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Capítulo 14

—¿Ya apagaron las llamas? —fue lo primero que Marceline preguntó cuando estuvimos al lado del policía y Darío.

—Si, creo que tu cama es la única que no se libra de las llamas —esa era nuestra señal, ya que las llamas estaban casi erradicadas era momento de proceder.

—Les dije que se quedaran en el auto —gruñó Darío apenas dejó de hablar el oficial de policía.

—¡Darío! —gritó de repente Marceline asustándome, mi estupidez era asombrosa, yo sabía que Marceline tenía que gritar, hacer un escandalo, y aun así me sorprendía.

—¡La abuela, la foto de la abuela estaba debajo de mi almohada! —gritó de nuevo Marceline y salió corriendo hacia la casa como alma que lleva el diablo.

Era mi momento de brillar, antes de que Darío hiciera siquiera un movimiento o incluso reaccionara, me recargue en él y comencé a decir:

—¡Me siento mareada, creo que me voy a morir! —la reina del drama que dormía despertó para triunfar.

Dejé caer todo mi cuerpo contra Darío quien por instinto me atrapó, sus brazos rodearon mi cintura y mi corazón comenzó a latir tan rápido como el aleteo de las alas de un colibrí, en mi estomago parecía haber un show de fuegos artificiales, y todo el calor de mi cuerpo corrió a mis mejillas, todo a mi alrededor se había desvanecido y solo estaba él en mi mundo.

—¡Alexis, ¿estas bien?, ¿que te pasa?! —Darío estaba casi cargándome, su cara estaba muy cerca de la mía, sus ojos pasaron por todo mi cuerpo y luego mi cara como escaneando para ver si había algo que le diera una pista de que era lo que me pasaba.

—Yo... yo no lo se, simplemente me empecé a sentir mal de repente, creo que solo fue un bochorno —en este punto yo ya estaba de pie demasiado cerca de él, sus manos seguían alrededor de mi y sus ojos ahora miraban directamente a los mios, de repente no recordaba como fue que terminamos así de cerca el uno del otro. Pasaron unos segundos y fue ahí cuando Darío reaccionó, su hermana había corrido directamente a las llamas.

—¡Maldita sea, Marcela! —Darío salió corriendo detrás de su hermana quien había puesto un pretexto poco creíble para correr directo hacia el peligro.

Hace algunos minutos mi amiga me contó que cuando era pequeña había guardado debajo de su almohada una foto donde aparecía con su difunta abuela, su abuela no era mucho de tomarse fotos, por lo que era la única que conservaba de las dos juntas, me dijo que su hermano y casi toda su familia sabía que esa foto representaba mucho para ella, por lo que no seria raro verla correr hacia su casa en llamas solo para salvar esa foto. Por otro lado, el lado real, todo aquello era una mentira, aquella foto había sido escaneada y guardada en la nube además de que ella tenía una copia en su celular, cosa que su familia no sabía ya que casi no los veía y no hablaban de esas cosas.

Entré a la casa detrás de Darío quien ya estaba subiendo las escaleras de dos en dos, yo estaba a punto de hacer lo mismo cuando vi una gran mancha con el rabillo del ojo, giré la cabeza y lo vi por completo, un gran mensaje en la pared de la sala había sido pintado con hollín, "Dejen de investigar o habrá consecuencias".

Por un segundo mi alma dejó mi cuerpo y me quede paralizada delante de las escaleras viendo la pared. Definitivamente todo esto no había sido un accidente, alguien había quemado la habitación de Marceline intencionalmente, eso explicaba perfectamente que el incendio iniciara en la habitación de mi amiga.

Unos pasos provenientes de las escaleras llamaron mi atención.

Marceline, Darío, un par de bomberos y policías venían bajando exactamente en ese orden, mi amiga me vio y sin que las personas que venían detrás de ella la vieran levantó un pulgar para decirme que todo estaba bien. Pero nada estaba bien, al contrario, todo estaba mal.

Al parecer Marceline vio en mi cara que algo no andaba bien como ella creía. Bajó las escaleras mas rápido y se puso junto a mi para ver lo que yo estaba viendo.

—¡¿Quien diablos hizo eso?! —exclamó mi amiga asustada, en menos de lo que cantaba un gallo las personas que venían detrás de ella estaban junto a nosotras viendo lo que veíamos.

—Estábamos a punto de decírselo a tu hermano, no sabemos si alguien entró cuando comenzó el incendio y trató de hacerles una broma, o si alguien provocó el incendio y después pintó eso —dijo el policía junto a Darío.

—Da igual, eso es una amenaza y no me quedaré de brazos cruzados —dejó claro Darío con la mandíbula tensa y las manos hechas puño, de verdad estaba enojado, no había en él una pizca de miedo.

De manera rápida y esperando que nadie se diera cuenta saqué mi teléfono y tomé una foto, a mi parecer nadie me vio, pero eso no era un hecho ya que las cosas que antes si había dado por hechas no eran como yo las imaginaba, como por ejemplo que Fernando no se había dado cuenta de que lo habíamos estado siguiendo toda una semana.

Salimos de la casa cuando ya no había luz de día, caminamos hasta el auto de Darío ya que él nos obligó y después fue a hablar de nuevo con los policías, no sin antes ponerle seguro a las puertas.

—Alguien inicio el incendio en el ático, al parecer sabía lo que había ahí, o al menos lo encontró, todo el ático esta hecho cenizas, no quedaron evidencias —murmuró Marceline decepcionada, no entendía por completo por lo que estaba pasando, pero podía darme una idea de solo pensar en un loco o loca entrando a mi habitación para quemarla y después dejar un mensaje amenazante en la pared de mi sala.

—Creo que deberíamos contarle a tu hermano, esto ya se nos está saliendo de las manos, ya no solo se trata de encontrar pistas del asesino de Kathe, ahora mismo somos su blanco —intenté convencerla mientras me recargaba en el asiento trasero del auto tratando de encontrar un poco de calor y seguridad.

—Pienso lo mismo, pero tendremos que convencerlo de no decirle a nuestros padres, no quiero que me manden a un internado en Suiza —propuso mi amiga expresando sus problemas de gente rica y privilegiada.

El teléfono de Marceline comenzó a sonar, me mostró la pantalla que se iluminaba con: "Mamá de Alexis", me puse nerviosa inmediatamente, ¿que le íbamos a decir a mi madre?, teníamos que inventar algo para explicarle porque no estábamos en la casa de Marceline cuando ocurrió el incendio.

—¿Que vamos a decirle si resulta que ya sabe del incendio?, incluso si no lo sabe no podemos ocultarle que tu casa se quemó, se va a dar cuenta, aquí los chismes corren rápido —Marceline me pasó el teléfono como si tuviera urgencia de no tenerlo mas en sus manos.

—No lo sé, dile que fuimos a la casa de Cristal por una tarea o apuntes —sugirió Marceline mirando el teléfono nerviosa.

Contesté la llamada y con incertidumbre por lo que estaba a punto de ocurrir dije un muy escueto "Hola".

—¿Alexis, hija? ¿estas bien?, Doña Julia me acaba de llamar, dijo que se incendió la casa de tu amiga Marcela —como dije, los chismes en pueblo chico corren tan rápido como un tren bala, solo esperaba que no ocurriera lo mismo con el chisme de Marceline y yo yendo a la cárcel por una disputa en una cantina.

—Si mamá, estoy bien, los padres de Marceline se fueron de viaje de negocios otra vez hace un par de días así que ellos no estaban, Marceline y yo estábamos en la casa de Cristal cuando ocurrió todo, la policía llamó al hermano de Marceline y él se esta encargando de todo en este momento—hice un resumen de lo ocurrido agregándole un par de mentiras, mentiras que no durarían mucho si Darío decidía que no quería conservar nuestro secreto y le contaba a mis padres lo que de verdad ocurrió.

—Oh por Dios, que tragedia, dile a Marcela y a su hermano que pueden quedarse esta noche en nuestra casa, me imagino que han de estar muy perturbados por lo sucedido como para buscar un hotel en el pueblo vecino —por supuesto que mi madre quería saber el chisme de primera mano, no es que lo hiciera solo por esa razón, pero estaba segura de que esa era una de ellas después de la de darle asilo a dos pobres personas a las que se les había incendiado la casa.

—Claro, yo les diré, y creo que voy a llegar un poco tarde, el hermano de Marceline esta un poco ocupado hablando con la policía así que nos tomará un tiempo —le informé a mi madre mientras observaba a Marceline que me seguía con los ojos buscando respuestas en mi cara.

Mi madre colgó y yo le devolví el teléfono a mi amiga, de verdad necesitaba comprar uno nuevo, mis padres se habían negado a comprarme uno ellos mismos cuando supieron por el profesor Estrada que lo había roto cuando el intentaba quitármelo por usarlo en clases, ese profesor me gustaba cada día menos.

—Mi madre a dicho que se pueden quedar en mi casa hoy —dije con una sonrisa incomoda de solo pensar en lo mal que se debía estar sintiendo mi amiga al ver su casa quemada.

Marceline solo asintió y buscó con la mirada a su hermano fuera del auto quien ahora estaba hablando por teléfono, hace algunos minutos la policía se había ido y nos habíamos quedado solo nosotros tres fuera de la casa.

Marceline y yo estuvimos en silencio mirando a Darío hablar por teléfono a unos cuantos pasos de distancia de nosotras, yo solo podía imaginar con quien estaba hablando, probablemente con sus padres, o con la aseguradora, porque probablemente esa casa tenía asegurada hasta el alma.

Por fin Darío dejó de hablar por teléfono y entró en el auto, ahora mismo era el hombre mas serio del mundo, y podía imaginar por que, era obvio que nosotras sabíamos algo acerca de por que había un letrero tan amenazador en la sala de la casa quemada de mi amiga.

—¿Van a decirme que esta ocurriendo, o voy a tener que interrogarlas como a dos delincuentes?, aunque ahora que lo pienso, el interrogatorio para ustedes tal vez no sea algo tan ajeno ya que las acabo de sacar de la cárcel —Marceline y yo nos encogimos en nuestros lugares y tratamos de poner ojos de perrito triste para que no siguiera con el regaño.

—Te lo diremos, pero no puedes decírselo a nadie, y definitivamente no puedes decirle nada a nuestros padres, ni a los padres de Alexis —le exigió Marceline.

Darío parecía muy intrigado por las palabras de Marceline, era obvio que tendría esa cara de miedo e intriga, cuando tu hermana menor te dice algo así después sacarla de la cárcel, que se quemara tu casa y que alguien dejara un mensaje tan escalofriante como el de la sala de Marceline, lo mínimo que haces es ponerte a rezar para que la idiota no se haya metido con un cartel de enanos o en una secta extremista.

—¡¿Que carajos hicieron, Marcela?! —si que estaba muy enojado, otra vez, y eso que aun no le contábamos lo que habíamos hecho, definitivamente su humor no mejoraría en toda la noche, o en un mes.

—¿Recuerdas que te dije que una amiga mía había sido asesinada en una fiesta hace mas de tres semanas? —Marceline sacó el tema a la luz mirando fijamente a su hermano.

—Pues una semana después de eso Alexis fue a su casa y encontró unas fotos de Kathe que podrían darnos algunas pistas de quien es el asesino, las fotos eran de Kathe besándose con Erick, un compañero de la escuela, y junto a las fotos había una nota que decía que tendría que enfrentar las consecuencias de sus decisiones, como la policía no a presentado ningún avance acerca de quien podría ser el culpable del asesinato, Alexis y yo decidimos ponernos a investigar —solo hacía falta mirar a Darío para darse una idea de que era lo que estaba pensando, pero aun así en sus ojos había más sorpresa que enojo, incluso diría que estaba impresionado por todo lo que habíamos estado haciendo, claro, la alarma que brillaba en un potente rojo peligro también estaba encendida en el brillo de sus ojos incrédulos.

—¿Me estas diciendo que el mensaje amenazador de la sala pudo haber sido escrito por el asesino de Kathe? —le cuestionó Darío a Marceline, mi amiga solo movió la cabeza de arriba a abajo para afirmar lo que su hermano de seguro ya estaba temiendo.

Un silencio sepulcral invadió el auto y por un segundo el clima se había tornado mas frío de lo que ya estaba.

—Nunca creímos que esto se pondría tan peligroso, solo comenzamos a investigar con el ex novio de Kathe para saber si él sabía algo de ella que nosotras no, algo que pudiera darnos pistas de que fue lo que pasó esa noche, el ex novio de Kathe nos contó que había terminado con ella por que creía que le era infiel con un hombre mucho mayor, y también que la policía le había dicho sin querer que el teléfono de Kathe no aparecía por ningún lado, así que creímos que seguía en la hacienda de Erick donde fue la fiesta y donde fue encontrado el cadáver —Marceline comenzó a hablar rápidamente para que su hermano no nos siguiera regañando antes de escuchar todo lo que teníamos que decir.

—Por eso entramos a la hacienda sin permiso, para buscar el teléfono de Kathe, pero en el proceso nos descubrió Fernando, y cuando Fernando nos descubrió dijo algo que llamó nuestra atención, dijo que Kathe había estado con él, pero eso no era lo que nos había llamado la atención de todo lo que dijo, era el enojo hacia nuestra amiga, como si le tuviera un gran resentimiento, así que decidimos seguirlo para ver que averiguábamos de se aburrida vida, porque si somos sinceras su vida es muy aburrida, descubrimos que iba prácticamente todos los días al Bar en el que nos arrestaron, entramos en ese lugar, hicimos preguntas sobre si Fernando había estado ahí la noche del asesinato, pero el cantinero dijo que no lo había visto porque había mucha gente ese día, y luego ocurrió todo lo que tu ya sabes que ocurrió, Fernando llegó al Bar me insultó y luego a Kathe, Alexis le pegó y luego le lanzó gas pimienta, fuimos a la cárcel, nos sacaste de ahí y ahora incendiaron nuestra casa y dejaron un mensaje en la sala.

Estaba segura de que Marceline era buena rapeando, lastimosamente su hermano no parecia apreciar el don de mi amiga.

—Quiero que se alejen de todo este asunto, o sus padres sabrán lo que han estado haciendo, hablaré con mis jefes para que me den el caso de Kathe y me haré cargo de todo —dijo Darío con cara de estar cansado, y cualquiera lo estaría tan solo de escuchar la historia que Marceline había resumido.

—No, estoy segura de que podemos ayudar, nosotras conocíamos a Kathe mejor que cualquier policía, si no nos dejas ayudar nunca sabremos que fue lo que le sucedió a nuestra amiga —insistí desde el asiento trasero, Darío se dio la vuelta y con aquella mirada que hacia latir como loco a mi pobre corazoncito me dijo:

—No las voy a dejar intervenir, y si lo hacen le contaré todo a sus padres, así que den me las gracias por tener piedad de ustedes y no decir nada sobre esto —era mas que obvio que estaba respirando y teniendo paciencia para no asesinarnos en el auto por las cosas que Marceline le había contado que habíamos hecho.

—La madre de Alexis la llamó hace unos minutos, dijo que podíamos quedarnos en su casa esta noche —susurró Marceline cambiando de tema de repente, la tensión en el auto seguía presente y nadie decía ni pío.

Darío no se opuso a que se quedaran en mi casa esta noche, así que en un abrir y cerrar de ojos estábamos ahí con mi madre haciendo preguntas a lo desgraciado.

Esta noche sería larga, muy pero muy larga.

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