El salón de la corte permanecía en silencio, como si el tiempo mismo se hubiera detenido. Clei, aún de pie en el centro, sentía el peso de las miradas sobre él. Seian, su leal compañero, anhelaba abrazarlo y enfrentar las consecuencias en su lugar.,
Theiman, finalmente habló con voz cansada pero firme. "La corte ha decidido", anunció. "Como gamma, tienes la capacidad de engendrar hijos fuertes y saludables (acosta de su salud) . Por lo tanto, deberás devolver lo que arrebataste".
Clei tragó en seco. La verdad era ineludible: si quedaba embarazado, el bebé pertenecería a Deymon y Nat. El nudo en su garganta se apretó aún más.
Pero Theiman no había terminado. "Sin embargo", continuó, "tus derechos serán removidos mientras esperamos. Asmodeus y Abraxus, los príncipes, heredarán tus privilegios en lo que se cumple tu sentencia". Su mirada despectiva perforó a Clei. "El bebé nacerá por inseminación, y tú, príncipe, serás encadenado".
El estómago de Clei se revolvió. Las palabras resonaron como un eco doloroso de su sueño profético. ¿Había tomado decisiones para evitar la tragedia, o simplemente las había llevado hacia ella? El futuro se cernía sobre él, oscuro y amenazante.