La vida está realmente llena de sorpresas

—Oh. —Los pasos de Finn se ralentizaron mientras sus ojos se posaban en la figura sentada en la larga barra blanca del mostrador en la villa.

Allí, posada en un taburete, estaba la hermosa Nina. Al oír su voz, Nina miró por encima de su hombro.

—¿No es un poco temprano para que estés bebiendo? —musitó con una sonrisa burlona mientras se acercaba casualmente a ella, tomando el taburete a un asiento de distancia, asegurándose de que hubiera una silla vacía entre ellos.

Finn se inclinó contra el mostrador, ladeando ligeramente la cabeza. Sus cejas se levantaron al notar que Nina parecía haber bebido bastantes copas; eran solo las diez de la mañana.

—Si buscas a mi esposo, no está aquí. —Nina no le dirigió otra mirada mientras se servía otra bebida—. Algo sucedió y tuvo que irse. ¿No te lo dijo?

—Estoy aquí, ¿no? —Sonrió—. Bueno, de todos modos, es una lástima. Solo dile que pasé a visitar.