El cuerpo de Angélica se sacudió mientras lloraba en sus brazos. Era un llanto desgarrador que aumentaba su dolor. Le acariciaba la espalda mientras comenzaba a llorar en silencio también.
Angélica se apartó. —Me asustaste. No vuelvas a hacer eso —le regañó.
Él también tenía miedo. Limpiándole las lágrimas, ella agarró su rostro con las manos. Él odiaba llorar frente a los demás. Aún así se sentía mal hacerlo. Se estremecía por dentro, pero no podía evitarlo.
—Lo hiciste bien. Ahora todo va a estar bien —ella consoló.
Él negó con la cabeza. —No sé si voy a estar bien. Duele tanto —admitió.
Ella se puso de puntillas y lo abrazó de nuevo. —Lo estarás. Yo me encargaré de ti —dijo, acariciando su cabello.
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