Magíster Orión nos escolta personalmente por la misteriosa escalera de caracol hasta dos habitaciones contiguas, prometiendo comenzar mi entrenamiento por la mañana.
En el momento en que la puerta se cierra detrás de él, saco mi teléfono, sin sorprenderme al ver que no hay nuevos textos o llamadas. Hermana Miriam dijo que solo ocasionalmente llegarían textos.
Así que llamo a Lucas.
Responde en el primer tono.
—¿Estás bien?
Su pregunta es más una exigencia gritada por una respuesta, y sostengo el teléfono a varias pulgadas de mi oído, parpadeando ante la fuerza de su volumen. —Sí. Estoy bien. ¿Recibiste los mensajes de Kellan?
—¿Necesitas ayuda? ¿Cuándo puedes volver a casa? ¿Por qué nuestras llamadas no se conectan? ¿Todos te tratan bien? ¿Estás en peligro? ¿Has comido?
—No. Pronto. No sé. Sí. No. Todavía no. Mis labios se curvan ante la forma en que sus preguntas asedian mi oído. —Te extraño.
สนับสนุนนักเขียนและนักแปลคนโปรดของคุณใน webnovel.com