—La decisión es definitiva —dijo Amanecer—. Eso era todo lo que podía decir, pero no les guardaba rencor, así que les dio dos pulseras de oro por su corto servicio.
—Al principio no querían aceptar esto, pensando que era una prueba, pero después de que Amanecer insistiera y les dijera que esta sería la última vez que recibirían algo de ella, porque no la servirían en el futuro, finalmente lo aceptaron.
—Parecían muy tristes, salieron de la habitación con la cabeza gacha.
—Ahora, necesito buscar mis propios sirvientes... —Amanecer se sintió cansada, tocó su estómago y sonrió—. Hagámoslo mejor esta vez, ¿de acuerdo bebé?
—Y para hacer eso, necesitaba socializar con otros miembros de la manada, para poder verlos de cerca y sentirlos.
—Sin embargo, la idea de tener que socializar con muchas personas la agotaba. Ni siquiera socializaba mucho con los miembros de su manada en su antigua manada.
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