Roxana se tensó al encontrarse con la mirada de Alejandro. Él y el Señor Rayven se levantaron de sus asientos al llegar.
—Su Majestad. Me alegra verlo aquí —Angélica sonrió.
Él apartó la mirada de ella y se volvió para saludar a Angélica con una sonrisa sincera.
—Creo que le dije que Roxana es una estudiante mía. Tuvo la amabilidad de hacerme compañía —explicó Angélica.
—Bienvenidos —dijo el Señor Rayven secamente y Alejandro la miró de nuevo. El corazón de Roxana dio un vuelco y desvió la mirada. Era extraño encontrarse con él fuera del castillo y vestido así.
—Mostraré a Roxana los alrededores por un rato y luego tal vez podamos cenar todos juntos —lo miró a Alejandro suplicante.
—De acuerdo —dijo él.
—Bien —ella sonrió y luego se llevó a Roxana.
El hogar de Angélica y Rayven tenía un aire antiguo, amueblado con marrones oscuros, rojos y negro mezclados con un poco de beige y oro para aportar algo de luz y brillo.
—Tienes un lugar hermoso —dijo Roxana.
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