Cada batalla, cada decisión clave, cada vez que ellos, nuestros salvadores, tuvieron suerte, y sacrificaron todo. Todo se esfumaría, de una forma, u otra, todo lo que aguardaba más adelante en el túnel del tiempo era todo menos por aquello por lo que lucharon. Todo esto está mal, es el infierno, una pesadilla, por favor, quiero que me despierten, no me dejen en el vacío o enloqueceré, ya no puedo aguantar más... John, Noble...por favor arreglen lo que está roto, reviertan todo esto. Yo...lo siento...
(24 de mayo de 2589)
Todo quedó definido antes de la batalla; durante semanas las huestes de los Desterrados habían movilizado a sus fuerzas en el Anillo, reuniendo las legiones principales en la región más desértica e inhóspita, marcada de cañones, colinas abruptas, clima impredecible y estructuras semiderruidas. Los sistemas de mantenimiento habían fallado hace milenios, por lo que amasar un ejército allí era arriesgado, pero por otro lado daba una forma de acabar con los terrícolas en el último segundo, y de ello el UNSC no tenía ni idea. El resto de las formaciones se dividió en dos frentes; uno inició la marcha de exterminio final, usando las armaduras y vehículos más impresionantes en primera línea, decorados con restos enemigos, incluido armaduras, cráneos, huesos o hasta esqueletos enteros de Spartans caídos.
El segundo frente, sin embargo, era el más peligroso de todos; repartido en moléculas de menos de 100 y 50 individuos, y capaces a su vez de dividirse en unidades de 16 y 8, tenían la tarea de denegar activos, emboscar, sabotear y retrasar a las fuerzas de Lasky y Cutter. El compartido comando conjunto de los dos capitanes también había puesto a marchar las tornas; gracias a la inteligencia reunida por un valiente grupo de falsos desertores, consiguieron extraer información sobre el inminente ataque de la gran flota Desterrada. La IA Iratus los había descubierto, y envió cadáveres poseídos para matar a los capitanes, pero la actuación oportuna del Equipo Azul evitó el golpe; luego el Spartan Locke sería enviado a apagar el bloqueo de comunicaciones, permitiendo enviar la señal de auxilio a Vadam.
Let Volir no era tonto, y estaría esperando a las Espadas de Sanghelios, pues por su descuido, lo que hasta febrero era una guerra de guerrillas en el Halo se descolocó gracias la llegada de la Spirit of Fire, que hasta entonces sus enemigos consideraban perdida. El escape del Arca por parte del viejo Cutter significó para maestro de flota Desterrado una deshonra y por ello no podía permitir que el Inquisidor rompiese el bloqueo, pues significaría el final para él y el imperio de pillaje y saqueo que había erigido. Preparó una línea de destructores clase Sinaris modificados con brisers antinave como retaguardia para 12 flotillas conformadas por fragatas jiralhannae clase Sonin; acechando en el vacío, un cerco de naves de asedio clase Gbraakon aguardarían a perpendicular, mientras las corvetas de intrusión realizaban labores de reconocimiento profundo.
Llegando la hora, una tercera parte de las fuerzas del UNSC habían quedado atrás por los ataques sorpresa que recibieron por el camino; era una lucha a muerte, pues hace tiempo que la Sala del Juicio Final había sido destruida por su mayor héroe. Para los Desterrados, no era un demonio, sino su mayor presa; hoy era el último chance que tendrían de cazarla para preservar su honor manchado. Era el Jefe Maestro, quien en esos momentos clave estaba siendo transportado por el piloto Esparza en un Condor con camuflaje activo; la nave descendió por una estrecha hondonada, y apenas tocó tierra, la rampa descendió y él salió a prisa, encabezando a los equipos Azul y Plata.
Un poco más allá, en el área abierta, se encontraba un sitio Forerunner; dos edificaciones con forma de cubo a un lado, una explanada central y una espira integrada a la pared de roca delante. En el centro, muros bajos formaban una circunferencia, usada como central de observación remota en un tiempo en que diversos seres inteligentes habitaban aquel mundo. La misión era tomar control del emplazamiento de manos del cacique Revus y su contingente defendiendo el lugar.
Los nueve supersoldados fueron saliendo en el más absoluto silencio, sabiendo de antemano sus instrucciones, por lo que solamente las llevaron a cabo, formando un perímetro inmediato al Condor. Abruptamente, Esparza informó:
- John, detecto señales muy cerca, ¡es una tram…
Apenas se desplegaban fuera del vehículo, lanzaderas de cohetes repletos de cuchillas se clavaron en el chasis del Condor, haciendo que este estallara por los aires; desde la parte superior de la quebrada dos caminantes blisterback se dejaron ver, lanzando una segunda andanada:
- ¡Cúbranse! – gritó Fred.
Los demás se dispersaron tan rápido como pudieron mientras las paredes de roca se venían abajo, levantando una nube de polvo que obscureció también el HUD de sus visores, subproducto del plasma explotando al choque de los proyectiles. Mientras el Jefe Maestro recobraba el equilibrio, miró hacia atrás el vehículo destrozado en llamas con enormes piedras cayéndole encima; el contempló la escena en cámara lenta con sus reflejos superhumanos en tanto una voz femenina gritaba:
- ¡Fernando, no!
Era Joyeuse, la IA y compañera del Spartan a lo largo de todo este viaje en el Anillo, y, asimismo, casi por el mismo tiempo, lo había sido el piloto Esparza, ingeniero de la Infinity devenido en involuntario piloto de combate para salvar a su lejana familia y a la humanidad de la horda roja:
- ¡¿Jefe?! ¡Jefe, por favor haz algo, no dejes que él…!
Él se tomo un instante mientras detrás de él los Spartan tomaban posiciones en medio de rugidos de guerra y ordenes exclamadas por sus compañeros, hasta que dijo, volteando y cargando su rifle:
- Ya es tarde. Hagamos que cuente.
Y así el Condor quedó enterrado entre los escombros, formando una barrera que separó al grupo; por un lado, el propio Sierra-117, Linda-058, Riz-028 y Vannak-134, y por el otro Sierra-104, Kai-125, Kelly-087 y la oficial Kwan, la única Spartan IV de la unidad, delegada por Lasky.
- ¡Aquí vienen, prepárense! – ladró está última.
A través de los pasadizos rocosos, una ola enemiga avanzaba sedienta de sangre y la gloria de colgar una cabeza en sus armaduras, guerreros jiralhanae jóvenes, errantes t'vaoan, numerosos grunts enceguecidos por narcóticos de batalla y una parvada de skimmers fanáticos. Fred fue el primero en correr hacia ellos, mientras Kelly avanzaba por el flanco dando fuego de cobertura y Kai se fijaba botas en tierra para alcanzar con su rifle de francotirador al cacique menor dirigiendo a los demás desde atrás; primer tiro, fallo, un skimmer lo cubre sirviéndose de sus escudos. Kelly corre, e igualando la velocidad de los skirmishers los neutraliza de a uno con pistolas mientras que, desde la parte superior, más grunts tiran granadas de plasma para rematar a los humanos atrapados, quienes tratan esquivar como pueden incluida Kwan, que recibe un impacto colateral.
Esta es tirada a un lado por el martillo de gravedad del cacique, pero antes de impactar a la pared, aterriza en ella con sus pies, impulsándose de vuelta para conectarle un puñetazo en el hocico y tirándole varios dientes. El brute espabila y vuelve a la carga, pero Kwan toma su cuchillo y se lo clava en un muslo, tirando de un hilo que hace explotar la granada amarrada a su mango; los otros guerreros miran esto, y cargan contra los demás Spartan en frenesí, zarandeando a Fred, quien vacía el cargador del rifle en su atacante. Kelly da de baja a otro, y a otro, a la vez que Kai apunta firme y derriba a otros tres con tiros certeros, ahora pegada a la pared.
El zumbido característico de los prowlers comenzó a oírse claramente, y los pasos de caminantes skitterer se aproximaban rápidamente en tanto avanzaban, siendo los primeros en dispararles ráfagas de púas incandescentes. Todo su odio se concentró en Fred, pues aquel era el anatema para todo lekgolo desterrado, el asesino de Colonia, quien desbarató su gran plan luego de décadas de elaboración, y ahora no tenían otra que quedarse atrapados con los desterrados hasta que pudiesen ejecutar su venganza. Uno saltó sobre él, pero Kwan se impulsó hacia arriba, levantándolo de panza con ambas manos para que él pudiese clavarle una granada de espinas por debajo de una sola barrida, estallando esta y cercenando a los gusanos manejando el vehículo; en tanto, Kelly derribó a un brute ya debilitado de un codazo, usándolo de escudo contra los proyectiles.
Del último caminante se encargó Kwan, disparando en sus articulaciones para inhabilitarlo, saltar sobre él y arrancarle sus lanzaespinas, que pronto utilizaría contra los prowlers que llegaron mientras se ponía pecho en tierra, cubriéndose con el chasis del skitterer. Las granadas seguían cayendo sobre sus cabezas, rocas seguían desprendiéndose, y de a poco el túnel se iba tapando, así que siguieron rápidamente hacia delante una vez un vehículo brute estalló en pedazos y Kai mató a los que conducían el otro, tomando por asalto el tercero, acelerando. A través de los pasadizos poco naturales, los cuatro aceleraron buscando un modo de reagruparse con el resto de los supersoldados mientras debían parar a enfrentar una segunda oleada, protegida por los disparos de un Wraith equipado con lanzaderas de haz de plasma.
Más brutes y elites se lanzaban al ataque con armas a corta distancia, luego de que el cañón del prowler fuese destruido por una granada y los humanos tuviesen que lanzarse fuera del vehículo; es así como se prepararon a pelear.
Allá afuera, el capitán Cutter no vio más opción que comenzar con la ofensiva, el empuje final en la zona donde se fortificaba el mando enemigo, pues Azul y Cobalto no se habían reportado todavía, ni el control del visor estaba asegurado. El viejo capitán los conocía, sabía que, si se le daba tiempo a los Desterrados, estos hallarían la forma de reagruparse, planificar y vencer sin remedio a sus rivales; para ellos la guerra no sólo era una forma de lucrar, sino casi un juego, un estilo de vida, pues para ellos significaba su libertad.
El día estaba arreciando ya con un reverberante sol en los cañones y colinas peladas, y bajo las nubes grises el UNSC combatía fieramente, los soldados, marines, ODSTs y Spartans de los distintos grupos de batallas luchaban encarnizadamente contra hordas furiosas de guerreros brute, elites, jackals, skirmishers, grunts y skimmers. En uno de tales escenarios un grupo de marines resistía en una estructura Forerunner en contra del asedio de una manada jiralhanae atacando con todo lo que tenían mientras un segundo grupo de ODSTs intentaba liberarlos de su cerco para poder avanzar al centro de la batalla, donde el gran caudillo les aguardaba.
Otro escenario se componía de un sistema de antiquísimas trincheras usadas por los constructores del Anillo para resistir una brecha de contención Flood hace muchísimos milenios; ahora eran los marines y Spartan IVs los que las disputaban en medio del fango y los disparos de púas infectadas con los Desterrados. Skimmers sobrevolaban el campo de batalla como un enjambre de moscas, arrojando granadas, al tiempo que formaciones de crueles mercenarios sangheili y unggoy recorrían los estrechos pasadizos disparando a todo lo que se moviera en oleadas, luchando codo a codo con humanos desterrados, enfundados en armadura cromo y roja.
El Jefe Maestro y su equipo descendieron por uno de los ascensores de gravedad dentro del complejo al que debían acceder luego de enfrentar a una manada brute y varias sombras carmesí de los elites, acabando prontamente con los unggoy y jackals. En las partes altas de las paredes del cañón francotiradores ruutian habían causado problemas mayúsculos, friendo los escudos de Riz; Linda tomaría posición y cubriría a los otros en su avance al interior del lugar, derribándolos uno por uno. Mientras iban descendiendo por los niveles inferiores para activar el interuptor del supervisor:
- Jefe, aun sigo sin poder comunicarme con el mando – dijo Riz.
- El objetivo está a 200 metros debajo de nosotros, y ya no tenemos tiempo.
- Lo conseguiremos Vannak, falta poco…
Una muralla de centinelas se levantó desde los abismos inferiores de la instalación y comenzó a disparar sus haces de partículas, haciendo que 028 y 125 tomen posiciones de fuego de cobertura mientras Linda tomaba su rifle gauss mejorado para acertar ráfagas en los ojos de los constructos. Sierra-117 extendió su gancho y lo clavó en un ejecutor alzándose desde atrás, lanzándose con una espada de energía blandida hacia delante y apuñalando a la máquina, que lanzaba sus agujas de energía con desesperación mientras sus brazos de escudo eran cortados de tajo. El Jefe saltó al siguiente ejecutor en tanto sus compañeros avanzaban por los pasillos inclinados hacia los niveles inferiores y más centinelas los atacaban, comenzando a abrumarlos al tiempo que una ola de skimmers caía en picada sobre Riz en un intento de arrancarle la armadura.
- No.
Vannak disparó su rifle contra uno y otro de los flotadores mientras los centinelas le disparaban a él para que no llegase; sus escudos se estaban sobrecargando peligrosamente, pero pronto logró quitar al último a mano limpia, rematándolo a tiros. Linda llegó para distraer a las máquinas con tiros de su propia arma; el Jefe rompió el chasis del ejecutor con su última carga de la espada de plasma, haciendo que este descendiera rápidamente hasta el fondo de la bajada, llevándose a punta de pistola a los centinelas y skimmers que podía alcanzar. Una vez allí se levantó de su amortiguada caída, y no encontró más que a una hueste bien cerrada de Desterrados acercándose a él, preparándose para destrozarlo a tiros:
- Ríndete ante mí, Jefe Maestro…o pelea.
Era Revus, a quien llamaban el chamán, sonriendo con sus colmillos amarillentos, media cara reemplazada por maquinaria cruda, reteniendo a alguien del hombro con su mano mecánica:
- Vinieron hasta aquí porque sus esbirros no volvieron a ustedes…
Aquella mujer era una Spartan IV, terriblemente magullada, esposada y solo con su monopieza encima; tenía el cabello castaño rizado, mirada saltona y barbilla afilada:
- Spartan Perez.
- Jefe.
- ¿Dónde está el resto de Javelin?
- Todos…murieron, señor. – respondió desesperada - Debe irse de aquí, ellos van a…
El brute le dio una patada que la mandó al piso escupiendo sangre; el Jefe levantó su arma y los enemigos se prepararon para abalanzarse sobre él:
- ¡No! Aun no. – exclamó el chamán – Observa con atención.
Las compuertas detrás de él se abrieron como una flor de loto; era tecnología Xalanyn, que había reemplazado a la Forerunner dentro de ese punto específico. Dentro estaba el control del supervisor, que brillaba con aquella luz amarilla que producía la manipulación del Tiempo Viviente. Una esfera permitía visualizar diferentes lugares de la batalla en la zona y más allá:
- Cuando el ritual esté completado, todos los que infectan Oth Koronn con su presencia serán visibles, y en un solo instante desaparecerán como si nunca hubieran nacido.
Los otros tres supersoldados habían llegado, tomando posiciones para cuando llegase el momento oportuno:
- ¿Creen que los Interminables sólo acabarán con nosotros? – cuestionó Joyeuse - ¿Qué no te das cuenta? Los borrarán también, y luego cambiarán todo el Halo para sí mismos.
- ¡Blasfemia! – gritó Revus. – ¡Pagarás por eso, y luego serás parte de nosotros!
Este se dispuso con su guantelete de gravedad a tirar de un manotazo a Perez, pero recibió un disparo en este por parte de Linda; Vannak y Riz se lanzaron al ataque, esquivando los disparos que pudieron, mientras el Jefe Maestro atacaba a Revus clavándole púas de un ravager. Siendo más máquina que jiralhanae, este chisporroteó y simplemente se río mientras lanzaba el contrataque, vulnerando los escudos del Spartan; la propia Perez fue llevada a cubierto por Vannak, quien le dio su pistola para que pudiera defenderse, tomando él su subametralladora:
- Cúbrenos desde aquí.
- Sí.
Los Spartans pronto se dispersaron para tomar cobertura, moviéndose constantemente para dar de baja a más enemigos aproximándose a la vez que el duelo entre el Jefe y Revus se intensificaba. El chamán iba perdiendo cada vez más los estribos, recibiendo tiros de subfusil a dos manos tras cada intento fallido de golpear a su adversario; este por su lado sabía que se le agotaba la munición, y ya no disponía de granadas a mano.
- No, no, no, no, maldición – mascullaba Perez – Está volviendo a pasar…
Se podía ver como cada enemigo que hasta ese momento había caído muerto volvía a levantarse entre extraños temblores, vibrando a alta velocidad, levitando y volviéndose a poner en pie, intacto de toda herida o mutilación, listo para el combate:
- ¡Demonios…!
Ella se lanzó con abandono, tomando un aguijoneador caído para llenar de cristal a los revividos más cercanos, haciendo estallar a varios grunts casi a la vez antes de que todo se volviera borroso. Un guerrero brute le atravesó un machete con garfio por el torso, quitándole el aliento, y pronto convulsionó, cayendo sin vida en el piso; los demás vieron esto, incluido el Jefe, quien detuvo un impacto de mazo con ambas manos, arrodillándose, hablando a todos por el comunicador.
- Váyanse. Yo me haré cargo.
Fuera de allí algunos centinelas de gran tamaño ayudaban a los shadows, vampires y phantoms a repeler la ofensiva de las naves humanas restantes del UNSC, quienes en segunda línea desplegaban por mochila cohete línea tras línea de marines y ODSTs, muchos de ellos sacrificándose en el proceso. Finalmente, las formaciones de tanques scorpion, mechas cyclops y mantis, así como un número notable de warthogs, se desplegaron por las colinas de la zona más central, desde donde Atriox comandaba blisterbacks, scarabs, mechas goblin y a sus más fieles coidearios, incluyendo supersoldados humanos leales a su causa. Conforme más avanzaban, las fuerzas de la Spirit of Fire establecían puestos avanzados para reagrupar formaciones a retaguardia, infantería, vehículos aéreos, terrestres, y darles reparaciones rápidas detrás del frente; esta tarea, conforme iba pasando el tiempo, se fue complicando cuando los shrouds se desplegaron desde el límite del desierto para encerrarlos.
Las filas de la muerte y los frentes de emboscada se hallaban dispersos en el Anillo, enfrentándose a los núcleos de resistencia rezagados de los terrícolas, con quienes mantenían un juego del gato y el ratón, estos a su vez haciendo lo mismo por cada centímetro de tierra bajo sus pies. En órbita de la instalación, las corvetas habían interceptado grupos de cazas seraph del Inquisidor, siendo vilmente distraídas cuando su propio Lich se adentraba de cabeza a la nave insignia del propio Volir; los cruceros de los grupos principales entraron en rango de disparo y la batalla espacial comenzó. Los clase Gbraakon hicieron lo suyo creando caos en las fuerzas de las Espadas cuando impactaron desde arriba y desde abajo a varios destructores enemigos que se dirigían a apoyar al UNSC en tierra; mientras tanto, tropas espaciales desterradas, dirigidas por caciques en exoesqueletos, abordaron las primeras dos naves cargueras sangheili saliendo del desliespacio.
En tierra, el escuadrón de Fred había enfrentado una tercera oleada, en la que dos wraiths de transporte bloquearon su acceso a una entrada pequeña y aparentemente irrelevante en el complejo de túneles, una zona donde un anillo de campo abierto se distinguía del resto de la formación. Tropas de grunts, jackals, hunters, elites y tres brutes con camuflaje activo se lanzaron al ataque respaldados por una escuadra de caminantes locust descendiendo de las paredes rocosas, disparando con todo; esta última ofensiva les obligó a tomar refugio dentro de la instalación Forerunner frente a ellos. La puerta, a pesar de recibir haces de plasma concentrado, no se derritió, ni siquiera se calentó, en tanto los supersoldados se adentraban tras mirar hacia atrás por un instante. Conforme avanzaron, armas alertas, se fueron dando cuenta que la arquitectura del lugar iba cambiando, primero apareciendo paneles dorados con la inscripción desconocida a la que, para este punto, ya estaban acostumbrados, para luego irse volviendo más y más curvilínea, cambiando de color a carmesí oscuro. Las luces que anteriormente era azules fueron transformando su tono hasta que, tras atravesar una serie de anillos de piedra negra, estas eran amarillas; Fred no detuvo, y Kwan parecía más interesada que nunca en adelantarse para saber qué había más adelante, mientras que Kelly y Kai se miraron con dudas sobre si esto era buena idea.
Finalmente llegaron a un punto donde había un abismo rojo, y en medio, en vez de un puente de luz sólida, había una línea de segmentos flotando por sobre sus cabezas y debajo de sus pies. El grupo se detuvo a una señal de la oficial, quien pisó uno de los segmentos:
- Esto…debe ser por aquí…
Fred no entendía a lo que se refería:
- Nuestra misión nada tenía que ver con esto – respondió él - ¿Por qué tanta prisa en seguir?
- Sucedió tal y como lo vi en sueños… - dijo Kwan – El lugar que el comando buscaba…
- ¿Sueños? – preguntó Kai – ¡¿Acaso enloqueciste?! ¡¿Por esto no nos reagrupamos con el resto?!
- Espera, ¿qué tienen que ver los capitanes con…? Demonios, estás loca… – inquirió Kelly.
- Es cierto, sólo Sierra-104 debía saber llegado el momento.
El líder de escuadron la detuvo por el hombro, volteándola hacia él:
- ¿Qué no nos estás contando?
- Solo piensa en esto, comandante - ¿realmente piensas que, como estábamos al caer aquí, teníamos posibilidad alguna de sobrevivir en primer lugar?
- El capitán Lasky ha sido quien…
- ¿De verdad crees eso? – rió Kwan – Ese idiota nos llevó a esto sin un plan B, sólo porque tuvo suerte en Requiem, suerte que el Jefe Maestro le dio…
- ¿Y cuando no estaba John, entonces qué?
- Lasky no planificó nada brillantemente, ni tuvo una idea para salir de aquí. Siempre actuó anticipándose a cada movimiento desterrado, sólo se movía cuando le contaba lo que había visto.
- Esto es absurdo – Kai replicó – Estás queriendo decirnos que tú eres una pitonisa, ¿o algo así?
- No sé por qué – respondió Kwan – Pero desde que nací he tenido ese don. Detectamos la señal del Jefe Maestro porque la estábamos esperando de antemano. Esperamos a dejarlo hacer lo que debía para deshacernos de Escharum, porque yo lo ví hacerlo antes de que Esparza lo encontrara.
- Si, pero luego…
- Cómo crees que podíamos llenar el feed de su HUD si no teníamos forma de localizar de forma efectiva los puestos desterrados – dijo Kwan – Fui yo, yo nos vi ganar y perder cada momento clave antes de que pasara.
- Por eso, los asesinos que Iratus envió.
- ¿Los pudimos interceptar justo a tiempo? Así fue.
Los otros tres supersoldados se habían quedado de piedra, no tenían idea de lo qué pensar, o de lo qué responder; realmente era muy extraño, pues efectivamente la señal del Jefe había sido detectada por la caída Infinity muy rápidamente después de seis meses de darlo por muerto. Es más, inclusive después, cuando Lasky les había dicho, cuando la oficial Perez de comunicaciones, o Kwan, les habían dicho e insistido en que no podían enviar ayuda porque la detección de esa misma señal tenía intermitencias…comenzaba a cobrar sentido, no fue ningún fallo. Explicaría incluso otras cosas que no habían terminado de encajar, como el por qué dedicaron meses a construir una supuesta IA para contrarrestar a Cortana y morir, pero que después jamás murió como era su programación hacerlo; no era necesario darle ese nivel de control a una solución temporal.
Era claro que, de verdad, había sido un reemplazo, y no para cualquiera, pues todos aquellos que se ofrecieron a reemplazar al Jefe en la misión fueron denegados sin explicación aparente, a pesar de que se había "confirmado" su muerte desde antes del impacto:
- ¿Por qué este lugar? – preguntó él.
- Es obvio, lo ves frente a ti – respondió Kwan – cómo fue traslocado; aquí es el escondite del último Interminable, y finalmente lo hemos hallado. Las visiones fueron ciertas…como siempre.
- Los Interminables están muertos, acabamos con todos ellos. – afirmó Kai.
- Dejemos de hablar, mejor les mostraré…
La oficial Kwan avanzó por los segmentos, caminando de forma ingrávida en medio del miasma amarillo a su alrededor, en dirección a un compartimento central que parecía flotar en un vacío infinito.
- Kwan, espera… - exclamó Fred.
Los otros tres, tomando en cuenta que, en efecto, no podían retroceder, sin armamento suficiente para luchar contra los caminantes afuera, siguieron a su compañera directamente a aquel lugar. Una vez entraron, por las puertas, retráctiles como plantas carnívoras, solo hallaron una estancia circular con un altar cilíndrico, en torno al cual un cónclave de xalanyn medianos recitaban frases incomprensibles, enfundados en túnicas escarlatas y tocados altos con detalles dorados. Y allí estaba, levitando alto, en medio de ellos, una visión que pensaron nunca más hallar tras nueve largos años de lucha.
Era realmente un Interminable, con su peto triangular, dos largos cintos ondeando detrás de él y uno más colgando etéreamente hacia abajo, medio envolviendo sus frágiles piernas, una alta mitra coronando su enorme cráneo de ojos almendrados.
- Esto… - susurró Fred.
La entidad levantó una mano, y su aquelarre dejó de cantar, a la vez que su voz hacía eco en sus mentes tanto como en las paredes y más allá de lo que eran capaces de ver:
- ¿No es posible? ¿Ustedes mortales no aprenden nada tras tanto tiempo?
- Operador… - dijo Kwan – En verdad estás vivo.
- Tontos. Yo no puedo caer como los otros, mi poder sobre el Tiempo Viviente es muy superior.
- No importa cuantas veces te levantes, monstruo – exclamó Kai – Ahora estamos aquí y vamos a vencerte.
El ser rio ante tal hilaridad, y respondió con arrogancia:
- Criaturas ingenuas – dijo el ser – Pero si ya han estado aquí antes. Tantas veces…
- ¿De qué…?
- Y ahora este es el resultado. Su Jefe Maestro ya no podrá matar a Atriox, ni evitar lo que vendrá…
- Siempre fuiste tú. – musitó Kwan – Todo lo que pasó…todo lo que vi…
– Tus geas – respondió el ente – la que se hacía llamar Bibliotecaria lo sabía, e intentó dar a alguien la forma de ver la alteración, de revertir nuestro trabajo, mi trabajo. Yo lo use a mi favor.
- ¿Pero por qué intentar cambiar el resultado tantas veces? ¿Con qué fin? – cuestionó Fred.
- Me tomó milenios de repetición y refinación, pero al fin, los hijos recibirán el castigo que sus padres merecieron, junto a todos sus hermanos.
El Operador hizo otro movimiento con la mano, un halo amarillo la rodeaba, y cuando terminó, los xalanyn recitaron unas frases. Al acabar, el resto del escuadrón había retrocedido como si nunca hubiese llegado; ahora Kwan estaba sola en contra de lo que, a efectos prácticos, era ya un dios:
- Ahora solamente falta el último paso. Muéstrame la inundación, así el Juego de Integración Universal terminará, y yo seré el último ganador, durante toda la eternidad.
- ¡Nunca!
Kwan saltó hacia él cuchillo en mano, descendiendo sobre él imbuida en un brillo amarillo que, primero intermitente, se volvió como las ondas del agua al tirar una piedra. El ser intentó apartarla:
- Pero qué... – gruñó - ¡¿Qué has hecho…? ¿cómo puede ser?! – chilló - ¡Mi poder, se está deshaciendo, no...!
La onda expansiva amarilla estalló a través de dimensiones, friendo el cerebro a los otros xalanyn y envolviéndolo todo; cada campo de batalla, pasando a través de marines, ODSTs y Spartans combatiendo con arrojo de aquel que debe ganar para vivir. Los Desterrados hacían lo propio, en la órbita del Anillo y en tierra, los cruceros, destructores y cargueros de un bando y otro destrozándose entre sí, abordando a su bando contrario, todo ellos sin que aun se definiera un ganador. Las líneas de la muerte continuaban su marcha de exterminio con cada vez menos humanos del UNSC en pie; los cazabombarderos shrieker diseminaban destrucción desde los aires, y los puestos avanzados de Cutter estaban siendo asediados por cada vez más numerosos vehículos enemigos.
En las trincheras y colinas centrales, los ejércitos se batían por la supremacía de cada metro mientras los últimos shortsword lanzaban explosiones en las colinas donde Atriox se encontraba, luchando con el Equipo Osiris, cuyos miembros caían a cada golpe, cada vez más rotos y débiles. Se preguntaban lo que estaba ocurriendo, por qué el Jefe Maestro aun no había llegado, por qué Joyeuse no había hackeado al submonitor y activado las esfinges de guerra Forerunner desde el supervisor. Tanaka fue la primera en caer junto a otros tres Spartan IV, partidos a la mitad por su maza de energía; la onda llegó hasta ellos, haciendo que se cubrieran y el aire se envolviese del miasma del Tiempo Viviente, provocando fenómenos milagrosos, desapariciones de unidades en un instante y la resurrección de otras.
Incluso otras se transformaban, mostrando equipamiento y símbolos totalmente desconocidos; estas, sin embargo, continuaban luchando contra la respectiva versión de sus adversarios. El caudillo al observar esto, supo que algo había salido mal, y o bien lo habían tratado de embaucar, o bien el UNSC había conseguido ubicar y neutralizar a su aliado; no importaba, ya no había marcha atrás, acabaría con todos ellos de ser necesario, e impondría la ley del más fuerte en esta galaxia. En los cielos, la otra batalla llegaba a su climax entre la confusión, Let Volir luchando en un innoble combate mano a mano contra Thel Vadam, aquel a quien mal llamaban libertador, nada más que un títere de los humanos y sus intereses sin razón más que, irónicamente, su deuda de honor.
- ¡Lo conseguí jefe! - exclamó Joyeuse - ¡El submonitor accedió a ayudarnos!
En el control del supervisor, mientras la IA activaba comandos escritos en olvidados glifos, el Jefe había logrado derribar a Revus finalmente, quien lanzando sus últimos suspiros solamente se rio y se burló de él, diciendo:
- Los humanos suelen decir...que el más estúpido es quien no quiere ver...
- Esto acabará hoy, Revus - dijo el Jefe.
- Tu y los Desterrados no volverán a amenazar a nadie jamás - añadió Vannak.
- Ah, pero qué noble... - se burló el brute - Ya lo puedo sentir en mis huesos. Es demasiado tarde, para todos ustedes.
Se oyó un tiro, y el chamán cayó muerto con un agujero en su ojo orgánico:
- Ya me tenía harta - replicó Riz.
El Jefe y Vannak se miraron, y solamente asintieron:
- Andando. - dijo 117.
Fue cuando sintieron el suelo temblar con fuerza, y la onda llegó hacia ellos; como por un impulso, los enemigos muertos convulsionaron y se levantaron como una horda de Flood, transformados de repente. El grupo ya no tenía más municiones para desperdiciar, así que emprendieron su escape; el Jefe corrió como pudo, trepando todos con sus garfios, pero los cuatro fueron alcanzados de lleno.
Cuando despertaron, en tanto ajustaron su vista a la iluminación amarillenta, se dieron cuenta que ahora el lugar que ellos conocían desde hacía años había cambiado completamente. Las paredes ahora eran carmesíes, curvilíneas y de apariencia orgánica, mucho más que en una instalación del antiguo Covenant, había partes flotantes similares a púas en todos lados, las puertas más similares a una flor de loto que a una estructura funcional. Pero, en medio de todo aquello, en tanto iban saliendo al metálico exterior de cielo color sepia, se dieron cuenta de que les faltaba un integrante:
- ¿Jefe? - llamó Linda - ¿John, en dónde estas? Responde.
Arriba de sus cabezas ya no existían estrellas, sino un lugar que, aunque similar al desliespacio, era de color dorado; por la ilusión de movimiento, se podía notar que estaban viajando. Este anillo ya no era similar a la joya que una vez sus creadores construyeron, sino que se parecía más a una corona de espinos y rosas con pequeños anillos de piedra negra recorriendo los aires en patrones anulares, a un lado o a otro. Tampoco existía verdor ni naturaleza en este lugar, solo la desagradable sensación de irrealidad, de que lo que veían estaba totalmente mal, solamente fría tecnología curvilínea.
- Debemos regresar - dijo Vannak - Mis sensores indican que no hay oxígeno aquí afuera.
- John... - susurró Linda por lo bajo - ¿A dónde fuiste? Por favor...encuéntranos.