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Una vez más

Abrió una vez más los ojos, imaginando que nuevamente su mente le presentaba una ilusión, pues parecía estar sentado en un sillón en su antigua habitación. Permaneció quieto un momento anhelando que esta durase un poco más. Y así fue, después de un largo tiempo con el mismo paisaje, deseó que fuera verdad.

Sabía que era imposible y que seguramente volvería a decepcionarse al ver el espacio en blanco otra vez, una vez que hiciera un movimiento. Aún así, por milésima vez, rogó en silencio que fuera real.

Por fín, con miedo y determinación, tomando una respiración profunda se puso de pie expectante, pero nada cambió. En un arranque de emoción, se miró las manos y tocó el rostro. Y aún nada cambió. Entonces, tembloroso, tanteó los objetos que sintió reales, se dirigió corriendo frente al espejo de su habitación.

Quedó paralizado al contemplar, con los ojos muy abiertos, su reflejo.

Entonces, con la respiración contenida, fue consciente de que esta definitivamente no era una ilusión. Pues, ellas no duraban tanto, desaparecían de inmediato si hacía un movimiento y además, en ellas, siempre tenía la misma apariencia.

Su rostro parecía más joven ahora. La delicada túnica que envolvía su cuerpo no hacía más que resaltar su gran belleza. El rostro demacrado había sido reemplazado por una encantadora mirada serena.

Una sensación de alivio invadió su pecho, por fín parecía respirar un aire más ligero, cerró sus ojos y dejó salir el aire contenido lentamente, para tranquilizarse. Realmente había vuelto. Realmente tenía otra oportunidad.

Esta vez no dudaría en ser radical en sus medidas, aún más que antes. Pues, como había planificado tantas veces, esta vez protegería a Zhang de lo que sea que fuera autor de la construcción de su realidad e incluso de sí mismo.

Y si su estrategia resulta ser lo suficientemente buena, se atrevería a ser feliz junto a él. Tuvo que frenar sus inmensas ganas de verlo, abalanzarse sobre él y besarlo hasta que su cerebro capte la idea de que por fin estaba junto a él otra vez.

Pero, primero debía asegurarse de que todo estuviera como en sus recuerdos, debía asegurarse de que esta era realmente la misma realidad. Después, encontraría las respuestas que necesitaba en la vieja adivina.

Así que comenzó a buscar pistas que le mostraran en qué tiempo estaba. Por los papeles regados en su escritorio supo que había vuelto a la época en la que, luego de luchar junto a los guerreros lobo para proteger la frontera de Gongmen, debía informar al rey y sus ministros sobre lo encontrado y sus sospechas sobre el posible responsable del ataque.

Faltaban unos minutos antes de acudir a dicha reunión, así que se dirigió allí. Shen decidió actuar igual que antes. Así que fingió sorpresa y preguntó la razón por la que en la reunión sólo estaba el rey y ningún ministro o persona que atestigüe la información que estaba por entregar.

Y como esperaba, el rey explicó que por la delicadeza del asunto era mejor tratarlo de esa manera. Con una voz firme y suave a la vez, el príncipe continuó:

— El ataque en la frontera no fue causado por bandidos. Fue ejecutado por un ejército preparado —, guardó silencio por unos cortos segundos en los que notó, como antes, la falta de sorpresa del rey—, el enemigo tenía conocimiento de nuestras tácticas, armamento, y probablemente de la cantidad exacta de mi equipo.

— ¿Qué es lo que estás insinuando?

— Evidentemente, el responsable es alguien cercano al gobierno. Algunas de las familias de los candidatos al "Consejo de maestros" no están contentas con las restricciones y cambios impuestos últimamente. Me atrevo a señalar que es ahí donde se encuentran los traidores.

El rey no hizo ninguna expresión, como si ya conociera esa información.

— Príncipe, me temo que debes mostrar más prudencia al acusar a gente de mi confianza. Confío totalmente en cada uno de ellos y el ataque a Gongmen definitivamente no los involucra, tus sospechas son injustificadas. ¿Hay algo más que desees informarme? —dijo, mirando al príncipe de manera cautelosa.

— No, eso es todo. —respondió por fín, después de unos tensos segundos.

Por supuesto incluso entonces Shen confirmó quiénes estaban detrás del ataque. Las familias de sus queridos amigos de infancia: Buey, Croc y Rhino. Pero, mientras el rey obtuviera ganancias haría la vista gorda.

Como en aquel entonces, no podía hacer nada. Después de todo, el rey dejaría pasar el fracaso de estas familias quienes no pudieron deshacerse ni de la secta de guerreros lobo ni de su querido primogénito. Como lo había comprobado, estas familias serían perros leales hasta el final,

Shen recordó esa parte de la novela en la que, al parecer, se basa su realidad.

Fue el ejemplo más claro de que la realidad podía modificarse en base a lo que se cuente de ella. En la novela él era evidentemente el villano y el consejo de maestros, una de las representaciones más nobles de la verdad.

Así, a lo largo de la novela se lo retrataba como el villano más ruin, cuando en realidad su único pecado fue ser ingenuo.

Pues, fue esa ingenuidad, de querer cambiar el mundo por uno más justo y mejor, la cual lo catapultó al rol del perfecto villano.

El error de anunciar su descubrimiento acerca de la pólvora, hizo que su neurótico padre sintiera una amenaza a su trono, motivándolo esto a llamar a esa famosa adivina, la cual comenzaría con el desastre de la aldea panda.

Por ello, esta vez, Shen decidió no contar nada sobre el nuevo uso de la pólvora, encontrar una manera de trasladar a la aldea panda y encontrar a la adivina antes de que la rueda de su destino comenzara a correr.

Pero, casi inconscientemente se encuentra fuera, buscando ver a Zhang, con los latidos acelerados y ansioso de lo que pueda o no encontrar avanza hacia el bosque.

Lo encuentra, como solía hacer por aquella época, al ser un nuevo guardia, estaba entrenando. Sus movimientos eran rápidos y elegantes, resonaban determinación. La misma que mostró cuando pidió estar cerca de él, prometió protegerlo y le juró lealtad.

El hermoso color celeste de los ojos de Shen se vió intensificado por lo húmedos que se estaban poniendo, no contuvo nada y como en toda su vida, miraba lo que deseaba de lejos mientras sus lágrimas caían pacientemente.

Pero, no quería dañarlo, una parte casi instintiva le recordaba que estar cerca sólo lo ponía en peligro, no quería volver a arruinarlo todo.

Lo único que ahora temía es perderlo otra vez. Así que se quedó allí de pie, escondido entre los árboles, observándolo en silencio. Reprimió sus ganas de correr hacia él y se obligó a dar media vuelta. Mientras no solucione el problema con su destino sería arriesgado permanecer juntos, no volvería a cometer el mismo error.

Zhang notó todo desde el principio, pero por curiosidad no intervino, este comportamiento le recordó cuando eran pequeños.

Shen solía verlo a escondidas, parecía estar rogando que lo encuentren, como un cachorro ansioso porque le acaricien el pelo. Y al notar que había sido descubierto, salía corriendo con la cara enrojecida. Corría tan rápido que en ocasiones incluso se resbalaba y aún más avergonzado se levantaba velozmente, miraba a los costados, y cual conejo asustado, apresuraba aún más su huida.

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