Intentó recordar qué había pasado cuando Ya Molian la salvó antes, y para su sorpresa, no pudo recordar nada en absoluto. En cambio, todo en lo que podía pensar eran los bocetos que tenía frente a sus ojos ahora mismo.
—…
¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que dibujó para que se haya vuelto tan obsesionada?
—En fin, simplemente le daré estos dibujos. Ya lo hice ver más guapo en estos bocetos; ¿qué más podría querer? ¿Debería hacerlo parecer feo en su lugar? ¿No sería eso como pagar bondad con ingratitud?
Sacudiendo la cabeza, sintió que ya era muy generosa por mantener la idea de reciprocidad en mente.
Con ese pensamiento, enrolló sus dibujos, los ató con un hilo rojo para su custodia. Siempre que tuviera oportunidad, le pediría a su hermano mayor que se los entregara a su adorado Hermano Molian.
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