—¡Tonterías! —El rugido del Magíster Orión atraviesa el espacio con tal fuerza y volumen que mi pie resbala de un escalón al bajar. Solo los rápidos reflejos de Vanessa al agarrar mi brazo y tirar de mí hacia atrás me salvan de caer de forma poco digna por las escaleras y de cualquier lesión que eso me hubiera podido causar.
Marcus se escurre a mi lado en las escaleras, haciendo señas para que me mantenga atrás mientras forzamos el oído para escuchar.
Hay alguien más hablando, una voz femenina que es irreconocible para todos nosotros, a juzgar por la expresión en los rostros de todos.
—Paparruchas. Esto no es más que un intento de limitar mi autoridad —La voz interrumpe de nuevo al Magíster Orión, pero no puedo escuchar lo que está diciendo.
Las cejas de Marcus se fruncen en una expresión feroz que me envía escalofríos por la espalda, y la mandíbula de Vanessa está tan apretada que podría romper sus dientes. Lo que sea que estén oyendo, no es bueno.
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