El ánimo de los Alfas era sombrío, pero al oír la pregunta de Zed, soltaron risas burlonas y se rieron. Olvidaron sus problemas y comenzaron a divertirse.
Eran considerados Dioses. Siempre recibían reverencia, incluso de aquellos que los odiaban.
Naturalmente, nadie pensaría nunca en hacerles una broma, y mucho menos desafiarlos en público.
¡Pero ahora, un chaval que apenas era un Beta ha humillado a uno de sus miembros!
Entonces, ¿cómo podrían resistirse al schadenfreude y no disfrutar de esta nueva vista?
La expresión del Rey de la Llama se retorció y literalmente brotaron llamas de sus ojos.
¡Este maldito niño! ¿Cómo se atreve a humillarme así?
—¿Por qué no responde, señor? —parpadeó inocentemente Zed al Rey de la Llama.
Al ver la expresión retorcida, Zed se confundió aún más.
No pudo evitar preguntarse en voz alta:
—¿Será que ni siquiera sabes de quién eres bastardo?
—¡Pff!
—¡Jeje!
—¡Madre mía! ¡Esta pregunta quemaría incluso al Rey de la Llama!
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