—Sin embargo —añadió An Jing—, ¿de verdad puedes vivir eternamente esta sencilla vida pastoril conmigo?
Xiao Changyi respondió con sinceridad:
—Siempre he querido vivir así contigo, y he planeado hacerlo. Sin embargo, si un día el Reino de Xiyun es invadido por otro país y se necesita que yo lidere tropas en la batalla, iré al campo de batalla. Jing Er, perdóname por no poder darte una garantía completa. Aunque los países circundantes han firmado un tratado de paz de no agresión con el Reino de Xiyun, el mundo es impredecible; podrían romper su palabra e invadir nuestra tierra nuevamente. Y yo, siendo de Xiyun, no podría quedarme de brazos cruzados si mi país está en problemas. Además, la tierra donde vivimos es parte del territorio del Reino de Xiyun, y solo si el Reino de Xiyun está en paz nuestra casa aquí puede estar verdaderamente segura.
An Jing apretó más fuerte sus brazos alrededor de la cintura de Xiao Changyi y dijo con seriedad:
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