Cuando la puerta se cerró, Rosina respiró trabajosamente para liberar el nerviosismo dentro de ella. La oscuridad la rodeaba, pero no tenía miedo.
Rosina se dirigió hacia la cortina y la deslizó hacia un lado. Una pequeña ventana apareció, dejando que el sol brillara a través de la habitación oscura.
—Deberías irte ahora, Draco —murmuró Rosina mirando hacia afuera, agudizando sus sentidos para detectar el movimiento de Draco. Podía sentirlo alejándose lentamente de la 13ª manada.
—Ah, sí —afirmó Rosina en aprobación. Esperó hasta que Draco se alejó bastante antes de dar un paso atrás. Fue hacia la puerta y apoyó sus oídos para ver si los guardias se habían establecido.
—Necesito quedarme aquí por un tiempo —murmuró Rosina antes de mirar los suministros preparados por Tonia. Tomó con la mano un puñado de arena, esparciéndola lentamente sobre el suelo en una línea fina para formar un círculo.
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