—¿Estás seguro? —preguntó Dave, la preocupación evidente en su voz. Aunque entendía la necesidad de complacer a Hera en este momento, no podía en buena conciencia darle una falsa sensación de confianza que más tarde podría ponerla en peligro. Se sorprendió al descubrir que Hera conocía bien las complejidades del círculo superior, pero también sabía que carecía del poder o la influencia real para desafiar a los Lennon, y mucho menos para darles una lección.
—Está bien, te creo. Pero si algo sale mal, quiero que me avises y pidas mi ayuda —dijo Zhane, acariciando suavemente la cabeza de Hera como si convenciera a un niño. No estaba sonriendo, pero sus ojos transmitían tanto preocupación como ternura.
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