poco culpable. —Los chismes solo vienen de ti, no intentes salirte del guión.

—Ah, vamos, sabes que no le diré a nuestros padres. Ni siquiera a Cedric. Aunque es un cabeza dura, él tal vez ni siquiera se interese.

—Deberías seguir su ejemplo.

—Claro que no. Alguien tiene que ponerle acción a esa vida aburrida que tenemos en casa.

Al menos me hizo sonreír. Ciertamente Ray era el más divertido y loco del hogar.

—Si se me antoja, un día te diré, pero ahora mismo estamos aquí porque me chantajeaste con ese nuevo interés tuyo. ¿Quién es?

Me miró con ojos entrecerrados, volteando cada tanto al camino. Pero solo suspiró y se encogió de hombros.

—¿Adivina?

—¿Cleo? —Dije después de un rato, tratando de recordar mi lista mental de conquistas de Ray y la otra lista de faltantes.

Arrugó la nariz, viéndome con horror.

—¿Esa es la primera que se te viene a la mente? Es una loca. ¿Por qué me metería con ella? —Aquello me hizo reir, bastante divertida por su reacción.

—¿Por qué? Se me ocurren miles de razones. Primero, está muy guapa y tiene esa personalidad intimidante...

—¿"Intimidante"? Diane, sus últimos dos novios salieron con problemas de autoestima. Los dos idiotas ya les da miedo volver a salir con chicas.

—Yo diría que los educó bastante bien. —Dije inocente. Quería mucho a Ray, pero no querría tomarme con un chico como él para salir. Un jugador; rompecorazones; básicamente un gigoló que no sabías qué cosas podría tener encima. —Dejaron de ser perros en celo.

—Solo las hembras entran en celo, boba.

—Y sin embargo, tú no puedes pasar una semana sin meterte con alguien. —Le dije cruzándome de brazos. Él se encogió de hombros.

—Ya te dije que solo hago un favor a la comunidad.

—Arruinas a chicas buenas, más bien.

—No son buenas si desde un inicio me dicen que sí a todo.

—Asqueroso.

Terminó riéndose, alejando un poco de mi ansiedad y estrés de la noche y mañana. Con Ray podía hablar de cualquier cosa, sí que lo sabía... Pero sospechaba que si le hablaba de mi interés repentino por un esclavo, que me había agarrado, abrazado y había detectado su olor a café... Bueno, creo que ese tipo de cosas sería mejor guardarmelas solo para mí.

Llegamos eventualmente a la tienda, entrando primero a la zona de vestidos. Supongo que estaba hablando en serio cuando dijo que iba a comprar también un vestido para mi, que no tenía.

—¿Y bien? ¿De qué quieres disfrazarte en esta ocasión?

Lo pensé un momento, aunque realmente no lo había pensado antes y ciertamente no lo había pensado ahora.

Empezamos a caminar entre las estanterías de vestidos, hablando de ideas, animales y vestidos. Ya que era hija de los Ivory, tenía preferencia con los vestidos que me prepararan, pero no estaba segura que con tres días de aviso tuvieran algo sólido. Con todo lo del esclavo, habia dejado pasar mucho tiempo para preparar un vestido...

—Milady, milord, por fin puedo verlos. Pensaba que nos habían cambiado por otra tienda. —Llegó por fin el sastre y su esposa, ambos encargados de la creación de las obras de arte que cosían ahí. —Especialmente usted, milady. La hemos extrañado por aquí.

—Ah, lo siento, he tenido la cabeza ocupada. Además, las lluvias no han ayudado...

—Oh, lo sé, es horrible. —Empezó a hablar su esposa, que se adelantó un poco de su posición para hablar conmigo. —Las ventas bajan bastante cuando no hay nadie que se aventure a empaparse un poco... Pero no se preocupe, milady. Espero que pueda perdonarme el atrevimiento, pero de hecho tengo algo preparado para usted...

Bueno, pero eso servía bastante para mí en estos momentos de honesta incertidumbre. No sabía ni qué usar ni de qué disfrazarme; quizás después de ver su modelo podría darme alguna idea.

Me llevó a la trastienda, dónde varios maniquíes estaban sosteniendo vestidos sin terminar y debajo de ellos había un pequeño ejército de trabajadoras terminandolos. Al menos hasta donde yo sabía, Madam Esther dedicaba especial atención a ciertos clientes y se dedicaba exclusivamente a ciertos vestidos; yo era una de ellas.

—Aquí están. Tengo al menos tres versiones ya que no sabía qué colores preferiría, pero le aseguro que puedo terminarlo en un día según sus valiosas correcciones...

El primero era un vestido azul y verde, claramente representando a los pavorreales con dichos colores. Claro, si se le daba un retoque, tal vez podría representar alguna mariposa o algo similar. Por lo tanto, descartado.

El segundo era blanco con dorado. Con eso se podía formar fácilmente un zorro de las nieves, un cisne, un ave o cualquier animal con tonalidad blanca. Aunque era tentador, el año pasado ya me había vestido así. Sería tonto repetir.

Y finalmente, uno color crema con blanco y negro. Seguramente para aquellas que querrían irse vestidas como ciervas, o algún otro mamífero si cambiamos uno u otro color. Vaya. Ninguno me atraía demasiado...

Me crucé de brazos, en realidad indecisa de las opciones. Es decir, no eran malas, pero en esa ocasión... Nada me llamaba mucho la atención. Ninguno de los animales hablaba de cómo me sentía ahora...

Eso hasta que ví otro vestido, uno bastante abandonado en un rincón, pero al que de inmediato le ví el potencial.

—¿Qué tal este, mejor? —Me acerqué rápidamente a esa pieza individual, ganándome un respingo de Madame Esther.

—¿E-este? Pero milady, este solo fue un vestido abandonado. Iba a ir dirigido a un...

Levanté la ceja en su dirección, esperando la información que me iba a dar con expectativas. Apretó los labios, creo que sin atreverse a hablar. Era mi interés, después de todo.

—No se preocupe por cosas sin importancia. Usaré este. —Lo acomodé en el maniquí, echándole un mejor vistazo e imaginándome cómo arreglarlo y de qué acompañarlo. Una idea fogosa se encendió en mi cabeza, por fin identificando cómo. Sonreí a mis adentros. —Añada dorado. Trabaje con el herrero para eso si es necesario. ¿Dónde tiene sus diseños en papel? Le explicaré cómo.

La señora parpadeo sorprendida, pero creo que al imaginarse cómo se lo estaba explicando, de inmediato su cara brilló de inspiración. Le dibujé en uno de sus diseños los cambios que quería, los añadidos y la figura animal que edtaba buscando, ademas de una notita al final con animos para lograr terminarlo a tiempo.

—¿Cree poder hacerlo? —Le pregunté con una sonrisa en los labios, y ella parecía que tenía fuego en los ojos cuando asintió con la cabeza. Creo que por fin le había dado su premio a mejor diseño de este año asegurado.

—Oh, milady. Créame cuando le digo que lo tendré listo a tiempo... Y yo misma haré esos diseños en la fragua si es necesario.

Aquello me hizo sonreír todavía más. Siempre era muy confiable, a pesar de que a veces le ponía retos muy complicados. Sabía que lo haría bien.

—Le agradezco, Madame.

Con mi vestido cubierto, fuimos a la siguiente misión: el traje de Raymond.

Allá era otro mundo de elecciones, algunas poco realistas, pero sin duda grandiosas.

Dragones, fenixes, lobos, tigres... Y leones. Por alguna razón, me quedé viendo al traje más de lo que debería. Quizás me recordaba a él...

—¿Qué animal va a ser tu sospechosa? —Recordé que ni siquiera había adivinado la conquista de Ray aún. Él solo sonrió, encogiéndose de hombros.

—No es seguro, pero puede ser un ave. —Me quedé pensando un momento en las chicas que irían disfrazadas de aves, pero mi información era un poco vieja. Además de que las aves eran un disfraz bastante común.

—Sería más fácil si me dijeras quien es directamente.

—¿Y quitar el suspenso? Para nada.

—No puedo elegirte un traje así. Por lo menos quiero saber sus preferencias o personalidad, así que tienes que decirme si o si.

Raymond se quedó pensando un momento, viendo a los trajes pero con la cabeza aparentemente en otro lado.

—Bueno, puedo decirte que es de personalidad... Terca. Es rápida con la lengua y no suele interesarse por nadie; tiene una forma única de ver las cosas y pareciera que es una reina de hielo, pero se la nota que desea que alguien le derrita sus paredes...

Hice un gesto como si fuera a vomitar, lo que lo hizo sonrojar y reír al mismo tiempo.

—¿Te estás enamorando? —Parecía imposible. Mi hermano, uno de los mayores jugadores románticos que hay... Demostrando especial atención a una chica.

—¿Quién dijo eso? Solo sé poner atención y estudiar a mi presa. —Se cruzó de brazos, pero la mentira era más evidente como que yo tenía cabello rojo.

—No te hagas el tonto. Tienes las orejas rojas.

—Mira, no quiero echarle mala suerte ni arruinar nada a tes de tiempo, ¿Si? Solo finge que es otra conquista y ayúdame. —Uf, al menos lo admitía a regañadientes, pero esa forma de pensar no le llevaría a ningún lado.

Al menos ahora con la descripción que me había dado, ya tenía una idea bastante burda de quien era, y al menos podria buscar algo acorde.

Vi los disfraces, pensando en la impresión que quería que diera mi hermano. Apreté los labios, decidiendo por fin.

—Bueno, si tan seguro estás que ella quiere que alguien se le acerque, ¿Qué tal algo que grite dominancia? —Le señalé tres opciones. —Un lobo podría servirte. Suelen encontrar una sola pareja para toda su vida aunque siguen siendo alfas de una manada... Otra opción podría ser un dragón; si crees en las historias, entregaban su corazón a un solo amante y eran feroces a la hora de proteger. Aunque también hablaría de tu avaricia, ja. Y están... —Me quedé pensativa en la última opción, pues me recordaba bastante a cierto alguien. —pues los leones. Alfas, fuertes, los reyes de la sabana. Aunque tienen muchas hembras en su harem. Quizás te quedaría bien ese último, ja.

Me echó una mirada de fastidio, pero no dijo nada sabiendo que no podía. Tenía su historial detrás que hablaba por si solo.

—Mmm... Al menos ya has reducido mis opciones, pero no sé cuál tomar... Creo que el dragón definitivamente no, ahora que recuerdo, Cedric irá disfrazado así.

—Podrian ser hermanos dragones. —Me encogí de hombros. A veces solíamos ir disfrazados iguales los tres para significar la unión, pero tampoco nos cerrábamos a esa tradición. Cada uno de nosotros teníamos nuestra personalidad individual, después de todo. —No hay nada malo en eso.

—No, está vez que vaya solo en su atuendo. Eso deja a ser lobo o león.

—¿Lanza una moneda?

Soltó una risita, obedeciendo mi sugerencia.

—Siempre terminamos decidiendo cosas importantes con una. ¿No le dejamos muchas cosas al destino? —Eligió cada cara de la moneda para cada uno de los trajes, y cuando la lanzó, yo le contesté antes de que cayera.

—Después de todo, no podemos huir a nuestro destino...

ตอนถัดไป