Se reconocen en silencio.
No es un momento romántico, no es un rencuentro de proporciones épicas. Aun a pesar de todo los latidos de sus corazones son rápidos, tan acelerados que las respiraciones son agitadas como si hubieran corrido el último tramo de camino, que los llevo ahí.
La sensación de vértigo se hace presente en ambos como si fuera la extensión de un mismo cuerpo. Se niegan a admitir que es miedo, sin embargo, apenas se encuentran apartados sus pasos un momento, sin importar que algunos metros los separan todavía.
Las personas les esquivan, rodeándolos.
Parece que a ninguno de los dos les importa se encuentra en un lugar concurrido, lleno de gente. Tratan de reconectar el cerebro con el resto de su cuerpo. Solo se mira largo, parpadeando. Abrumados por recuerdos del pasado que ciertamente les hacen daño.
Esperan en el fondo de su corazón ser rechazados, no hay esperanzas en su corazón que les hagan creer que hay alguna remota posibilidad de que el otro no opondrá resistencia. No importa que su pensamiento lógico les repita que no pueden revelarse ante el hecho de ser designados como pareja. Después de todo, la decisión está tomada. Y aun así, están a la espera de una tormenta.
Conocen el temperamento del otro, como el propio. Fueron muchas las batallas que enfrentaron a lo largo de sus años de escuela. Ataques de todo tipo, ninguno se contuvo a la hora de luchar hasta dejarlo todo en el campo de batalla, sin importar las consecuencias o el desenlace, nunca se retiraban hasta que hubiera un ganado, al menos por ese día, hasta embarcarse de nuevo en otro nuevo enfrentamiento.
Malfoy siempre fue impetuoso, incluso mezquino. Conforme crecieron los ataques dejaron de ser solo palabras infantiles. Aprendió de estrategias, meditando por mucho tiempo cada movimiento, la forma de replicar, la elocuencia al contestar, el tono y los recursos a emplear, logrando ser una estrategia brillante.
Por otro lado, pocos creerían que tan mordaz podía ser Granger, incluso ahora de adulta, quizás el único que ha visto en plenitud esa faceta en ella, es precisamente Draco Malfoy.
La timidez fue mermando en cada encuentro, a fuerza de recibir golpe tras golpe, después de resistir cada insulto y cansada de ser menospreciada, tuvo que cambiar para sobrevivir. Dejo de ofrecer su otra mejilla para ser abofeteada. Fue entonces un oponente astuto. Quizás no tenía la fuerza de Malfoy, pero sus carencias las sustituyo con inteligencia.
Incluso cuando la rabia la privo de elocuencia alguna, cuando creyó que las palabras no bastaban para poner a ese pequeño bastardo rubio en su lugar, fue capaz de sacar su lado más salvaje, hasta estrellar el puño contra su nariz.
Lo que sentí ese día, el cambio para siempre. Marcando un antes y un después. Nunca volvería sobre sus pasos, fue desde entonces una guerrera de lengua afilada e inteligente, pero también una pequeña amazona que muy en el fondo sabia sacar las garras si era necesario.
Draco aprendió a tomar distancia, cambiando de métodos, pero no de alicientes. Detestaba a Granger con todas sus fuerzas, veía en ella un rival a vencer, incluso alguien mucho mas de cuidado que el mismísimo Harry Potter.
Era tan fácil poner a Potter contra las cuerdas, acorralarlo y dejarlo sin palabras. Pero cuando tenía el deleite de estar a punto de dar un golpe final, llegaba ella para robarle el triunfo. Odiaba que le fuera tan fácil echar por tierra sus planes. La frustración que experimentaba solo de verla le perseguía con frecuencia en sus pesadillas.
Mientras se miraban trataban de compaginar a la mujer que tenía delante con el recuerdo de aquellos tiempos. Dio un paso lento, sin muchas expectativas. El mirar de Granger parecía tranquilo, pero no se dejaría engañar de cualquier manera.
Reanudaron sus caminos al mismo tiempo, sin apenas notarlo. Se detuvieron hasta estar a un palmo de distancia y aun entonces permanecieron por unos segundos más en silencio. Mirándose como si fueran la primera vez que lo hicieran o quizás esperando que de un momento a otro empezarían los gritos por parte del otro.
Nada sucedió, al menos en apariencia. No se hicieron presenten los gritos o insultos. No hubo manoteos exasperados o muecas llenas de odio y desprecio.
Se miraron largo, tomando su tiempo, haciendo que sus recuerdos se desdibujaran, que hicieran encajar de alguna extraña forma el pasado con el presente. La imagen de esa joven de cabellos castaños y mirar tranquilo, y la de un hombre en toda regla ya sin vestigios infantiles de otros tiempos.
Una pubertad tardía doto a Granger de atributos bastante femeninos, las curvas de su cuerpo son armoniosas, demasiado agradables a la vista, con su cuerpo esbelto y pecho generoso. Todo rastro infantil se había esfumado para dejar un atractivo rostro salpicado de pecas.
Hermione descubrió que Malfoy es mucho más alto de lo que lo recordaba, tenía que inclinar su cabeza hacia atrás para mirarle el rostro. Ya nada quedaba del niño y el adolescente de sus recuerdos, en cambio el porte varonil y gallardo, hacían constar el paso de los años.
Si fuera otra la situación, quizás se sentiría intimidada. Pequeña como era había descubierto que la grandeza nada tenia que ver con el tamaño.
-Granger. -Pronuncio su nombre por primera vez sin ser seguido de un insulto.
Un saludo propio, pronunciado por una voz profunda, aterciopelada. Sin el siseo conocido de una maldición o una demanda.
-Malfoy. -Contesto el saludo, moviendo ligeramente la cabeza para dar énfasis a su cortesía.
Un largo suspiro por parte de ambos casi los hace sonreír.
La incomodidad los invadía. Era más propio de sus encuentros los insultos que las camaraderías y eso quedaba de manifiesto entre más minutos corrían.
-Adivino que ya lo sabes.
La voz femenina es neutra, por lo que puede percibir Malfoy. No hay atisbos de protesta o burla, lo que logro sorprenderlo por un minuto.
Saca de su abrigo la carta con el sello roto, como muestra de que estaba al tanto de la situación. Y antes de poder pensarlo deja que sus palabras fluyan en una afirmación, que al principio pretendía ser una pregunta.
-Piensas rechazarme.
Ve entonces el desconcierto en sus ojos color miel. Parpadea rápido como si esas las palabras que acababa de pronunciar la sacar por un momento de balance. Su ceño se frunce, mordiendo su labio inferior con cierto nerviosismo.
"Es tan fácil leerla." Se dice a sí mismo, ocultando a la perfección su propia sorpresa ante la duda de su... prometida.
Pensar en ella con ese título tampoco es algo para lo que esté preparado.
-¿Piensas hacerlo tu? -Pregunta con cierta cautela, mirándole directo.
La intensidad de su mirada lo descoloca también por unos instantes, esa seguridad que siempre lo sacaba de su zona de confort de nuevo lo hace tambalearse de manera interna. Granger parece incluso desafiante mientras sostiene su mirada, a pesar de los pequeños detalles que dejan en evidencia que está nerviosa.
-No. -Admite con más sinceridad de lo que debería.
Nunca mantuvo expectativas sobre ese maldito censo. Y por mucho que la detesto en el pasado, ya no eran unos niños. Sumado a todo estaba el hecho de que el matrimonio no podía ser evadido, es decir, tenía otra opción para ser emparejado, según lo que se había estipulado en el censo, sin embargo, la compatibilidad sería menor y solo en casos justificados se permitiría decantarse por la segunda opción y no la primera.
-Bien. -Es todo lo que puede contestar en ese momento. -Aborrezco este circo, pero si estás dispuesto a llegar hasta el final, lo mejor es subir ahí.
Señalo más allá de la multitud, sobre el podio se mantenían todavía algunas personas a la espera de formalizar más parejas unidas por el censo.
-Parkinson agradecerá el apoyo moral.
Hasta ese momento Malfoy pudo ver a su amiga de la infancia y exnovia, bajo el brazo protector de San Potter.
-Te aconsejo que te prepares. Trataran de destrozarnos allá arriba. Casi lo hacen con Parkinson.
La sonrisa en los labios de Granger hizo que levantara una ceja rubia con intriga.
-¿Estas segura de esto? En tu caso puedes con facilidad solicitar un cambio.
Hermione sabia que tenia razón, que bien pudiera solicitar su segunda opción, alguien con el que quizás no tuviera un pasado tan turbio como el que tenía con Malfoy, pero trataba de pensar de manera logia, aplacando esa vena infantil que le instaba a rechazar esa aberrante unión. La magia los había elegido pareja por una buena razón, aun cuando saliera de su comprensión los motivos por lo que fueron considerados compatibles, a pesar de que pensara que la vida es una perra malvada con un humor demasiado negro, tenia que haber motivos fuertes más allá de la ironía que suponía ser emparejada con una de las pocas personas que en verdad había odiado.
Quizás su corazón se revelaba a la idea de ser la futura esposa de Malfoy, pero su mente le gritaba que, sin importar los prejuicios, el orgullo y el terrible pasado que compartieron, la magia e incluso el poder del universo creían que había una poderosa razón para unir sus vidas.
En ese momento no se pondría a discernir con Malfoy sobre sus teorías de la compatibilidad mágica, el destino, el universo o la genética. Le bastaba saber que, de algún modo extraño, Malfoy llego a sus mismas conclusiones, porque si bien, sabia que era un mal nacido arrogante, elitista, con el ego del tamaño del mundo, también podía admitir que es sumamente inteligente, quizás un tanto insensible, pero metódico y practico.
El hecho de que no hubiera llegado a ella insultando y renegando de su suerte. Que mostrara la suficiente madures para estar delante dispuesto a enfrentarla sin una maldición en los labios, decía mucho mas que mil palabras.
Una sonrisa distinta cuajo en sus labios, encogiéndose de hombros le contesto sin dejar de mirarle.
-Es lo que hay Malfoy, al parecer somos la mejor opción del otro. Romperé tu línea de sangre pura, romperás mis ideales de matrimonio y si esto es lo que hay que hacer para que haya un futuro donde prevalezca la magia, es lo que hare. Ahora yo te pregunto ¿Estás seguro de esto?
La mirada gris es intensa, un atisbo de humor se asoma en sus facciones. La pregunta es un reto, sus ojos castaños lo dejan claros, así como esa sonrisa que no ha desaparecido de sus labios.
Como respuesta se gira lento, no sin antes ofrecer su brazo.
Un Malfoy no rechaza los retos.
Hermione lo toma del brazo para emprender juntos ese camino que los llevara a sellar su destino. Se hacen paso entre la multitud que los mira pasar con asombro.
Pronto el silencio es absoluto, conforme el publico les reconoce. Congelados en su lugar se muestran incrédulos ante lo que ocurre. Un fuego interno arde en el interior de los presentes, uno que se revela en ver a aquella pareja.
Una cosa es ver a una joven descendiente de mortifagos emparejarse con el héroe mágico, que de alguna manera nunca se vio envuelta en el conflicto directamente y otra muy distinta ver a quien consideran un mortifago consumado al lado de una heroína de guerra y no es cualquiera, el peso de Hermione Granger es grande, no solo por su intervención en la ultima guerra, sino por su ascendencia muggle y todo lo que ella representa.
A los ojos del mundo mágico, Hermione Granger esta a la par del gran Harry Potter. El niño que sobrevivió se encargo de ponerla en ese lugar, admitiendo que había sido gracias a su ayuda que logro sobrevivir y acabar con el innombrable.
Los murmullos comenzaron lentos, con cautela, casi con pereza comenzaron a sonar en las voces de los presentes.
Granger se mostro por encima de todo, sin detener sus pasos, sin soltar el brazo de Malfoy, quien mostraba la misma suficiencia de siempre.
. . .
El mundo de Potter colapsa por un eterno minuto. Contuvo la respiración, su cuerpo tembló incapaz de contener lo que sentía en ese momento. Incrédulo observaba como su mejor amiga, su amor, se acercaba del brazo de su eterno enemigo.
Pansy seguía pegada a su lado, mucho más tranquila. Permanecería de pie a su lado hasta que todo ese acto de apariencias terminara, pero sin duda sintió el cambio en Potter, estando bajo la protección de su brazo, sintió la tención crecer en su cuerpo, un segundo antes de que un temblor le sacudiera. Levanto la vista para mirar su rostro tratando de adivinar que le ocurriría.
Sus ojos verdes miraban algún punto entre la multitud, su rostro adquirió una palidez enfermiza, incluso pudo percibir el ligero temblor en sus labios apretados. Con disimulo siguió su vista, tratando de descubrir que lo había alterado de esa manera.
Entonces los vio. Draco se acercaba al podio con una mujer de cabellos castaños a su lado, tardo unos segundos en reconocerla y un minuto más en hacer que todas las piezas encajaran en su cerebro.
No era ningún ignorante. A su lado estaba Potter a punto de colapsar y la única manera de que esos par estuvieran juntos, sin intentar matarse en el proceso significaba que acababan de ser emparejados.
Granger estaba demasiado comprometida con la causa como para no cumplir con el papel impuesto, jamás rechazaría a su pareja designada en el censo. Tenia que admitir que estaba sorprendida por la entereza que mostró a pesar de las circunstancias.
-Piensa muy bien lo que vas a hacer Potter. -advirtió en voz baja sin apartar la mirada de su rostro.
Harry parpadeo varias veces antes de centrarse en la voz que le hablaba, hasta entonces soltó el aire que no sabía que contenía.
-Si armas un escándalo por que tu mejor amiga fue emparejada con Draco, todo el trabajo que han hecho por mantener la calma no habrá servido de nada.
Esta vez fue Pansy quien estiro su brazo para pasarlo por la espalda baja de Potter, sosteniéndolo suavemente como si lo abrazara.
Harry sabía que tenía razón, pero no era fácil. Su corazón estaba roto y los celos corrían por su interior con furia. Aun a pesar de todo fue el calor y el decidido toque de Parkinson lo que lo mantuvieron lo suficientemente cuerdo para mantenerse en su lugar. Agradecido que toda la atención había estado puesta en la nueva pareja formada, para que nadie notara su malestar, al menos parecía que solo su prometida era capaz de notarlo.
La suficiencia en el rostro de Malfoy y la aparente tranquilidad de Hermione no hacia más que acrecentar su malestar.
Fue hasta que estuvo sobre el podio a un lado de ellos que los gritos parecieron estallar, en una revolución de quejas y protestas, que la preocupación de Potter se volvió hacia la multitud.
Esta vez el ministro llama al orden, antes de recoger los sobres de Granger y Malfoy para verificar los nombres y hacer oficial a la pareja de prometidos.
El rubio no mostró animosidad alguna a pesar de los insultos, erguido en toda su altura se mantuvo firme, sin siquiera voltear a ver a la otra pareja que estaba a pocos pasos de ellos. Los flashes de las cámaras no parecían afectarle o las preguntas insistentes de los periodistas sobre lo que opinaba su madre de ese enlace y otras muchas estupideces.
La mano femenina aun se mantenía sujeta con firmeza a su brazo, fue en ese instante que recordó lo que su madre le había entregado.
Sacando de su abrigo la pequeña caja con el anillo de compromiso.
-¿Te gustaría terminar esta estúpidas a lo grande? -Pregunto en voz baja, apenas moviendo los labios y mostrando la caja sin sacarla por completo del bolsillo para que Granger viera a que se refería.
Hermione se tomó un momento para pensarlo. No podía negar que la idea le llamaba, solo por callar la boca de esos indeseables que seguían aferrado en vivir del pasado, presumiendo de gloria que ni siquiera les pertenecían.
Los gritos no hacían más que avivar su molestia. A pesar de todo seguían sin entender la gravedad de todo el asunto. No estaban hablando de algo intrascendental, sino de la decadencia del mundo mágico.
Seguía pensando que ya que se vía obligada a tomar ese camino, continuaría haciendo a su manera. Ella que era reservada con su vida privada, ciertamente tímida en aspectos personales y que solo con amigos muy cercanos era capaz de abrirse, iba a dar una muestra pública sobre algo que consideraba que debía ser demasiado privado y personal, para dar punto final a el circo mediático en el que estaba envuelta.
-Por todo lo alto ya lo grande Malfoy. -Acepto, reafirmando sus palabras con un movimiento de cabeza.
-Será como tu digas. -Concurso con galantería.
Tomando suavemente la mano de Hermione que antes había descansado sobre su brazo, hinco una rodilla en el piso como si se tratara de la propuesta de matrimonio más formal y romántica al mismo tiempo.
El barullo termino de la misma manera en que había iniciado. El silencio absoluto se apodero del recinto como si se hubiera conjurado un hechizo.
De reojo Malfoy pudo ver el rostro pálido de Potter y el afán con el que Pansy parecía estrecharlo contra su cuerpo. Sonrió internamente ante la expectativa de estar dando por primera vez un golpe certero a su odiado enemigo de la escuela. Podía parecer infantil, pero dadas las circunstancias era un pequeño aliciente que se permitiría disfrutar.
-Hermione Granger, te casarías conmigo. -Pronuncio en voz alta, lo suficientemente fuerte para que todos le escuchen.
Abró la caja lacada para exponer el anillo, esperando una respuesta, mientras pedía en silencio Salazar Slytherin y todos los magos muertos de la historia oa cualquier Dios que pudiera escucharle, que Granger no se arrepintiera para dejarle en ridículo delante de todo el mundo.
-Si, acepto casarme contigo, Draco Malfoy. -Contesto con voz tranquila, como si fuera cosa de todos los días que le pidieran matrimonio.
En fluidos movimientos Malfoy saco el anillo de la caja para ponerlo en el dedo anular de la mano izquierda de su prometida. Después se levantó lentamente en toda su altura, sin apartar la mirada del rostro de Granger y en un ademan que puede ser catalogado como galantería pura de otros tiempos beso la mano de Hermione donde ahora descansa el anillo que es la constancia de su compromiso.
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