Li Meili se dejó caer en su enorme cama y gimió. Annoyada porque no tenía otra opción que seguir la petición de su padre de conocer al hombre con quien ya habían acordado una cita a ciegas. Aparte de lo que su hermano le había dicho hace una semana, no tenía idea de qué esperar del hombre que su propia familia había elegido para ella esta vez.
Se fijó en su armario abierto y vio los diferentes vestidos regados por el suelo mientras ponderaba qué debería ponerse esta vez. No es que quisiera impresionar a su cita, pero Li Meili, el Ruiseñor Negro, nunca se dejaría ver vestida de cualquier manera en público. Su orgullo no le permitiría salir sin vestirse adecuadamente para la ocasión.
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