Anne casi grita cuando escuchó a Damien, y se volvió para enfrentarlo.
—No quería asustarte.
Damien se acercó más a Anne, sus ojos nunca dejaron los de ella. Extendió la mano y suavemente apartó un mechón de cabello de su rostro. El aliento de Anne se cortó al sentir sus dedos rozar su piel.
—No te esperaba —soltó Anne de repente.
Damien sonrió suavemente.
—Me iré si así lo deseas.
Anne dudó, insegura de lo que quería. Tomó una respiración profunda antes de hablar finalmente:
—No, quédate.
Su sonrisa se hizo más grande.
—Quiero lavarte —dijo Damien, su voz baja y ronca.
La mente de Anne quedó en blanco por un momento. Dudó por un instante, pero luego asintió. No podía negar que la idea de Damien lavando su cuerpo la estaba excitando. Él se había quitado la camiseta y solo llevaba puestos unos shorts mientras que ella estaba desnuda.
—No es una buena idea —tartamudeó ella.
Pero Damien solo sonrió y tomó su mano; el agua corría en riachuelos sobre su pecho tonificado.
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