Mientras las mangas del Clon Fantasma se apretaban alrededor de los miembros y alas de Kiba, este último sonrió con suficiencia.
—¿Crees que a tu hija le gustaría si juego con ella este tipo de ataduras tan ajustadas? —Esta pregunta provocó aún más al ya enamorado Castor Damon.
—¡No estarás en estado de jugar con ella! —ladró el Clon Fantasma.
Las mangas se deshilacharon, y como serpientes, se deslizaron hacia arriba, enredando el cuello de Kiba en círculos.
—¡Argh!
Sus músculos se tensaron, su piel se volvió roja ardiente.
A lo lejos, Agatha y Ashlyn entraron en pánico, sus corazones latían preocupados. Creían que Kiba estaría a salvo después de deshacerse de la Espada del Armagedón Cósmico.
Pero ahora...
—¡Necesitamos actuar ahora! —exclamó Agatha.
Ashlyn asintió y canalizó su energía en el traje. Los discos comenzaron a girar, zumbando con poder.
Claudia, sin embargo, se mantuvo tranquila. Detuvo a Agatha y Ashlyn, desconcertándolas.
—Tengan fe en el maestro.
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