Rivon permanecía en la periferia de la ciudad recién conquistada, observando a los legionarios comunes y los Ascendidos asegurando las posiciones y limpiando los últimos vestigios de resistencia Shak'Thor. Las órdenes del cuartel general eran claras: avanzar y tomar el control total de los centros de mando alienígenas antes de que pudieran reagruparse. Sin embargo, Rivon sabía que esto no era más que un paso hacia el siguiente enfrentamiento.
La flota imperial ya estaba preparando el siguiente asalto. Krion IV era solo una de las muchas líneas de defensa de los Shak'Thor, y cada victoria en su territorio solo exponía más amenazas. La guerra parecía no tener fin, pero eso no inquietaba a Rivon. Este conflicto interminable solo le ofrecía más oportunidades para probar su fuerza.
El oficial al mando se acercó a Rivon con una expresión de seriedad implacable.
— Nuevas órdenes — anunció con su voz grave. — Se ha detectado un movimiento inusual en los sectores más allá de Krion IV. Los sensores han captado actividad energética anómala, y el cuartel cree que los Shak'Thor están preparando un contraataque masivo.
Rivon asintió, sin sorprenderse. Sabía que los Shak'Thor no cederían tan fácilmente. Cada batalla que ganaban solo empujaba a los alienígenas a planear algo más grande, más destructivo. La furia de los Shak'Thor, aunque poderosa, no tenía la misma precisión militar que los Ascendidos, pero seguía siendo un peligro inminente.
— La flota nos llevará a la base principal en Krion, desde allí organizaremos el ataque** — continuó el oficial.
Rivon no necesitaba más explicaciones. Sabía lo que tenía que hacer. Se dirigió hacia las naves de transporte, que ya estaban preparándose para evacuar a los soldados y llevarlos a la base principal del sector.
El transporte era frío y silencioso, salvo por el leve zumbido de los motores. Rivon, sentado junto a otros Ascendidos Menores, mantenía su mirada fija en el horizonte. Las estrellas pasaban rápidamente por las ventanas de la nave, y en su interior, sentía que algo estaba por cambiar. La batalla final en Krion IV no sería simplemente otro combate; algo más profundo lo atraía hacia esa misión.
Cuando la nave aterrizó en la base principal, los Ascendidos y legionarios desembarcaron rápidamente. La base era una fortaleza impresionante, construida para resistir cualquier ataque enemigo. Las defensas automáticas estaban activadas, y los soldados ya patrullaban las murallas, siempre alertas ante cualquier señal de amenaza.
Rivon caminó hacia el centro de mando, donde el alto mando de la flota se estaba reuniendo para coordinar el siguiente paso. Mientras avanzaba entre las estructuras metálicas, el zumbido de los motores de guerra llenaba el aire. Los tanques pesados y las naves de combate estaban listas para el siguiente asalto.
Dentro del centro de mando, el ambiente era tenso pero controlado. Mapas holográficos proyectaban el terreno y las posiciones de las fuerzas enemigas. El comandante, un Primus Ascendido, estaba dando las instrucciones finales.
— Nuestro objetivo es el sector sur, dijo, señalando un punto en el mapa. — Los Shak'Thor han comenzado a reagruparse allí, pero hemos detectado una fuente de energía desconocida. Creemos que están utilizando tecnología avanzada para fortalecer sus defensas, y debemos neutralizarla antes de que puedan usarla contra nosotros.
Rivon observaba el mapa con atención. La fuente de energía le interesaba más que el combate en sí. Algo dentro de él resonaba con esa descripción. Sabía que había poderes ocultos en este mundo que todavía no había explorado por completo, y esta podría ser la oportunidad que estaba esperando.
El comandante continuó explicando los detalles de la misión, pero Rivon ya tenía claro lo que debía hacer. La batalla que se avecinaba no solo sería una más en su interminable camino hacia el control. Sentía que algo más grande estaba en juego, algo que podría darle más de lo que había imaginado.
Rivon caminaba por los pasillos de la base principal con una sensación de control absoluto. Desde que había recibido su armadura Ascendida, rara vez se la quitaba. La poderosa armadura no solo lo protegía en el campo de batalla, sino que también se había convertido en una extensión de su ser. Con ella, sentía que nada podía dañarlo, como si cada movimiento, cada respiración, estuviera envuelto en una capa de poder impenetrable.
Sin embargo, la armadura tenía otro propósito que pocos conocían. Diseñada para los Ascendidos, contenía una sección oculta que permitía a los soldados desahogarse sexualmente sin necesidad de quitársela. Rivon, a diferencia de otros, había aprendido a usar ese compartimento a su favor, alimentando sus deseos y su necesidad de control incluso fuera del campo de batalla. El placer, como la guerra, era una forma de reafirmar su poder, de dominar a quienes estaban bajo su voluntad.
Mientras avanzaba hacia los cuarteles, Rivon sentía que la tensión del combate reciente aún estaba presente en su cuerpo. No solo era el combate físico lo que lo motivaba; también había una necesidad insaciable de satisfacer sus deseos carnales. Cada batalla, cada victoria, solo lo hacía sentir más poderoso, y eso alimentaba su lujuria de manera incontrolable.
Al llegar a los cuarteles privados, encontró a un grupo de mujeres esclavas, seleccionadas cuidadosamente por los legionarios para servir a los Ascendidos en sus momentos de descanso. Rivon se detuvo frente a ellas, su mirada fija en una de las jóvenes, que parecía haber sido preparada para él. No necesitaba palabras, solo una mirada bastaba para que la mujer supiera lo que debía hacer.
La armadura que llevaba puesta tenía un compartimento especial diseñado precisamente para estos momentos. Mientras la joven se arrodillaba frente a él, Rivon activó un mecanismo en su armadura que permitió que se abriera una pequeña sección en la entrepierna. Sin quitarse la armadura ni perder la sensación de control que ésta le otorgaba, Rivon permitió que la joven comenzara a trabajar en él. Su respiración se volvió más profunda, y el sonido de su placer resonaba en el ambiente silencioso del cuarto.
El contacto físico, aunque limitado por la armadura, era suficiente para que Rivon se sintiera completamente en control. Cada movimiento de la joven, cada gesto de sumisión, solo reforzaba su sentido de poder. Para él, el sexo era otro campo de batalla, uno donde él dominaba completamente y donde los otros simplemente se rendían ante su voluntad.
Las mujeres esclavas sabían cuál era su propósito en la nave, y Rivon no sentía la más mínima piedad hacia ellas. Eran herramientas, instrumentos para su placer, como las armas que utilizaba en el campo de batalla. Después de varios minutos, Rivon sintió que la tensión de su cuerpo comenzaba a disiparse lentamente, pero eso no significaba que su deseo hubiera disminuido.
Cuando terminó, Rivon se alejó sin una palabra. La joven se retiró rápidamente, sabiendo que su papel había concluido por el momento. Rivon, sin embargo, no pensaba en ella. Su mente ya estaba en la próxima batalla, en el próximo enemigo que destruiría, y en la próxima oportunidad de afirmar su poder.
El sonido de los preparativos militares resonaba en toda la base. Rivon se dirigió hacia el centro de operaciones, donde el oficial al mando y otros Ascendidos estaban coordinando el ataque final contra los Shak'Thor. La misión seguía siendo clara: eliminar cualquier resistencia alienígena y asegurar las posiciones claves antes de que los Shak'Thor pudieran contraatacar.
A pesar de los intensos preparativos, Rivon sentía una calma extraña. Sabía que la guerra era su dominio, pero también empezaba a comprender que su deseo de control se extendía mucho más allá del campo de batalla.
Rivon caminaba hacia el centro de mando, donde los oficiales Ascendidos ya estaban preparando los últimos detalles para el ataque. Los mapas holográficos proyectaban el terreno que debían tomar y las posiciones defensivas de los Shak'Thor, que se extendían a lo largo del sector sur de Krion IV. Los informes indicaban que la resistencia sería feroz, pero Rivon estaba más que preparado para lo que se avecinaba.
A su llegada, el oficial al mando lo observó brevemente antes de continuar con las órdenes. Rivon se unió a su escuadrón, formado en su mayoría por Ascendidos Menores, soldados que, aunque altamente entrenados y mejorados genéticamente, no tenían la misma experiencia en combate que él.
— El siguiente paso es asegurar la planta de energía que los Shak'Thor han tomado. Si logran activarla, podrían neutralizar nuestras defensas orbitales — explicó el oficial. — Nos dividiremos en dos grupos. El equipo principal se encargará de las defensas externas, mientras que otro equipo ingresará a la planta para desactivar las armas alienígenas.
Rivon fue asignado al segundo grupo, encargado de ingresar directamente a la planta de energía. Las probabilidades de enfrentarse a los líderes Shak'Thor eran altas, y esa perspectiva lo emocionaba más de lo que lo preocupaba. La lucha contra estos enemigos solo lo hacía más fuerte, y sentía que con cada batalla se acercaba más a su verdadera naturaleza.
Se prepararon rápidamente y abordaron las naves de transporte. El viaje hacia el sector sur fue breve pero tenso. El aire dentro de la nave estaba cargado de anticipación. Los Ascendidos, aunque tranquilos y calculadores, sabían que esta misión sería crucial para asegurar el control de Krion IV.
El paisaje arruinado de la ciudad y las zonas industriales pasaba rápidamente bajo las naves, que finalmente aterrizaron cerca del complejo enemigo. Los cañones de defensa de la planta de energía ya habían comenzado a disparar hacia las posiciones de la flota imperial, y el estruendo de las explosiones sacudía el suelo mientras Rivon y su equipo descendían de la nave.
El grupo de asalto avanzó por las ruinas de los edificios y las estructuras metálicas corroídas por el tiempo y la guerra. El ruido de los disparos y las explosiones se hacía más intenso a medida que se acercaban a la planta de energía. Los Shak'Thor, como era de esperar, ya estaban esperándolos, pero Rivon no sentía la más mínima inquietud.
Con una precisión implacable, los Ascendidos comenzaron a abrirse paso entre las fuerzas alienígenas, eliminando a los enemigos con disparos certeros y movimientos rápidos. Rivon, con su espada de energía y rifle, lideraba la carga, abatiendo a los Shak'Thor con una facilidad que hacía parecer el combate casi trivial. Cada movimiento suyo era letal, cada corte de su espada resultaba en un enemigo caído.
El equipo logró llegar a las puertas de la planta de energía, pero no sin encontrar una resistencia feroz. Los Shak'Thor se habían fortificado bien, y su estructura defensiva no era fácil de romper. Sin embargo, Rivon y los Ascendidos sabían que no había espacio para errores. Cualquier retraso podría significar la pérdida de la ventaja estratégica.
— Preparen los explosivos — ordenó el oficial del grupo, señalando las puertas reforzadas.
Mientras los Ascendidos colocaban los explosivos, Rivon mantenía su mirada fija en el horizonte, asegurándose de que no hubiera más oleadas de Shak'Thor acercándose. Las explosiones resonaron con un estruendo ensordecedor, y las puertas se desintegraron en una nube de metal retorcido y polvo.
Sin perder tiempo, el grupo de asalto se adentró en la planta de energía. Los corredores oscuros y angostos estaban llenos de maquinaria alienígena que zumbaba con una energía inquietante. El calor en el interior era casi insoportable, pero Rivon y los Ascendidos avanzaban con determinación, sabiendo que cada segundo contaba.
A medida que se acercaban al núcleo de la planta, el sonido de pasos resonó en los pasillos. Los Shak'Thor no habían terminado de defender su territorio. Rivon desenvainó su espada, listo para el combate cuerpo a cuerpo. Los Shak'Thor emergieron de las sombras, atacando con una furia desesperada, pero Rivon se movía como una tormenta. Su espada de energía cortaba el aire, atravesando cuerpos alienígenas sin resistencia.
Cada Shak'Thor que caía aumentaba la sensación de poder que sentía. La planta de energía se convirtió en su nuevo campo de batalla, un lugar donde su necesidad de control y destrucción podía expresarse sin límites.
Cuando el último enemigo cayó, Rivon observó su entorno. La misión aún no había terminado, pero la planta ya era suya. Solo quedaba asegurar el núcleo y desactivar las armas que los Shak'Thor planeaban usar.
Rivon avanzaba con el grupo hacia el núcleo de la planta de energía. Los Shak'Thor habían hecho todo lo posible por defender esta fortaleza, pero ahora los Ascendidos estaban dentro, y el destino de la planta estaba sellado. El calor en el interior era agobiante, y el zumbido constante de la maquinaria alienígena llenaba el ambiente, pero Rivon se mantenía enfocado en la tarea.
A medida que se acercaban al núcleo, los Ascendidos Menores recibieron la orden de establecer posiciones defensivas mientras los especialistas trabajaban en desactivar el núcleo de energía alienígena. El oficial al mando daba instrucciones claras y precisas, asegurándose de que no hubiera errores. Cualquier fallo en el proceso podría desencadenar una explosión masiva.
Rivon se posicionó en la primera línea, observando atentamente cualquier posible amenaza que pudiera surgir. Aunque el lugar parecía asegurado, su instinto le decía que no debían bajar la guardia. Los Shak'Thor eran astutos, y era probable que aún tuvieran trucos bajo la manga.
De repente, un ruido metálico proveniente de uno de los túneles cercanos lo alertó. Giró rápidamente, levantando su rifle y apuntando hacia el origen del sonido. Sus sentidos estaban en alerta máxima, pero no vio movimiento alguno. La tensión en el aire era palpable, y Rivon sabía que cualquier error podía ser fatal en ese momento.
— Mantengan la posición — ordenó el oficial, señalando a un grupo de Ascendidos Menores que investigaran el área.
Mientras los especialistas trabajaban para desactivar el núcleo, Rivon se mantuvo vigilante. Las luces del núcleo parpadeaban mientras los dispositivos alienígenas emitían zumbidos cada vez más intensos. Sabía que cada segundo era crucial. El proceso de desactivación estaba en marcha, pero aún no habían terminado.
De repente, los sensores de los Ascendidos captaron movimiento en los túneles cercanos. Rivon sintió el cambio en el ambiente antes de que el oficial pudiera dar la orden. Los Shak'Thor no habían abandonado el lugar por completo, y ahora se aproximaban rápidamente. Se preparó para lo que sabía que sería un combate intenso.
El primer grupo de Shak'Thor apareció en la entrada del túnel, moviéndose con rapidez. Rivon reaccionó al instante, descargando una ráfaga de disparos desde su rifle. Los Ascendidos a su alrededor hicieron lo mismo, creando una barrera de fuego que detuvo el avance inicial del enemigo. Los cuerpos alienígenas comenzaron a amontonarse en la entrada, pero Rivon sabía que no sería suficiente para detenerlos.
— Mantengan la formación — ordenó el oficial mientras los Ascendidos defendían la sala principal.
Rivon se adelantó, moviéndose con agilidad entre los disparos. Su espada de energía brillaba en su mano, lista para cortar a cualquiera que se acercara demasiado. Los Shak'Thor, furiosos, avanzaban con una determinación suicida, pero no eran rival para Rivon y su equipo.
El combate se intensificó, y la sala se llenó de disparos, gritos y el rugido de la maquinaria. Rivon cortaba a sus enemigos con precisión, sin mostrar piedad. Cada enemigo que caía bajo su espada no era más que un obstáculo menos en su camino hacia la victoria. El sudor corría por su rostro, pero no le importaba. La guerra lo alimentaba, y en esos momentos de lucha, sentía que estaba exactamente donde debía estar.
Finalmente, los Shak'Thor comenzaron a retroceder, sus fuerzas diezmadas por el implacable ataque de los Ascendidos. Rivon, sin embargo, no bajó la guardia. Sabía que la amenaza no había terminado.
— Sistema desactivado — anunció uno de los especialistas.
El núcleo alienígena comenzó a apagarse lentamente, las luces que antes parpadeaban intensamente se fueron apagando una a una, mientras el zumbido disminuía. La planta de energía estaba asegurada, y los Shak'Thor habían sido derrotados.
Rivon observó el núcleo por última vez, asegurándose de que todo estaba bajo control, antes de girarse hacia el resto del equipo. Sabía que la misión aún no había terminado, pero la victoria en esta fase era decisiva.
Sin intercambiar palabras, el equipo Ascendido comenzó a retirarse de la planta, sabiendo que la flota imperial estaba lista para asegurar el área y avanzar en la conquista de Krion IV.